Documental «Nanette», de Jon Olb y de Madeleine Parry: La subversión del humor

Este largometraje de no ficción -disponible en Netflix- es un show de «stand up» que la comediante australiana Hannah Gadsby realizó en un tour por su país. Pero este no será el típico entretenimiento al cual estamos acostumbrados. El humor preestablecido, el humor “seguro” para obtener risas garantizadas. Se trata más bien de una subversión a dicho género, un cuestionamiento. Una disección al formato, al mismo tiempo que nos hace preguntarnos: ¿Por qué nos reímos de lo que nos reímos?

Por Amanda Teillery

Publicado el 14.9.2018

Algunas personas conocimos a Hannah Gadsby por su participación en la serie australiana Please Like Me, en la interpretaba una versión ficticia de sí misma, una mujer lesbiana internada por su depresión y un pasado de abusos. Su personaje, a pesar de ser tan trágico como real, lograba sacarle sonrisas y carcajadas al espectador. Ahora Hannah vuelve como comediante de stand up con su propio especial en Netflix, recomendable tanto como para los que ya la conocíamos como para los que jamás habían escuchado su nombre.

Nanette, disponible en Netflix, es un show de stand up que Gadsby realizó en un tour por Australia. Pero, como ella misma nos advierte durante los primeros minutos, este no será el típico humor al que estamos acostumbrados. El humor preestablecido, el humor “seguro” para obtener risas garantizadas.  Es más bien una subversión a dicho género, un cuestionamiento. Una disección a la comedia, al mismo tiempo que nos hace preguntarnos, ¿por qué nos reímos de lo que nos reímos?

Para esto, ella misma explica al público como es que funciona el humor, como es la construcción de un chiste. Hay un inicio, desarrollo, tensión –Hannah desarrolla mucho este concepto, ya que en el humor uno no puede abusar de éste porque el público no puede incomodarse demasiado– y por último, dónde radica mayormente la efectividad del chiste, en el remate. Un remate que descoloque y quizás contradiga el chiste y que por esto mismo sacará risas. Pero, Hannah nos dice, la vida no es igual a la comedia. La vida no tiene remates, o por lo menos no de la misma manera que los chistes.  Por lo que se ve obligada a cambiar la narrativa de ciertas historias de su vida, alterar el tono y el final, cambiar el orden, para así hacerlo agradable de escuchar. Porque lo que nos cuenta Hannah resulta divertido, debido a su gran carisma y encanto, pero siempre hay un elemento trágico en estas situaciones.

Hannah Gadsby dice en su show que por mucho tiempo tuvo que hacer comedia prácticamente pidiendo disculpas, excusándose, burlándose de ella misma, de su homosexualidad, de su físico, solamente para justificar su presencia en un escenario.

“Soy una mujer incorrecta”, nos dice. Incorrecta porque no responde a lo que el poder estimula que la mujer debe ser. Y el humor siempre se ha visto sometido a buscar la aprobación del poder, por lo que diferir puede ser peligroso, visto como una ofensa.

Pero Hannah cuestiona esos códigos y nos hace interrogarnos a nosotros mismos sobre como permitimos que un discurso de odio se esconda y se replique constantemente en la comedia. Como la historia ha invalidado ciertos puntos de vista para vanagloriar otros. Para ejemplificar aquello, Hannah –valiéndose de sus estudios de historia del arte– nos pregunta si el cubismo vale suficientemente la pena como para hacerle vista gorda al machismo y a las actitudes abusivas de Picasso, si las películas de Polanski o Woody Allen no son solo excusas para hacerle vista gorda y darle espacio mediático a un par de abusadores.

Y lentamente la tensión –que Hannah había dicho que se debía controlar– va creciendo, cambiando el tono del espectáculo, traspasando los límites, llevando al espectador cada vez a lugares más oscuros. Y nos cuenta como continuaron sus historias después del remate que inventó para agradar al público, como la violencia y el odio seguían ahí, el dolor que supuestamente debe esconder para hacer comedia aceptable. Pero ya está cansada de hacerlo, nos dice, no quiere seguir sacrificándose por los poderosos, no quiere seguir dejándose a ella misma en segundo plano para agradar.

Y aquel podría ser el remate mismo de la rutina de Hannah; el final no es como la comedia, sino como la vida real, triste y crudo. Las historias no son siempre tan alegres como la comedia nos quiere hacer creer.

Ya quiere abandonar la actitud solícita con el público, quiere dejar de aparentar, quiere exigirles su aporte para el cambio. Porque ya está cansada de la comedia tal como la conocemos, y todo su cansancio se ve manifestado en lo último que dice antes de cerrar el espectáculo: ¿podrían dejar de hacerme perder el tiempo?

 

Amanda Teillery Delattre (1995) es escritora y autora del libro de relatos ¿Cuánto tiempo viven los perros? (Santiago de Chile, Emecé, 2017). Actualmente estudia literatura en la Universidad Diego Portales y prepara la edición de su primera novela.

 

La actriz y comediante Hannah Gadsby en «Nanette» (2018)

 

 

 

 

 

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