[Crítica] «Rocco y sus hermanos»: Amores trágicos e inauditos

Obra deudora del «neorrealismo italiano», aunque el director Luchino Visconti impone un estilo más estético y emplea a una pléyade de actores profesionales en los roles principales: Alain Delon, Annie Girardot, Renato Salvatori y Claudia Cardinale.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 9.9.2024

Un melodrama al estilo de Luchino Visconti, muy cerca del drama griego en sus clímax, ayudado de una partitura muy efectiva de Nino Rota y una fotografía de contrastes a cargo de Giuseppe Rotunno (blanco y negro).

Obra deudora del «neorrealismo italiano», aunque el director impone un estilo más estético y emplea a una pléyade de actores profesionales en los roles principales (Alain Delon, Annie Girardot, Renato Salvatori, Claudia Cardinale).

De todas formas, es evidente que construye un nítido retrato de la realidad, donde la falta de trabajo y la precariedad de las viviendas son el telón de fondo que muestra los problemas sociales de la época.

Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania, para emigrar a Milán en busca de nuevas oportunidades. Allí se encontrarán con Vincenzo, el hermano mayor, que introducirá a Simone en el mundo del boxeo. La cinta se divide en segmentos con los nombres de cada uno de los hermanos Parondi.

La familia gira en torno a la matriarca (Rosaria) que inocula un sentido de pertenencia a toda prueba. Ese amor fraternal de alguna manera será el núcleo de la historia y también el origen del conflicto.

Simone se convertirá en boxeador, en vez de abrazar un trabajo estable —incluso tendrá una estadía en la cárcel— y se relacionará con la buscavidas Nadia, quien desaparecerá de su vida.

Luego, Rocco hará el servicio militar y se encontrará nuevamente con Nadia, que abandonará su vida disipada para estudiar mecanografía.

Han pasado dos años cuando Simone se entera que la novia de su hermano Rocco es Nadia. Se embriaga en un bar y azuzado por los amigos sorprenderá a la pareja a orillas del río.

Música de suspenso, los confronta y silva a los «amigos», que retienen a Rocco mientras Simone viola a Nadia. Las melodías se tornan tristes, muy efectivas, y en medio de la noche los hermanos se trenzan a golpes. Las imágenes imponentes del edificio observando a unos diminutos contrincantes.

Simone es boxeador y vapulea a Rocco dejándolo tirado en la acera.

 

Un moderno melodrama «griego»

Rocco siempre ha sido el hermano invisible, con poco protagonismo y la devoción por Simone será su perdición. Llega a pensar que la reacción casi animal de su hermano es culpa de los amantes y le da la espalda a Nadia a los pies de la catedral. La música dramática acentuará la reacción de amor y odio por parte de Nadia, que luego se encargará de hacer pedazos la vida de Simone.

La furia contenida de Rocco lo hace abrazar el boxeo y luego de un knock-out confiesa a su hermano Ciro que el odio lo corroe. Simone se inmiscuye en un robo y en un amor fraternal mal entendido, Rocco se compromete a pagar esa deuda convirtiéndose en boxeador profesional. Negocia su futuro a cambio de salvar a su hermano, a pesar del amor y odio que abriga contra él.

Simone se entera que Nadia ha vuelto a prostituirse y la confronta en la ribera del río. Ella le escupe su cara de asco («todo lo vuelves vulgar») y en una escena de mucho lirismo, Simone le da muerte con múltiples puñaladas con el agua estancada como telón de fondo. El director lo intercala con imágenes de la pelea de boxeo, en un montaje paralelo de gran dramatismo.

Durante la celebración en casa por haber obtenido el título mundial, aparecerá Simone y confesará el asesinato. Los hermanos abrazados sobre la cama serán la culminación de este drama griego y la sensación de culpa de Rocco algo verdaderamente insano.

La madre descontrolada echando maldiciones, culpa a Nadia y a Ciro de los males de Simone, mientras este último lo denunciará a la policía.

El núcleo del conflicto ha sido esa bondad enfermiza de Rocco, ese amor fraternal inculcado por la madre, buscando exculpar a Simone de su conducta delictual.

Visconti entiende que ese amor entre hermanos llevó a la tragedia, pero también que ese amor mueve a Ciro en una dirección más sana, buscando salvar el honor de la familia.

Luca, el hermano menor, ha observado ese comportamiento y representa cierto optimismo hacia el devenir de las futuras generaciones.

 

 

 

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es un ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con estudios formales de estética del cine cursados en la misma casa de estudios (bajo la tutela del profesor Luis Cecereu Lagos), y quien también es magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013), El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014) y El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015).

Además, ha lanzado los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020), Miedo (Zuramérica Ediciones, 2021), Pensamiento delirante (Editorial Vicio Impune, 2023), Vivir atormentado de sentido (Editorial Vicio Impune, 2024) y la recopilación de críticas audiovisuales Hablemos de cine (Ediciones Liz, 2023).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Imagen destacada: Rocco y sus hermanos (1960).