Con una puesta en escena que carece de la espectacularidad habitual de “La niña horrible” pero que expresa la opresión y el desparpajo transformista a través de símbolos (maniquíes) y una paleta cromática marcada por el color azul, este montaje nuevamente apunta hacia la reflexión crítica sobre el sistema heteropatriarcal y las normas sociales, a través de una tragicomedia identitaria de estética esperpéntica que esta vez no alcanza, sin embargo, la apoteosis teatral de sus obras anteriores.
Por Jessenia Chamorro Salas
Publicado el 26.11.2018
El 16 de noviembre el Teatro Camilo Henríquez en co-producción con Santiago a Mil, estrenó con grandes expectativas un nuevo montaje de la compañía teatral que los últimos años ha venido demostrando una propuesta escénica particular, tocando siempre temas contingentes respecto a las problemáticas de género y feministas, “La niña horrible”, que bajo la dramaturgia de Carla Zúñiga y la dirección de Javier Casanga, ha aportado a la renovación del teatro chileno. Esta es la sexta entrega de la compañía, que tiene a su haber las exitosas obras: Sentimientos, Historia de amputación a la hora del té, En el jardín de rosas, sangriento Vía Crucis del fin de los tiempos, Trágica agonía de un pájaro azul y Los tristísimos veranos de la princesa Diana.
Esta vez la apuesta está en representar la problemática travesti, al más puro estilo estrambótico que ha caracterizado a la compañía, y que pone de relieve las injusticias y discriminación a las que están expuestas las disidencias sexogenéricas, en este caso, el mundo travesti, pero también las minorías: homosexuales, lesbianas, mujeres, inmigrantes, ancianos, discapacitados, etcétera, sometidos al poder heteropatriarcal y falogocéntrico que los coarta y les impide vivir libremente.
El amarillo sol de tus cabellos largos cuenta dramáticamente la historia de Alma, un travesti a quien su familia le ha quitado a su pequeño hijo, Ángel, por el hecho de ser travesti, lo cual a sus ojos lo ha invalidado para ejercer el rol de padre/madre. Alma, en compañía de sus amigas travestis, intentará de todo para recuperar la tuición de su hijo, incluso cambiar su verdadera identidad.
A través de la estética de lo grotesco y la fealdad, la obra problematiza el concepto de familia que ha imperado en nuestra sociedad, brindando luces que permitan deconstruir el sistema normativo e incluir a aquellas figuras que han sido marginalizadas por hallarse en las fronteras de los significantes establecidos de la normalidad. Travestis, homosexuales, mujeres, inmigrantes y discapacitados utilizan sus corporalidades para evidenciar la exclusión a las que han sido sometidos, cuestionando el sistema normativo y resignificando a estos cuerpos disruptivos que por su “diferencia”, no encajan en la sociedad. Cuerpos que en la obra adquieren dimensión política, pues representan el horror, la injusticia y la miseria a las que la sociedad misma los ha relegado. En este sentido, los cuerpos travestis protagonistas del montaje, son metáfora de la transgresión encarnada, de la inversión estética en donde la belleza habita en lo grotesco, en el exceso y en la carencia, como formas de existencia maltrechas que han debido resemantizarse bajo una nueva lógica y por consiguiente, una nueva estética que tiene como eje articulador la experiencia de lo horrible. A través de un montaje marcadamente expresionista, “La niña horrible” ha vuelto a las tablas, utilizando el grotesco, la coprolalia y la exacerbación dramática, como únicos mecanismos que permiten problematizar radicalmente, sin inhibiciones y con un desparpajo exorbitante, las normas que marginalizan los cuerpos disruptivos.
Dichos mecanismos operan no solo a nivel discursivo, sino a nivel estético y dramático, lo cual genera una paradoja interesante de considerar, pues socioculturalmente el mundo travesti ha sido asociado a lo vulgar, lo estrafalario, lo exacerbado, e incluso, lamentablemente, lo monstruoso. Y son estas mismas características las que vemos en los personajes de la obra, lo cual lleva a pensar que se han utilizado los mismos lugares comunes y tópicos que han sido vinculados al mundo travesti, a través de personajes cuyos estereotipos representan intentos maniqueos por retratar la figura del travesti. Gritonas, coprolálicas, con una sexualidad exacerbada y un humor que en muchas ocasiones se vuelve burdo y poco trabajado, los personajes de la obra representan figuras tragicómicas de los mismos estereotipos con que culturalmente han sido asociados los travestis y que el montaje probablemente pretende cuestionar y deconstruir. Una subversión que al menos estética y dramáticamente la obra no condensa al nivel de la propuesta discursiva que la articula.
Alma y sus amigas evidencian una profundidad sobrecogedora, una dimensión profundamente humana en que el amor es el motor existencial que las rige, un amor que va más allá de la pasión, un amor de auténtica entrega, en que se defiende al otro con la propia vida, en que la ausencia del otro se vuelve una condena, una amor entre compañeras de vida que luchan contra los mismos enemigos, un amor profundamente filial y fraterno en que las diferencias se excluyen por el bien común.
