«La casa lobo»: de Joaquín Cociña y Cristóbal León: Cuenta la historia de un país…

El largometraje de ficción -que dialoga con las artes visuales y el stop-motion- aborda la metáfora del hogar como un lugar de reconocimiento y de encierro existencial. La morada dentro de otra habitación: la casa es el refugio, y ese espacio simboliza a una nación.

Por Francisco Marín-Naritelli

Publicado el 12.11.2018

“La felicidad es ideal y utópica, es obra de nuestra imaginación”.
Marqués de Sade

“Las apariencias engañan”, reza el dicho popular. Algo así también ocurre con cierta narrativa infantil donde se afinca, entre sombras, claro está, la perversión, la violencia y lo ominoso. Los cuentos de los hermanos Grimm, por dar un ejemplo. La casa lobo de los artistas visuales Cristóbal León y Joaquín Cociña (2018) se mueve en ese imaginario. Lo monstruoso, la crueldad, abordado a veces sutil, como fábula, como abstracción, como pesadilla, como experimentación.

Bien podríamos hablar aquí de una pedagogía, porque el largometraje opera en varios niveles de análisis e interpretación, inabarcables todos ellos. La simpleza, la belleza de la animación, los sonidos, los diálogos, la escenografía, los colores, las texturas, los movimientos, la fragmentación onírica, permiten una recepción heterogénea, variada, para una polifonía de públicos. Valor no menor. Principio de universalidad, como toda narración infantil, que se entrecruza con una realidad del todo siniestra.

¿Colonia Dignidad, la zona gris de la historia del Chile contemporáneo, entre otras tantas?

Sí, pero más que eso.

La película, que dialoga con las artes visuales y el stop-motion, aborda la metáfora de la casa como lugar de reconocimiento y encierro. La casa dentro de otra casa. Sinécdoque mejor dicho. La casa es el refugio. La casa es un país. En este sentido, el personaje del Lobo, infigurable, casi fantasmagórico, un lobo no corporizado, funciona bifronte: como “gendarme” (carcelero) y como “padre” (protección) que alerta la pesadilla del afuera.

Habitar-deshabitar.

Lo tópico es lo seguro, lo propio.

Lo heterotópico es lo extraño, lo peligroso.

Sí, Foucault.

Las operaciones discursivas que están detrás de sectas, dictaduras, fanatismos, colonias, de pronto son develadas a través del cuidadoso trabajo de León y de Cociña. La administración de la “verdad”, la apelación al miedo, la omnipresencia de un líder, la coacción emocional, etcétera. En una lectura crítica y social, La casa lobo, más allá de su perfecta factura técnica, es de aquellas narrativas visuales que producen tanto gozo estético como reflexiones del todo urgentes.

 

Francisco Marín-Naritelli (Talca, 1986), además de periodista y de magíster en comunicación política titulado doblemente en la Universidad de Chile, es un prolífico escritor nacional, cuya última publicación es el libro de cuentos Interior con ceniza (Ceibo Ediciones, 2018). También es el director del Diario Cine y Literatura.

 

Un fotograma de la cinta «La casa lobo» (2018), de Joaquín Cociña y de Cristóbal León

 

 

 

 

 

Tráiler: