La película -exhibida por su participación en la Competencia Internacional del Santiago Festival Internacional de Cine 2018- acierta en mostrar el conflicto social y cultural de un joven transexual en medio de una sociedad machista y ultraconservadora, cuya mayor problemática, muchas veces, es la de la pura y ardua sobrevivencia cotidiana.
Por Rodrigo Torres Quezada
Publicado el 24.8.2018
La película argentina-chilena Marilyn (2018), del director Martín Rodríguez Redondo -no confundir con el antiguo y polémico secretario ejecutivo del Fondo de Fomento Audiovisual del mismo nombre-, es parte de la Competencia Internacional de Sanfic 14. Su historia trata sobre un hecho acontecido en la vida real, y cuenta acerca de un joven transexual que debe lidiar con un medio intolerante y que no le acepta.
La ambientación está bien lograda. Cada detalle remite a la década del 2000, época en que se desarrolla la historia. Ayuda a esto el hecho que todo se desenvuelva en el campo, lugar que suele mantenerse como si el tiempo no pasara sobre él.
Además, el campo posee el símbolo de lo tradicional, lo inmutable. En la película, quienes viven aquí son presa de la rutina: arrean animales, sacan leche, cultivan, ven televisión y duermen. Son vidas sencillas, ceñidas a los cánones sociales más conservadores. Es por ello que cuando Marcos (Marilyn) de a poco va sacando a luz su condición sexual, la familia intenta por todos los medios de castigarle su “desvío”. Hay que mencionar además, que es víctima del oprobio de sus pares juveniles. Salvo, Laura, su gran amiga quien lo acepta y le protege.
Por otro lado, la familia de Marcos atraviesa una crisis: el “hombre” a quien en el campo respetaban, el padre de Marcos, ha muerto y lega a su mujer y sus hijos el cuidado de la finca, propiedad de un típico patrón de fundo. Así, Marcos “Marilyn” tendrá no solo que luchar que luchar porque se le reconozca por quien es, sino además aparentar llevar la vida de “hombre rudo” que el campo exige.
La película acierta en mostrar el conflicto social y cultural del joven transexual en medio de una sociedad machista y ultraconservadora, cuya mayor problemática, muchas veces, es la de la sobrevivencia. Lo último que podría pasar, es tener que enfrentar la condición sexual de un hijo.
Sin embargo, el problema de Marilyn, es que su protagonista parece no tener expresiones acordes a lo que está viviendo. Existe una escena importante relacionada con el hijo del propietario de la finca, pero el protagonista conserva un rostro inexpresivo. Lo mismo sucede en el transcurso del filme. Si bien se entiende que es un joven tímido, que está presa de una sociedad castigadora, lo que le hace vivir entre las sombras, uno esperaría de todas formas que la película, en afán de mostrarnos su complejidad, diera atisbos del pensamiento interno de Marcos. Si hubiese sido así, el clímax no se nos presentaría tan de golpe, dejando esa sensación de que algo no se hiló bien en el argumento.
Cabe destacar la buena actuación de la actriz chilena Catalina Saavedra, quien es la que transmite de mejor forma las emociones propias de una madre controladora.
Tráiler:
Rodrigo Torres Quezada (Santiago, 1984) es egresado del Instituto Nacional “General José Miguel Carrera” y licenciado en historia de la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de cuentos Antecesor (2014) y Filosofía Disney (2018) bajo el sello Librosdementira. También ha dado a conocer distintos relatos de su autoría en La Maceta Ediciones (2017) y la novela titulada El sello del pudú (Aguja Literaria, 2016). Lanzó, asimismo, el volumen de ficción Nueva narrativa nueva (Santiago-Ander, 2018), y obtuvo el primer lugar en el concurso V versión Cuéntate algo de Biblioteca Viva (2012). El año 2016, en tanto, se quedó con el primer lugar en el I Concurso Literario del Cementerio Metropolitano.