Alma es la encarnación de la mater dolorosa, a quien le han arrebatado su hijo y por quien mataría y moriría. No es cualquiera quien se lo arrebató, sino sus propios padres, quienes encarnan a la familia heteropatriarcal, pero también, la dimensión foucaultiana de la familia, pues en ella condensan la imposición rajatabla de las normas sociales. Alma, su hij@ nunca pudo encajar con lo que ellos esperaban, y ahora quieren cambiar al pequeño Ángel, convertirlo en su imagen y semejanza, hecho que se evidencia en su re nombramiento como Mario, mismo nombre del padre de Alma y que representa la imagen masculina que desean plasmar en él. Un travestismo inverso, falocéntrico, socialmente esperado, normado, y aceptado.
No solo la obra aborda el tema de las disidencias sexogenéricas travestis, sino que también, por una parte, la marginalización etárea, en la figura de la abuela de Alma, relegada por su familia, sin poder expresar su opinión, quien es incluso maniatada por ellos en la parte final del montaje. Por otra parte, la marginalización de los inmigrantes, la cual es encarnada por el personaje de la vecina negra, quien es esclavizada bajo el aparente trabajo doméstico que realiza, y a quien la ambulancia no quiere escuchar debido a su acento extranjero. Por último, la marginalización de los cuerpos discapacitados y enfermos es encarnada por la travesti sin rostro, quien además de estar ciega y deformada, no puede pronunciar la letra “u”, hecho jocoso pero que dificulta enormemente su comprensión, lo cual se manifiesta cuando intenta pedir ayuda por teléfono y nadie la entiende. Otros de los personajes maginalizados son las mujeres, las cuales en la obra son encarnadas principalmente por la policía, por la actriz, y por las mujeres del otro departamento que son humilladas y violentadas por la policía cuando ésta buscaba a las travestis. Diferentes caras de una misma moneda, pues expresan que las mujeres estamos sometidas a un orden y lógica heteropatriarcal que no tiene respecto alguno por nuestro cuerpo ni por nuestra identidad, esto se manifiesta por ejemplo en la escena en que la policía comenta que revisó a las mujeres del otro departamento y las obligó a que les mostrasen sus vaginas para que demostrasen que en verdad eran mujeres –una de ellas muere posteriormente–, también en el hecho mismo de que la policía mujer deba validarse constantemente frente a sus pares hombres, a riesgo frecuente de ser burlada y humillada por ellos –ella está inserta en un sistema del que no es consciente, por eso afrenta a sus congérenes–, y por último, la actriz, quien está embarazada producto de la violación de un amigo de su familia, y quien comete un acto absolutamente trágico en el desenlace de la obra.
La muerte final de los dos bebés, niño y niña, demuestra metafóricamente que la abolición de los binarismos es la única forma de otorgar libertad a las personas, a su vez, evidencia que los patrones sociales se repiten, y que es mejor que esos pequeños bebés no continúen el legado trágico que han heredado de sus padres, cuyos cuerpos disruptivos han sido sometidos hasta el hartazgo.
Con una puesta en escena que carece de la espectacularidad habitual de “La niña horrible” pero que expresa la opresión y el desparpajo travesti a través de símbolos (maniquíes) y una paleta cromática marcada por el color azul, El amarillo sol de tus cabellos largos nuevamente apunta hacia la reflexión crítica sobre el sistema heteropatriarcal y las normas sociales, a través de una tragicomedia travesti de estética esperpéntica que esta vez no alcanza la apoteosis teatral de sus montajes anteriores.
Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile.
Ficha artística
Dramaturgia: Carla Zúñiga.
Dirección: Javier Casanga.
Asistencia de dirección: Loreto Araya.
Elenco: María Nelly Miranda, Bárbara Vera, ítalo Spotorno, Claudia Vargas, Ignacia Lizama, David Gaete, Alonso Arancibia, Paula Calderón, Javier Varas, Gerard Henry y Víctor Vergara.
Diseño escenográfico y gráfico: Sebastián Escalona.
Diseño de vestuario: Elizabeth Pérez.
Música: Alejandro Miranda.
Técnico: Diego Rojas y José Miguel Carrera.
Producción en terreno: Catalina Latorre.
Comunity manager: Manuel Pacheco.
Producción: Minga Producción Escénica.
Co produce: Teatro Camilo Henriquez y Fundación Teatro a Mil.
Valores: $ 6.000 Entrada general – $4.000 Estudiantes y tercera Edad. Miércoles populares $3.000
Temporada del 16 de noviembre al 7 de diciembre.
Miércoles, jueves, viernes y sábado 20:30 horas.
Domingos 18 y 25 de noviembre y 2 de diciembre a las 19:00 horas.
Duración: 1:45 aproximadamente.
Sala: Teatro Camilo Henríquez.
Dirección: Calle Amunátegui N° 31, comuna de Santiago Centro, Santiago.
Crédito de las fotografías utilizadas: Teatro Camilo Henríquez.