Ciclo Australia Contemporánea en el GAM: Danza «Cock Fight», las velocidades pictóricas del cuerpo

Cuando los organismos se atraen, chocan, y cuando su instinto los aleja, están unidos por amarras. Esta es la metáfora de una relación entre hombres, de la continua tensión dada por las fuerzas contrarias a la voluntad en una situación absurda sin salida que plantea la danza por el desgaste de estas biologías en la desarmonía de una realidad actual y moderna, en lo que lleva por título: “pelea de gallos”.

Por Faiz Mashini

Publicado el 5.11.2017

Son varias las evocaciones que surgen, desde el inicio, lo kafkiano por la situación del sujeto inmerso en un sistema de incomprensión y de ambiente hostil. Por la relación entre los personajes, además de Kafka, se hace presente la depredación que proponen los cortometrajes de Jan Svankmayer. Y así, del diálogo pasamos al desacuerdo, y del desacuerdo a los choques de cuerpos confrontados. El absurdo se vuelve una constante de la incomunicación y un par de cuerpos se debaten, se envuelven, se estrellan y se retuercen.

Asimismo, en una pelea de gallos, son dos ejemplares de una misma especie que con sus espuelas y picotazos se intentan matar por territorio y dominio, incluso, en algunos casos, hasta sacarse los ojos. Lo laboral como territorio desgastado es el cuadrilátero donde se lleva a cabo esta confrontación, rememorando la frase de Hobbes: “El hombre es un lobo del hombre”.

Hay un tratamiento del cuerpo como materia y de la escenografía como objeto. El cuerpo como materia anuncia la necesidad de demostrar su peso y contraponerlo con técnicas de baile en las que los danzantes descienden muy lentamente, en ejercicios de equilibrio, sostenidos por su compañero, en una sensación de flotabilidad. El cuerpo denso y pesado, flota, se suspende en el aire en esta atmósfera blanquecina, pero también se desgasta en su expulsión energética en que choca uno contra otro y contra la misma materia, como si el bailarín fuese una ola chocando contra la roca. El desgaste del cuerpo termina incluso en automatismo inconsciente. En muchos casos el desgaste está dado también por el principio de reiteración, que demuestra una falta de conciencia y que insiste en dicho desgaste. Sin embargo, el hecho en que confluye la danza, comienza y se enmarca en la temática y la situación de oficina.

El “objeto” es explotado a partir de la utilidad. Al objeto se le define por su uso, pero también lo pierde, y la materia es llevada al extremo de su resistencia. No sabemos en qué momento la danza hará colapsar la escenografía, y nos deleitamos del manejo técnico de los bailarines con todos los elementos. En algunos momentos danzan, en otros, actúan.

La escenografía es la de una limpia y fría oficina. Paneles blancos como fondo con una puerta cargada hacia la derecha, dos persianas a los lados dispuestos hacia dentro del escenario, una mesa central con su silla, un mueble archivador y una pizarra. Esta oficina, impoluta y amplia, es a su vez inhóspita, habitable sólo para trabajar. En este escenario, ambos sujetos se encuentran con el fin de relacionarse.

“Tome asiento”, indica el oficinista, sin haber silla para sentarse, lo cual expone el absurdo desde el inicio.

La iluminación proviene de diferentes fuentes. Calles de luz laterales detrás de las persianas cuelan la luz por entre las rendijas, pasajes diagonales rellenan, luces que provienen de una hilera de tubos fluorescentes, en otros casos desde dentro de los cajones del mueble, un círculo se dibuja en el centro del piso por una luz cenital, un foco de contra se cuela por un ventilador, proyectando la figura en el piso, y a la puerta abierta.

La iluminación parcelada dibuja cuadros distintos del mismo espacio, pero cuando todas las luces se encienden al mismo tiempo, el blanco se vuelve estridente por el rebote, ocurriendo dos fenómenos: la sombre es anulada por las múltiples direcciones de los focos, abarcando todo ángulo, y los objetos y los cuerpos, ya no la tienen, y en segundo caso, cuando el ojo se acostumbra, la naturaleza de las luces -frías y cálidas-, nos permite ver diferentes calidades de blancos.

Ausencia de sombra y variedad de blancos, la primera remite a una cualidad metafísica, ya sea lo incorpóreo o traslúcido o el no tener suelo, la segunda acerca a lo pictórico con Malevich y su “blanco sobre blanco”. En la pintura metafísica, la sombra se presenta como la ausencia. Cuando la sombra es dura, y va hacia adelante, ocurre este fenómeno de De Chirico, cuando es diagonal y hacia atrás, nos remite a Edward Hopper, o por estética escenográfica y pulcritud del espacio, a David Hockney.

Esta es una obra de danza con humor, con una preocupación de entrar en el baile a partir de un argumento inicial que se desarrolla bajo un contenido claro y que se refleja, que no espera de la estética una convención sino que arremete con la brutal fuerza del cuerpo y se aproxima al mundo de la “performance”. Una experiencia de reflexión en agrado escénico.

El Ciclo Ciclo Australia Contemporánea en el GAM continúa desde el 9 hasta el 11 de noviembre con las presentaciones del montaje de danza y teatro «Oedipus Schmoedipus».

 

En el montaje de danza y teatro «Cook Fight» hay un tratamiento del cuerpo como materia y de la escenografía como objeto

 

No sabemos en qué momento la danza hará colapsar la escenografía, y nos deleitamos del manejo técnico de los bailarines con todos los elementos

 

Ficha técnica:

Directores: Kate Harman, Julian Louis, Joshua Thomson y Gavin Webber
Actuaciones: Joshua Thomson y Gavin Webber
Diseño LX: Mark Howett
Diseño de sonido: Luke Smiles
Diseñadores de escenografía: Joey Ruigrok y Joshua Thomson
Produce: Performing Lines y The Farm
Desarrollado en asociación con NORPA
Coproducido por Centre for Contemporary Arts, Cairns & DanceNorth, Townsville

La danza teatral «Cock Fight» se presentó los días 3 y 4 de noviembre en la Sala A2 (edificio A, piso 1), del GAM

 

Crédito de las fotografías: Centro Cultural Gabriela Mistral