Basándose en el libro autobiográfico de John Callahan, el director y guionista estadounidense elabora un largometraje de ficción en tono de comedia sobre una historia de superación personal. John (interpretado brillantemente por Joaquin Phoenix) es un alcohólico que queda tetrapléjico tras sufrir un accidente automovilístico. Gracias a la ayuda de Annu (Rooney Mara) y especialmente de Donnie (Jonah Hill), el hombre logra cambiar su vida dejando atrás su adicción. El filme nos muestra la importancia de comprenderse y el valor de saber transformarse.
Por Jordi Mat Amorós i Navarro
Publicado el 1.5.2019
«Comprender es perdonar».
Ernest Hemingway
Ahogarse
Jhon es alcohólico desde la preadolescencia, como él mismo confiesa: “desde niño estuve borracho, era una auténtica vergüenza porque no me sentía amado, así que intentaba disimular mis emociones”. Nuestro protagonista optó por ahogar sus emociones en alcohol, encontró en él la forma de evadirse de su dura realidad. Eso mismo les ocurre a muchas personas adictas a substancias de todo tipo, es una elección personal que suele tener consecuencias indeseadas. Jhon fue criado en una familia de adopción; familia con varios hijos y un severo padre que le marcó.
Pero el meollo del problema es la dolorosa sensación de abandono, el creerse rechazado por una madre que se desentendió de él siendo un bebé. Jhon siempre comenta en broma, tras la que se esconde la amargura (cual clown que sonríe pero llora por dentro): “Se tres cosas sobre mi verdadera madre, era irlandesa-estadounidense, era pelirroja y era maestra. Y, claro, no me quería. Así que cuatro cosas”.
La vida de ese bebé-niño-joven-hombre abandonado es una no vida, la adicción lo ha dominado matándolo día a día, consumiendo su cuerpo y lo que entiendo es más importante: consumiendo su alma (o cómo queramos llamarla). Hasta que llega el accidente automovilístico que casi acaba con él, el accidente que lo convierte en un tetrapléjico dependiente.
Y el accidente de casi muerte se le presenta en su vida como oportunidad para cambiar. Suele suceder, cuando no somos capaces de darnos cuenta de que nos ocurre algo “negativo”, aparentemente un acontecimiento fortuito acude como ayuda. Podemos o no aprovecharlo. Afortunadamente Jhon lo hace, cambia su actitud, deja la adicción, supera el victimismo; en definitiva vive la vida “a pesar de” el abandono materno y de su invalidez.
Cambiarse
El cambio que se da en Jhon es, como todo cambio real, un proceso. Un proceso de toma de conciencia de sí mismo que llega a buen fin en gran parte gracias a dos personas: la dulce Annu, su fisioterapeuta en el hospital y Donnie un ex-alcohólico que dirige grupos de ayuda para adictos. Annu ve la belleza en él y al amarlo logra que se ame; Donnie se convierte en su mejor amigo y consigue que por fin tome las riendas de su vida. Gracias a él, Jhon poco a poco va profundizando en su dolor y va dejando de responsabilizar a los demás de lo que le ha ocurrido y ocurre. Asume que ha sido él quien ha elegido evadirse en el alcohol y arriesgar su vida al subir ebrio a un coche conducido por Dexter, un amigo también borracho.
Donnie logra sacar lo mejor de él, sabe darle un punto de vista distinto a todo siempre desde el respeto. El amigo y terapeuta conoce por propia experiencia que es necesario dejar que pase el tiempo para que surja la comprensión, y que ha de ser el propio Jhon quien encuentre las claves de su dolor. Donnie le ayuda a salir de su visión victimista con sabias palabras: “Tal vez te debilitaron para que te hicieras fuerte. El camino es conocerse a sí mismo olvidándote de ti mismo”.
En una brillante sesión lo conduce al tuétano de su dolor mediante una batería de porqués que recuerdan las interminables preguntas de los niños. Y al llegar allí Jhon rompe a llorar recordando su desapego hacia el padre adoptivo y cómo progresivamente se extendió a toda la familia: “Jamás los perdonaré, es decir ellos jamás me perdonarán a mí por todas las idioteces que hice”. Donnie le hace ver el “jamás los perdonaré” escondido tras el “jamás me perdonarán” y le anima a que hable cara a cara con ellos para perdonarles, le anima a perdonar como forma de liberación.
Así, Jhon se encuentra con personas de su pasado para pedirles perdón y reconciliarse con ellos (y con sigo mismo): un viejo maestro, la asistenta social, sus padres adoptivos… También su amigo Dexter quien aún bebe y se considera un fracasado. John con empatía le libera de su “culpa” asegurándole que le perdona y que se encuentra muy bien “He estado aprendiendo que yo mismo me jodí la vida mucho antes de conocerte”, Dexter se alegra y lo abraza. Y le habla al retrato de su madre, le dice que está guapa “a ti te tengo que perdonar más que a nadie, te he insultado, nunca consideré cómo te habría afectado a ti, necesito que sepas que te perdono”. Por último se perdona a sí mismo por todo, especialmente por hacer caso a Dexter e irse con él en el coche.
Y en una ceremonia donde Jhon recibe un premio como dibujante de caricaturas (expresión creativa que nace en él tras el accidente y que le ayuda a sacar todo lo que lleva dentro) lo vemos agradecer a quienes han hecho posible que esté donde está: “si no fuera por vosotros creo que no habría sobrevivido”, les dice mientras el realizador nos los enfoca entre el público asistente. Ahora Jhon también conduce grupos de alcohólicos anónimos, puede ayudar a otros porque ha aceptado ayuda y se ha ayudado, sabe cómo hacerlo por propia experiencia.
Sensibilidad
La película nos muestra hombres que lloran y se abrazan. Jhon al bucear en su dolor, Donnie al recordar a un amor al que trató mal y le dejó por su adicción, Dexter al reencontrarse con Jhon. Todos hombres sensibles con problemas que optaron por refugiarse en el alcohol.
No es fácil vivir en este mundo nuestro siendo sensible. Suceden demasiadas cosas que no deberían suceder, demasiadas injusticias, demasiados abusos, demasiados desafectos. Y cuando se es sensible todo conmueve más. Por eso no es de extrañar que algunas personas así se refugien en el alcohol u otras drogas, no lo pueden soportar y no saben encontrar nada mejor que les ayude a seguir. Es triste que así sea, es triste por ellos y es triste por todos nosotros.
En nuestra sociedad se tiende a juzgar-criticar la adicción, como hacemos con tantas actitudes que no encajan y de esta forma hundimos aún más a esa gente ahogada. No es fácil el saber qué hacer ante estos casos que a menudo tenemos bien cerca; pero está claro que la crítica, el desprecio o el mirar a otro lugar no son la solución.
Cuando se desahucia a otro nosotros nos desahuciamos también. Por muchos muros que se construyan, muros mentales o físicos, el vínculo persiste; es nuestro familiar, es nuestro amigo, es nuestro vecino el que nos necesita y al que necesitamos. Para las personas que rodean al adicto, su adicción es una oportunidad para mejorarse. Todos podemos aprender de una situación difícil, no sólo el que parece más afectado. Al ayudar al otro nos ayudamos también nosotros mismos aunque quizás de entrada no seamos conscientes de ello.
Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Los actores Joaquin Phoenix and Jonah Hill en Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot (2018), del realizador estadounidense Gus Van Sant.