Con una velocidad y síntesis cinematográfica -de acuerdo al juicio de nuestra crítica- se desarrolló la última presentación de la agrupación laica y universitaria en el ex Teatro Baquedano: bajo la dirección del maestro chileno José Luis Domínguez, la orquesta de la Casa de Bello abordó un desafiante programa dedicado a obras de Cirilo Vila, Mozart y de Félix Mendelssohn.

Por Deysha Poyser

Publicado el 5.6.2019

«El viento calla, vuela el astro,
la turbia luna se oculta.
Y soplando el coro mágico,
miles de chispas arranca,
que saltan centelleando».
(Fragmento del coro de brujas. Escena XXI, Noche de Walpurgis, Fausto).

Probablemente, lo difícil de referirse a una experiencia musical sea hallar y con justeza los elementos que den cuenta de su unidad. Decir qué oímos. Adjudicar a este o tal sonido el sentido de lo oído resulta extraño, de pronto absurdo.

La música como movimiento surge en complicidad con el oyente y esto prohíbe reparar sólo en sus ingredientes; no existen los átomos musicales, ni saber dónde acaba la impresión perceptiva o dónde empieza la interpretación musical.

Parece difícil entonces imponerle un destino temático a las piezas musicales. Aseguramos la vida de la música, simplemente oyéndola. Recreamos un arte que no tiene otra posibilidad sino en el presente. Con esta actitud renovamos lo que dicen las obras y así surge la posibilidad de distinguir a las piezas inagotables. Es entonces valorable un programa de concierto que desafíe el plano de nuestra escucha.

La primera noche de junio -segundo día del concierto quinto de nuestra Sinfónica- permitió reparar con el oído en estas cuestiones. Distintísimas: el breve y atmosférico Germinal de Cirilo Vila de la clásica y enérgica Sinfonía n°25 en Sol menor del prodigioso Wolfgang Amadeus Mozart (de apenas 17 años) y, ciertamente de La primera noche de Walpurgis, op.60 de Felix Mendelssohn, de gran despliegue y profusas imágenes. Todas, presentaron como conjunto un dramatismo común, por narrativo. Algo cuentan.

El director invitado, chileno radicado en Estados Unidos, José Luis Domínguez señaló al CEAC la fuerza galopante del concierto, seguramente por la velocidad de las ideas que se presentaron como con síntesis cinematográfica.

La pieza de Vila, dedicada a los 20 años de su hijo, destacó por su orquestación contemporánea, de riqueza rítmica y tímbrica, de gran brillo.

La interpretación de Mozart, pieza que secunda por contraste: su estructura clásica no encorseta la iracunda entrada a la maestría compositiva del joven Mozart; elementos expresivos explorados por el movimiento Sturm und Drang lo delatan, trémolos y fuertes cambios en las dinámicas de ritmos terminaron por crear un ambiente de gran intensidad en menos de 25 minutos, para finalmente oír, por encargo de Goethe, la noche demoníaca de Mendelssohn: romántica y espectacular, cuenta un pequeño pasaje del Fausto, cuyo poema describe una noche de ritos, apariciones y transformaciones oscuras en el famoso monte de Brocken.

Un gran coro y cuatro destacados solistas de nuestro país -Francisca Muñoz, mezzosoprano; Alexis Sánchez, tenor; Arturo Jiménez, barítono; y Francisco Salgado, bajo- dieron vida a esta historia de gran sensualidad, bajo la destacada dirección del maestro Juan Pablo Villarroel.

Una noche de estruendosas ideas e intensas imágenes, sin dudas, nos mueve a reconsiderar los materiales con que la música se vuelve un movimiento eficaz en nosotros. No es precisamente la longevidad de sus temáticas posibles, sino la forma misma que toma espacio y realidad en el oyente lo que permite indicar un sentido, acaso un tema: ¿qué pueden tener en común lo dicho por estos tres autores? No puede ser un ensayo de convergencias; algo se manifestó al habernos expuesto a su aparecer. Tal vez para algunos asistentes haya sido, como para mi, oír algo de ese estremecimiento primigenio que habita en nuestro espíritu, ya sea bajo el signo del nacimiento, del temperamento humano o de la sensualidad.

La temporada regular 2019 de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile prosigue este viernes 7 de junio, a las 19:40 horas en el ex Teatro Baquedano, cuando la agrupación laica y universitaria ejecute un programa dedicado a los compositores Debussy, Ravel, de Falla y Jaggi, bajo la conducción del director estadounidense Wilson Hermanto.

Deysha Poyser es licenciada en ciencias biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y actualmente es tesista de la misma casa de estudios a través de su programa de licenciatura en estética. Sus intereses e investigaciones académicas y personales se enmarcan en una preocupación por una reflexión fenomenológica consistente sobre lo vivo, la vida, la subjetividad y la experiencia. Cultiva su amor por las artes en su tiempo libre.

El aplauso final para los intérpretes participantes de «La primera noche de Walpurgis», de Felix Mendelssohn

Crédito de las fotografías utilizadas: Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile.