El presente montaje dramático -que tiene sus últimos días de funciones en la sala Camilo Henríquez- es una reflexión sobre lo social y lo político, acerca de la realidad y de los sueños. Se trata, también, de la culpa del amor, de esa curiosidad pecaminosa por encima de las razas y de los estratos sociales. Es el relato judicial, en suma, ese efecto-causa que nos consume y debe poner alertas en lo que vemos y creemos.
Por Miguel Alvarado Natalí
Publicado el 22.8.2018
Marcelo Leonart, es el autor y director de “Noche mapuche” montaje que está presentando el teatro Camilo Henríquez y que ya el año pasado había tenido muy buena acogida en el GAM. Es una comedia negra, dinámica y frenética. Plagada de inesperados movimientos y discursos delirantes para contar historias que van desde el histórico conflicto de la Araucanía, pasando por la colonización de los pieles rojas en EE.UU., hasta la muerte del empresario Werner Luchsinger y su cónyuge Vivianne Mackay, en el contexto de una protesta por el aniversario del asesinato del comunero Matías Catrileo, en Vilcún.
Una noche un matrimonio chileno descendiente de alemanes comparte una velada con otra pareja en un departamento de un barrio acomodado de la capital. Mientras que el alcohol los hace bailar y cantar, pero también sacar a relucir –luego de un preámbulo por parte de la dueña de casa- la historia de su primera experiencia sexual a los 16 años con un trabajador mapuche, en el fundo de su familia. Al joven (dos años mayor que ella), lo dejaron encerrado desnudo en la habitación de la menor, como resultado de una broma que le habían realizado los hermanos y primos de la adolescente. Evento sabido desde siempre por el marido, pero curiosamente ambos disfrutaban al borde del erotismo del relato.
El despertar sexual, sueños premonitores, violencia verbal, ese ir y venir del mundo real a lo irreal y el viaje al pasado que se funde con el presente, es lo que va compaginando esta puesta en escena, donde la actriz Nona Fernández interpretando a la esposa que cuenta su aventura, es certera, precisa y creíble en el papel de María Trinidad. Su acento y palabras en alemán son percibidos como un atractivo por la audiencia y se agradece ese trabajo fonético. Por su parte, Pablo Schwarz, es Juan Ignacio, su esposo y primo. Él la induce y la provoca para que una vez más ella cuente ese episodio que los excita. Demostrando destreza y lucidez, Schwarz por momentos también tiene y le da un toque de humor al acto.
Otro actor que sorprende es Daniel Alcaíno, al verlo en esta faceta alejado del “Yerco Puchento” de Vértigo. Aquí encarna junto a Roxana Naranjo al segundo matrimonio de la velada. Él le da la seriedad sin dejar su aspecto lúdico en el escenario, completa la historia trágica del conflicto mapuche desgarradoramente dolorosa y que junto a la actuación de Roxana Naranjo, consiguen la atención de la sala hasta la conmoción. Sin embargo, todo el elenco cae en la exageración verbal y gestual, que de pronto no ayuda en la comprensión total de la obra.
Sugerente es la escenografía: un living, una mesa de centro y al fondo ventanales asemejando un departamento, donde atrás de los vidrios se cambia un telón desde la imagen de la ciudad hasta los bosques del sur. Se cumple el objetivo y todos los actores mantienen un buen despliegue en el espacio escénico. Los protagonistas de pronto tienen esa mirada esquizofrénica donde van pasando por un proceso de distintos estados emocionales: sufren, lloriquean, ríen, bailan y se agreden en un constante cambio. Entones dentro de este movimiento obstinado es notable como la escena muta a otra atmósfera y el proscenio ahora se completa con muchos y distintos bidones de combustible, que junto al efecto -muy bien logrado por parte de la producción- de humo y el juego de luces, nos hace trasladarnos mágicamente a esa noche trágica de incendio y muerte.
“Noche mapuche”, es una reflexión sobre lo social y lo político, sobre la realidad y los sueños. El infortunio del placer carnal, del amor quizás, de esa curiosidad pecaminosa por encima de las razas y estrato social. Es el relato judicial, ese efecto-causa que nos consume y nos debe poner alertas en lo que vemos y creemos. ¿Cuánto de verdad y cuanto de mentiras puede haber en esta pugna? Ese legado del cual no queremos hacernos cargo, ese exterminio del que hacemos vista gorda, esas pruebas falsas que no se sostienen en el tiempo. Esa emoción que nos dura solo unos segundos y ese aguante que tenemos los chilenos de creer todo.
Ficha técnica
Compañía: La pieza oscura
Dirección y dramaturgia: Marcelo Leonart
Elenco: Daniel Alcaíno, Nona Fernández, Roxana Naranjo, Pablo Schwarz, Macarena Fuentes y Felipe Zepeda
Diseño sonoro: Miguel Miranda
Diseño de iluminación: Andrés Poirot
Diseño de escenografía: Catalina Devia
Producción general y prensa: Francisca Babul
Fotos: Maglio Pérez
Desde el 2 hasta el 25 de agosto de 2018.
Jueves, viernes y sábado a las 20:00 horas.
Teatro Camilo Henríquez (Calle Amunátegui Nº 31, Metro Moneda, Santiago Centro).
Entrada general: $6.000. Estudiantes y tercera edad: $4.000.
Crédito de las fotografías utilizadas: Maglio Pérez