Pasé por un fuego clandestino: La poesía del cubano Cintio Vitier

La obra del autor tiene dos etapas más o menos marcadas: la primera está dada por la reflexión mística, intimista, que nace de una oscura raíz y evoluciona hacia una forma lúcida y coherente, incluso en el cuidado de la métrica y la segunda «edad» creativa que se encuentra está influenciada por la Revolución Cubana, a la cual adhirió desde sus convicciones cristianas.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 28.9.2018

Este 25 de septiembre se cumplieron 97 años del nacimiento del poeta cubano Cintio Vitier; y el próximo 1 de octubre se cumplirán nueve años de su muerte ocurrida en la ciudad de La Habana.

Cintio Vitier fue un narrador, ensayista y crítico cubano. Es considerado como la gran figura de la crítica erudita cubana. Dueño de una poesía muy compleja, algunas veces no tan fácil de digerir, Vitier es siempre agradable.

Además de poeta, Vitier fue un estudioso y difusor de la obra del prócer y poeta cubano José Martí. En sus inicios, el autor estuvo vinculado al grupo que se formó en torno a la revista Orígenes, junto con creadores como José Lezama Lima y Eliseo Diego.

Su obra poética tiene dos etapas más o menos marcadas; la primera está dada por la reflexión mística, intimista que parte de una oscura raíz y evoluciona hacia una forma lúcida y coherente, incluso en el cuidado de la métrica, esta fase se encuentra mucho mejor representada por poemas recogidos en su libro Vísperas; la segunda «edad» de su producción está influenciada por la Revolución Cubana, a la cual adhirió desde sus convicciones cristianas y por ello mismo se puede pensar que la poesía de Cintio Vitier es una especie de poesía de la teología de la liberación.

La Revolución Cubana significó para Vitier el enriquecimiento de su propia individualidad, no olvidemos que él nació en territorio estadounidense y eligió a Cuba como su propia patria y trabajó para lograr la consolidación del proyecto revolucionario, y llegó incluso a ser diputado nacional. Sin embargo, pensar que el triunfo de la Revolución significó un giro político en la obra de Vitier, sería un desacierto, sería reducir su compromiso cultural a lo circunstancial y lo veleidoso de los procesos políticos. Tanto es así, que con el paso del tiempo, sus preocupaciones poéticas se fueron centraron más y más en el lenguaje y en la progresiva reducción de su naturaleza mágica.

En esta ocasión estoy trabajando con la Antología poética que publicó el Fondo de Cultura Económica en el año 2002, el mismo año en que Cintio Vitier ganó el Premio Juan Rulfo de Literatura. El poeta Vitier también fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura en 1988 en Cuba.

El primer poema que quiero compartir se titula “Sedienta cita” y está tomado del libro Vísperas publicado en 1953, el libro está dedicado a la poeta cubana Fina García Marruz, también del grupo de Orígenes. Este volumen según sus críticos constituye uno de los más importantes de su producción poética:

 

Sedienta cita

CITO TEXTUALMENTE las estrellas

y el hogar complejo de la naranja herida.

Diminuta es la luz en que el buey se esconde

lejos del ave, asoleando eternamente

las estudiosas manos del guajiro,

sus diez uñas sonoras de cavar el viento.

Dónde estuve, qué es esto, qué era tanto,

por qué laúd de sufrir o cal o estiércol frío

se me propaga en piedras la voracidad del corazón.

¡Ay, los dorados mulos de su costa difunta!

Veo mi rostro en el soez cristal partido,

en la espuela rota, en la leve nieve del sillón de mimbre.

Cito el insólito fieltro de las nubes idas.

Qué flora vuestra, qué dolor, qué tacto aherrojado y libre

desciende, estricto juez de oro, y canta.

Sí, desciende, paño de la luna, sobre un sucio mendigo,

y descarnándolo hasta sus flores o risas o planetas canta:

grácil noche de todos, alas de todos, vago perro.

 

El siguiente poema se titula “Campesina”, del libro De Extrañeza de estar, fechado en 1944:

 

Campesina

Y así calladamente contra el humo

del arroz en el cuarto que el sinsonte tornasola,

miré tus grandes manos, campesina

férrea de piel, forrada súbita de chispa honda

como la flor de oro; y tú secabas

unas oscuras decepciones imprevistas

con tu perenne delantal, volando; y fija me cogiste,

mientras frotaba el hueso fino de la cañabrava

con su rayo el viento, la música que oigo

en mi penuria como un lejano corazón a veces.

