Como en muchas de las narraciones de la autora hispana, en esta obra la trama transcurre en pequeñas localidades españolas, de pueblo en villorrio. Su protagonista es una acaudalada mujer que cuenta con numerosas propiedades, hoteles y departamentos: pero el dinero no le sirve a la nostálgica anciana para superar sus traumas.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 8.6.2019
El testamento de Regina es la última novela publicada por Adelaida García Morales (1945 – 2014), y la última que me faltaba por leer. Aquí, como en todas sus anteriores, tenemos una narración gótica donde se resaltan pulsiones básicas y primitivas, como los celos, la venganza, el terror a lo desconocido y a lo macabro.
Valiéndose de una anciana como protagonista, y una joven psiquiatra a cargo de su cuidado, El testamento de Regina (Debate, 2001) cumple un ciclo nítido que comienza con la muerte de Regina y, luego, la voz narrativa nos relata su vida de modo retrospectivo para, hacia el final, revelar un gran secreto que explica las motivaciones en torno a la fortuna de Regina, cuyo testamento permanece como misterio y objeto de codicia por el panel de personajes que la acompaña.
Como en muchas de las narraciones de Adelaida, en esta la trama transcurre en pequeñas localidades españolas, de pueblo en pueblo. Su protagonista es una acaudalada mujer que cuenta con numerosas propiedades, hoteles, departamentos. Nos enteramos de su pasado emprendedor y de su marido con el bagaje republicano en el contexto de la guerra civil española.
Pero el dinero no le sirve a Regina para superar el trauma de un hermano muerto, producto de un accidente del cual ella se siente responsable. Luego vendrá la muerte de un hijo, trauma que la dejará destrozada psicológicamente. Precisamente esto es lo que quiere el hermano de Regina, Ramón, un octogenario empobrecido y en permanente acecho de su fortuna. Su idea es declarar a su hermana incapacitada mentalmente y, así, recluirla en una clínica psiquiátrica para manejar él los fondos.
En sus innumerables intentos, vemos una serie de siniestras maquinaciones que dan el tono macabro, característico de la narrativa de Adelaida: el hallazgo de unos cuerpos tapiados en el suelo de la cocina, o la profanación de la tumba del hijo para extraer su cabeza y así atormentar a Regina, dejándolo en su habitación. Estos son solo algunos ejemplos de momentos espeluznantes repartidos a lo largo de la novela.
Sin embargo el verdadero enigma de El testamento… es Susana, la improbable heroína, rodeada de un entorno difuso. En sus relaciones, con un amigo/novio, con sus propios padres, vemos un tipo de mujer característica de las protagonistas de Adelaida: se trata de almas dotadas de un intenso mundo interior, casi despreocupadas del contexto material, y abocadas a seguir un camino con tintes espirituales. Por eso, sus motivaciones parecen elusivas, vagas. De hecho, Susana incluso renuncia a la herencia que le deja Regina y, en un vuelco psicológicamente ominoso, termina con Ramón, el siniestro hermano de la difunta, como paciente.
Las atmósferas góticas, a veces elegantes, a veces ominosas, cobran vida en la prosa de El testamento… En los intercambios con su paciente Susana comenta que a Regina: “le agradaba hallarse despierta durante la madrugada; le parecía que todos los objetos adquirían una suerte de ingravidez, así como su propio cuerpo, pues tenía la impresión de poder moverse por la casa sin pisar el suelo, como si flotara en un aire denso y en un hondo silencio mientras percibía el sueño del tiempo”.
En un momento, Susana reflexiona: “Recordaba con claridad mis impresiones de la primera noche que pasé en la casa de Regina; presentía algo que rozaba la tragedia, la catástrofe, como se presiente, a veces, la proximidad de una tormenta”. Y, en un momento de lucidez, que convoca mientras conversa con su ex novio, Susana admite lo que él interpreta: “… opinaba que a mí me atraía el riesgo, y que me encontraba viviendo una aventura emocionante de forma inconsciente”.
También puedes leer:
–El secreto de Elisa, de Adelaida García Morales: Enamorada de un fantasma.
–Nasmiya, de Adelaida García Morales: La sensibilidad de la culpa.
Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura y académico de la Universidad Andrés Bello, y su última novela publicada es Sinestesia (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2019).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Adelaida García Morales en 1990, por el diario El País, de Madrid.