Esta es un montaje de gran virtuosismo, con una veintena de actores, impresionante puesta en escena y agradable de ver en su diseño de arte, la cual además nos acerca al contexto de los años ’20, para poner en evidencia la lucha de clases, en medio de un costumbrismo naturalista. Así, la compañía La Dramática Nacional continúa con su objetivo de revisitar textos clásicos y de trasladarlos hacia un formato multidisciplinario: ahora con la primera obra de Antonio Acevedo Hernández, el consolidador de la dramaturgia nacional.
Por Faiz Mashini
Publicado el 2.11.2017
Nos enfrentamos a la proyección de una propuesta cinematográfica. Es producto de un efecto que nos introduce al montaje, develando las habitaciones de un conventillo expuesto por andamios que forman seis compartimentos, tres arriba y tres abajo, adquiriendo una composición simétrica por resultado. La cuarta pared, que no es solo la del escenario, sino parte de la estructura arquitectónica del espacio que se representa, para adentrarnos en su traslucidez a la vida íntima del pueblo, remontándonos a la primera mitad del siglo pasado, buscando así entender de dónde provienen nuestros conflictos políticos actuales, en esta radiografía de otra época.
Con personajes muy bien elaborados y excelente técnica actoral, estos trabajadores confluyen en dicho ambiente, rescatando las diferentes personalidades de los más consecuentes en la lucha social y revolucionaria, y en el enfrentamiento de derechos entre obreros y patrones, en una fábrica que por explotación, se vota a huelga por mejoras salariales, poniendo en papel protagónico el rol de los sindicatos durante este periodo de formación y concientización.
Se sostiene el argumento en un supuesto conflicto por dinero, y esa es la tensión que anima la trama a partir de ciertos sujetos haciendo negociado con los patrones, en el resurgir de los traidores: los rompe huelgas.
Hay un desglose que quiere abarcarlo todo en la descripción de los personajes, en algunos casos rememorándonos la ética en la miseria que expone por ejemplo Manuel Rojas, en la tetralogía de Aniceto Hevia con «Hijo de ladrón» (1951), «Mejor que el vino» (1958), «Sombras contra el muro» (1964) y «La oscura vida radiante». De esta manera, la lucha de clases no es solo la búsqueda de una ley justa, también es la expresión de la defensa por la dignidad de los individuos. Se hace necesario este desglose radiográfico. Entender nuestro pasado como funcionamiento de la sociedad presente. Pues la historia sigue presentando hoy, a los diferentes personajes de «Almas perdidas»: la prostituta, el ladrón con ética, la mujer tísica de tanto trabajar, y otro resto envuelto en la enfermedad y en el hambre.
El vestuario es de gran elaboración, nos devuelve en el tiempo hacia atrás. La iluminación induce a esos estados de calidez hogareña, olor a madera, y entre tonos de luz cálida, algunos focos azulosos tienen las cortinas transparentes de las habitaciones, causando un lúdico contraste.
Los elementos técnicos buscan fusionarse en la longitud de la trama, entre bailes completos, de diferentes índoles que retratan el patrimonio inmaterial, los cantos, las proyecciones a parte, la gran escenografía, vestuario y una excelente actuación del elenco.
Fechada originalmente en 1917, «Almas perdidas» es la primera obra de largo aliento del dramaturgo chileno Antonio Acevedo Hernández (1886-1962).
Ficha técnica:
Director ejecutivo: Hugo Medina
Co-directoras: Nelda Muray, Carolina Rebolledo, Carolina Araya
Productora: Alejandra Pérez
Elenco: Agustín Moya, Jorge Rodríguez, Iñigo Urrutia, Giordano Rossi, Francisco Puelles, Paola Lucero, Katherine Campos, Emilio Sepúlveda, Roberto Vallejos, Francisco Cuevas, César Ramírez, Pablo San Martín, Leonardo De Luca Navarro, Carmen Demarta, Javier Araya, Nelda Muray Prado, Carolina Araya, Carola Rebolledo, Alejandra Pérez, Hugo Medina
Director/a musical: Nicolás Rodríguez y Paola Lucero
Vestuarista y maquillaje: Camilo Saavedra
Director audiovisual: Erwin Scheel
Iluminadora: Fernanda Balcells
Sonidista: Marcelo Moraga
Escenógrafa: Loreto Martínez
Maestro de folklore: Osvaldo Cádiz
Profesores de baile: Laura Hernández y Carlos Liberona
Fotógrafa y diseñadora gráfica: Sumiko Muray Prado
Agente de prensa: Sebastián Torrico
Maestro de historia social: Gabriel Salazar
Productor en terreno: Álex Córdova
Edición y mezcla de sonido: Daniel Vargas
Grabación y estudio de sonido: René Prado
Tramoya: Eduardo Seymour
Actor escena audiovisual: Óscar Hernández y Ricardo Carvajal
Transportista: Jorge Morales
Asesor en historia: Gian Reginato
Sala: Teatro principal de M100
Funciones: Desde el 26 de octubre hasta el 19 de noviembre, jueves a sábado a las 20:30 horas y domingo a las 19:30 horas
Valores: $6.000 general, $3.000 estudiantes y tercera edad, $2.000 jueves popular
Duración: 100 minutos
Audiencia: Para mayores de 14 años
Dirección: Avenida Matucana N° 100, comuna de Estación Central, Santiago
Crédito de las fotografías: Centro Cultural Matucana 100