«Crimen en El Cairo»: Una crónica del poder corrupto

Este es un largometraje de ficción -actualmente en exhibición comercial- que no debiera pasar desapercibido puesto que escasean las miradas de un Medio Oriente espurio, tiros por elevación mediante. En efecto, se trata de una obra audiovisual que nos confronta con una realidad dura al tiempo que nos ofrece un entretenimiento de alto nivel. Un buen plan para salir de la poltrona e ingresar a la sala grande de un cine para disfrutar de casi dos horas en las que no se renuncia a un ritmo dramático sostenido y a un final sin fisuras.

Por Alejandra M. Boero Serra

Publicado el 14.3.2019

 

«Desnuda/ Floto entre despojos con bigotes de acero/ Con la herrumbre de sueños interrumpidos…»
Joyce Mansour

«Desde el primer día dimos la cara y denunciamos que mi hermano había muerto por publicar en internet un vídeo en el que se ve a varios policías traficar con droga».
Zahra Said

Tarik Saleh (1972), sueco de origen egipcio, es el director y guionista de Crimen en El Cairo (The Nile Hilton Incident, 2017), un thriller que maneja códigos, personajes, elementos visuales y conflictos propios del film-noir: un policía corrupto que se mueve en los antros y las calles de una ciudad caótica, sombría, sórdida cual cazador atrapado; la femme fatale víctima de un destino trágico; una testigo que se escabulle; un poderoso, hijo del poder; un clima amenazante y escabroso sostenido por una fotografía que sabe crear la atmósfera justa para el suspense; un tempo realista que se mueve entre la crónica social de fondo y una investigación sui generis por fuera del establishment.

Una historia real, un crimen «pasional» (en una cosmovisión patriarcal lo de femicidio no aplica) en el marco de las protestas que desembocarán en la fallida primavera árabe y en la caída del «faraón» Hosni Mubarak. En el medio corre sangre. Son días de furia y de impotencia: las revueltas cuyo centro es la cairota plaza Tahir dejan un saldo devastador de muertos, heridos, una represión descomunal y un clima aún más enrarecido en donde las tragedias se multiplican.

Un comandante Noredín, interpretado magistralmente por el libanés -radicado en Suecia- Fares Fares, protagonista absoluto, con un physique du rôl perfecto: policía de El Cairo con conexiones familiares que auguran un futuro promisorio, implacable en su accionar faccioso, un engranaje más sometido a los dictados de una institución en donde nadie es inocente y que -también- debe doblegarse a los poderosos de turno y a los organismos de inteligencia minados, todos, sin excepción, por una corrupción que los sostiene y parece inamovible, estructural y panóptica. Un duro que sólo podrá roer el asesinato de una hermosa cantante en el hotel internacional Nile Hilton. Ese será el hilo de Ariadna a transitar donde sus rígidas convicciones comenzarán a ceder. Las presiones de los superiores, las intimidaciones de «gente influyente», la desesperación de una testigo senegalesa, la trampa de una vampiresa que desarma y vulnera al recio que se las sabía a todas, menos las trampas que lo envuelven en las sombras de su propio territorio, la traición de los suyos… Noredín nunca pretende ser el bueno, su objetivo es ganar dinero, sabe que la justicia no existe y que su lugar le permite ciertas prerrogativas. En esta oportunidad descubrirá cuáles nunca serán para él.

El filme de Saleh es un policial clásico con todas las vueltas de tuerca que permiten ir al encuentro de algo nuevo. Mostrar manteniéndose al margen de los acontecimientos políticos. Denunciar un sistema de seguridad y de poder gangrenado en donde la luz no se encuentra. Una trama que se desenvuelve en torno a personajes oscuros y un caso cerrado que se abre, constantemente, para filtrar el horror. Un montaje que corre en paralelo la investigación y las protestas coyunturales. Un guión verosímil en donde lo que se dice es menor a lo que se sugiere. Los pequeños detalles diseminados que nos dejan ver dónde estamos: el caos de una ciudad que bulle, la pobreza que no se puede ocultar, los ritos cotidianos que definen a los cairotas como cruzar una calle por cualquier resquicio. Escenas vivas, secuencias que no se ralentizan ni siquiera cuando el protagonista, cigarrillo en mano, sólo y solo piensa en cómo y dónde seguir. Silencios que delatan. Nada se deja librado al azar. Un exotismo nada almibarado. Hablada en árabe, francés, inglés y dinka mostrando un multiculturalismo diferente a las cosmopolitas ciudades europeas Crimen en El Cairo se atreve a reversionar a los clásicos sin dejar de ser original. No hay copia, sí homenajes a los maestros de un género que siempre va por más.

Una película que no debiera pasar desapercibida puesto que no abundan miradas de un Medio Oriente corrupto, tiros por elevación mediante, que nos da en el centro de un Occidente con ínfulas de «maestro siruela». Una obra que nos confronta con una realidad dura al tiempo que nos ofrece un entretenimiento de alto nivel. Un buen plan para salir de la poltrona e ingresar a la sala grande de un cine para disfrutar de casi dos horas en las que no se renuncia a un ritmo sostenido y a un final sin fisuras.

Crimen en El Cairo viene precedida por los premios a mejor película internacional en el Festival de Sundance, Espiga de Oro a mejor director y guión en el Semini de Valladolid, Nominaciones a mejor película extranjera en los Premios César y cinco premios que incluyen a mejor película y ocho nominaciones en los Premios Guldbagge de Suecia. No son datos menores. No estamos en Hollywood. Podemos confiar en estas distinciones.

Casi que estoy tentada de ir a buscar los otros trabajos de Saleh: Metropía (2009), Tommy (2014) y el sexto episodio de la segunda temporada de Westworld (2018) y a esperar las próximas apariciones del actor Fares Fares, una revelación.

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

Un fotograma de la cinta «Crimen en El Cairo»

 

 

 

 

Alejandra M. Boero Serra

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Los actores Fares Fares y Hania Amar en un fotograma del filme «Crimen en El Cairo» (2017), del realizador egipcio Tarik Saleh.