Con un formato de cine tradicional (2.39:1) y sin efectos especiales, solo con el oído y los movimientos precisos y rítmicos, el largometraje de ficción del director franco-argentino Gaspar Noé -que actualmente se exhibe en la cartelera nacional- atrapa y lo hace a tal extremo que el título toma cuerpo y el clímax se siente en el pecho: esta obra reflexiona audiovisualmente sobre el descontrol, y acerca de lo aberrante que somos capaces como humanidad de hacer y finalmente de omitir.
Por Alejandra Coz Rosenfeld
Publicado el 14.4.2019
Clímax ( Francia, 2018) es la nueva película del conocido director Gaspar Noé (1963), ambientada dentro de una especie de galpón muy lúgubre. Podría decirse que el tipo de iluminación y atmósfera es similar a Irreversible (2002), semi-luz, semi-nitidez, con planos y tomas que no se detienen, a veces la cámara gira sutilmente creando desasosiego, una espera de algo, algo que suceda, algo que se intuye sucederá.
Cámara y música van de la mano en una sincronía perfecta, no hay cortes, es un todo que forma parte de un todo.
El filme comienza con una serie de entrevistas, en francés, lengua original, el punto en común es la danza.
Los entrevistados, todos bailarines, quienes van relatando diversas vivencias en torno a la danza y a sus vidas, hablan de lo que serían capaces de hacer, lo peor que han hecho, los motivos y por qués de x situaciones.
Después comienza una toma continua dentro del galpón, donde todos los entrevistados bailan, es la práctica de una coreografía, es una celebración, la que se convierte en una crudísima experiencia extrema, cuando uno de los presentes le agrega LSD a la sangría que estaba preparada sobre la larga mesa.
El baile habla de lo tribal y primitivo, lo que conecta con la parte animal del ser humano, lo instintivo, con la barbarie. El bailar es soltar y dejarse llevar, el baile es la clave para no caer en la desesperación, para no romper el vínculo con lo interno.
La música envuelve desde el primer beat, compuesta de manera genial por Ambroise Thomas, es inevitable tratar de mantener los pies quietos a lo largo del filme.
En la medida que el LSD comienza a hacer efecto algunos bailarines empiezan a notar que algo les sucede, se sienten extraños, cierto temor comienza a invadir al colectivo, la violencia se escurre, las alianzas se forman, la crueldad aflora y se nos revela la parte oscura del ser humano, el lado que es solo instinto, sin ápice de consciencia, discernimiento ni hermandad y hasta dónde es capaz de llegar.
Como en otras películas de Noé, se muestra ese lado oculto y macabro del ser humano, ese que no queremos ni siquiera saber que existe, esa parte donde la maldad está en casa, la que además es contagiosa.
De una manera muy peculiar Noé expone los tipos de personalidad que bordean tanto hombres como mujeres, habla de miedos arquetípicos, todo exaltado por la sangría con LSD. Algunos sacan la cara violenta, otros solo bailan, otros huyen, otros mueren, otros se dejan llevar.
Todo explorado desde la vereda dramática de la supervivencia, de lo basal, desde la desconfianza y la desconexión con el otro y conmigo mismo.
La película habla del descontrol, de lo aberrante, de lo que somos capaces como humanidad de hacer y de no hacer.
Con un formato de cine tradicional (2.39:1) y sin efectos, solo con el oído y los movimientos precisos y rítmicos, la película atrapa y lo hace a tal extremo que el título toma cuerpo y el clímax se siente en el pecho.
Es un filme que atraviesa al espectador, es una radiografía del espíritu tomada desde un punto al que se rehuye de forma perenne.
Alejandra Coz Rosenfeld nace en Santiago de Chile, en 1972. Poeta, artista y terapeuta transpersonal, estudió letras y estética en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y arte en el Palazzo Spinelli, de Florencia, Italia. Ha publicado el poemario Marea baja (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2017), y prepara su primer libro de relatos con el título tentativo de Las aguas de Neptuno y otros cuentos, y una segunda entrega de poemas, ya bautizada como La jabalina (Ediciones Filacteria, Santiago, 2019).
Tráiler:
Imagen destacada: Un fotograma del filme Climax (2018), del director franco-argentino Gaspar Noé.