Y así calladamente contra el humo

del arroz en el cuarto que el sinsonte tornasola,

pienso en tus bellas manos, campesina, siempre.

 

El siguiente poema se titula “El niño” y esta tomado del libro De sustancia, fechado en 1950:

 

El niño

Después del aromático aguacero

ya no iremos por dulce a la bodega,

ni saldremos corriendo hasta la sombra

morada del caimito cariñoso…

Ya nunca volveremos confundidos

en el áureo sofoco de la risa

a batirnos con suaves espadones,

bajo el gotear ligero de los mangos.

Astroso, montaraz, húmedo amigo,

ya no te pedirán que me regales

tu cajita nocturna de cocuyos.

Ya no la cogeré, lleno de angustia.

Y la flor amarilla y la portada

no nos darán ya más su azul velado…

 

El siguiente poema se titula “Poesía, hambre”, fechado en 1971; es un texto muy sugerente respecto a los beneficios que nos reporta la escritura de poesía, pero además tiene una interesante dejo religioso. Esta obra está tomado del libro La fecha al pie:

 

Poesía, hambre

Poesía, hambre

de todo:

con tu boca quisiera comer,

más que cantar,

comer el canto que tiene hambre de todo y de sí mismo.

Poesía de todo,

hambre, sed

de todo:

con tu boca quisiera comer y beber el pan y el vino,

sin que quedara fuera nada, ni la nada,

para dormir al fin, sin fin, saciado,

bien comido a mi vez por todo, y bien cantado.

 

El siguiente poema se titula “Palma” y fue publicado en su primer libro Luz ya sueño, fechado en 1938:

 

Palma

¡Palma, doncella

hija del viento!

 

¡Tarde celeste

de mi deseo,

pájaro solo

en el anhelo

de las estrellas!

¡Palma, doncella

hija del viento!

 

El siguiente poema se titula “Último epitalamio”, del libro De epitalamios, fechado en 1966:

 

Último epitalamio

PERO SI AL CABO VIENES, despojada

de tus flores nupciales, a la hora

en que el mundo hasta el fondo se desdora

y la ceniza cubre a la mirada;

pero si entonces, con la boca helada

del ocaso postrero que devora

toda ilusión, fatal coronadora,

al oído me dices: soy la nada,

te daré gracias por dejarme verte

y abrazarte desnuda, y por ser mía

siquiera en el instante de perderte;

y dormiré en el tálamo que hacía

mi corazón, soñando que la muerte

es tu último velo, poesía.

 

El siguiente poema es un soneto nombrado “Vallejo mismo” y se encuentra extraído del libro De poemas de mayo y junio, fechado en 1988:

 

Vallejo mismo

SER UNO SIN QUERER César Vallejo,

saber cómo el difunto vivo ardía,

estar con él a solas cual solía

desde su corazón a su entrecejo.

Testamento de todo lo que dejo:

tener hambre del hombre en agonía,

beber el cáliz de la poesía,

ser este sin cesar César Vallejo.

Cómo salir de tan profundo abismo

donde retumba idéntico el denario,

Si ya vivo o difunto soy el mismo,

desesperadamente necesario.

Cómo dejar de ser, si está lo mismo

de oscuro el Valle al pie de mi calvario.

 

El último poema que quiero compartir con usted, sea usted lector o lectora, se titula “El hijo pródigo” del libro Nupcias, fechado en 1993; lo hago porque el texto tiene una marcada implicación religiosa:

 

El hijo pródigo

ME FUI LEJOS A VER, a ver qué había.

Pasé por un fuego clandestino.

Estuve solo entre los míos.

Un leño ardía, la cal ardía blanca y ciega.

Regresé con despojos que yo no deseaba.

Terrible es el deseo del deseo,

sol a plomo.

 

Como podrá ver el lector por esta breve selección de poemas, Cintio Vitier hace gala de una variedad de temas y a través de sus creaciones nos revela ese carácter tan profundamente humano que tenía, no solo como poeta sino también como un difusor de la cultura, pero siempre conservando su sentido de lo religioso.

Ojalá esta pequeña selección de poemas, tomados al azar, anime al lector o lectora, especialmente al que todavía no conoce la poesía de Cintio Vitier y se motive a tomar un libro suyo y aunque el autor no sea un poeta fácil, es siempre un juglar exquisito de leer.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.

 

Volumen que data de 2002, y que conmemora la obtención del Premio Juan Rulfo por parte de su autor en México

 

 

Crédito de la imagen destacada: El poeta Cintio Vitier por Cuba Tesoro (https://www.cubatesoro.com/).