El largometraje de no ficción sigue durante tres años los pasos de Alondra, Diego e Imanol, jóvenes peruanos en riesgo de exclusión social para los que el destino cambió radicalmente cuando la música y el tenor Juan Diego Flórez se cruzaron en sus vidas, gracias al proyecto homónimo.
Por Carlos Ravest Letelier
Publicado el 8.10.2018
El domingo 30 de septiembre, se presentó en el Centro de Extensión del Duoc UC del Puerto la obra Sinfonía (2018), de los realizadores incaicos Gilbert Arroyo y Andrés Locatelli como función de clausura de la tercera edición del Festival Docs Barcelona Valparaíso.
Ambientada en el Perú, el filme aborda el tema de la integración social desde la óptica musical. Como es posible visibilizar talentos, transformar la sociedad a través de la música. La capacidad de organización y precisión existente detrás de los diferentes proyectos musicales muchas veces pasa desapercibido en el sentido común de las personas.
Se asume que la música, al igual que las personas, brotan desde la “nada”, las velocidades, los ritmos son asociados a fases de trabajo, en vez de relacionarlos con el clima interno de los seres humanos que se encuentran ejecutando los proyectos musicales. Al respecto apunta Adorno en su trabajo Filosofía de la nueva música: “En las incursiones polifónicas de Bach y de Beethoven se aspiraba con energía desesperada al equilibrio entre el coral del bajo continuo y la polifonía auténtica en cuanto equilibrio entre el dinamismo subjetivo y la objetividad perentoria”.
Una de las ideas centrales del proyecto “Sinfonía”, quizás puede sintetizarse en lo que Adorno denomina “El arte de la fuga”: En la medida en que la música, medita sobre lo nuevo, lentamente entra en lo que se conoce como el arte de la fuga. La historia de personas comunes, que logran superar la vulnerabilidad, los límites de la vida mediante la música, nos demuestra que la creación no es algo que se encuentra reducido solo al medio cultural, involucra también otras áreas de la existencia cotidiana.
De esta forma, Sinfonía pone sobre la mesa la importancia que posee en la educación el concepto de «aprendizaje significativo»: la capacidad de incorporar un nuevo conocimiento, dentro de la estructura cognitiva. La pobreza, la miseria, como apunta Jorge Ahumada en su obra En vez de la miseria, así como también aclara el proyecto cultural «Sinfonía por el Perú», requiere de gestión política. No se puede resolver un problema, sin antes reconocerlo.
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