El nuevo libro de la poeta peruana es una escritura del cuidado en términos filosóficos, de la preocupación, de la cura, en suma, un texto político que licúa la moral en la existencia, de manera tal que su sujeto y hablante lírico construyen diversas maneras de ver el mundo.
Por Ana Arzoumanian
Publicado el 26.6.2019
¿Podría no ser lo que es?
Abro el miedo no es un libro sobre el cáncer como metáfora del mal, con sus representaciones bélicas, góticas o sepulcrales, escribiendo el sentido espistémico de enfermedad desde la teodicea como camino de conocimiento o salvación. Teresa Orbegoso cuando abre el miedo cuestiona la simple presencia, abre a la interrogación: ¿podría no ser lo que es?
La quietud de los hechos, la contemplación de lo imperecedero, el fuego de la posibilidad. Así como hubo un Quevedo heideggeriano, el poema de Teresa Orbegoso es una escritura del cuidado en términos filosóficos. El cuidado, la preocupación, la cura. Poema político que licúa la moral en la existencia. De manera tal que el sujeto es existiendo, construyendo posibles maneras de mundo. Y la cura es ser en el mundo. Y la poeta se cuida del mundo haciendo algo con él.
Gaos, ese personaje mítico, recogió barro al cruzar el río y absorta en su pensamiento comenzó a moldearlo. Cuando revisaba su creación le pide a Júpiter que le ponga un nombre, el suyo. Júpiter dispuso que Gaos (la Cura) debía llevar su propio nombre, y la última decisión estuvo a cargo de Saturno, quien determinó llamarlo “Homo” porque estaba hecho de humus (tierra). Cura, la personificación del cuidado y la dedicación en la mitología romana está antes que el ser. La Cura, no es el impulso de vivir, es la devoción de lo que existe en su historicidad; el hombre, al fin, en medio del lenguaje que es finitud.
“Dilo, di mi nombre. Nómbrame por última vez”, dice (el) Cáncer. Allí donde la enfermedad se convierte en sujeto poético, en ese imperativo, Orbegoso perturba la noción de lo propio. ¿Qué nombre dar que sea suyo, que le pertenezca?
Homo, dijo Saturno y nombró a la criatura del Cuidado. “Jugar al Mundo como si el camino al cielo fuese camino a la poesía”, escribe la poeta y afirma: “América existe, América existe”. De la suavidad a la rabia, de la rabia a la ternura, poema escénico que hace del hielo una dulzura que flota: “mi madre viaja sola sobre un iceberg. Dentro de él estoy yo congelada mirándolo todo”.
También puedes ver este video que acompaña la lectura del poemario:
Ana Arzoumanian nació en Buenos Aires, Argentina, en 1962.
De formación abogada, ha publicado los siguientes libros de poesía: Labios, Debajo de la piedra, El ahogadero, Cuando todo acabe todo acabará y Káukasos; la novela La mujer de ellos; los relatos de La granada, Mía, Juana I; y el ensayo El depósito humano: una geografía de la desaparición.
Tradujo desde el francés el libro Sade y la escritura de la orgía, de Lucienne Frappier-Mazur, y desde el inglés, Lo largo y lo corto del verso en el Holocausto, de Susan Gubar. Fue becada por la Escuela Internacional para el estudio del Holocausto Yad Vashem con el propósito de realizar el seminario Memoria de la Shoá y los dilemas de su transmisión, en Jerusalén, el año 2008.
Rodó en Armenia y en Argentina el documental A, bajo el subsidio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de la República trasandina, un largometraje en torno al genocidio armenio y a los desaparecidos en la dictadura militar vivida al otro lado de la Cordillera (1976 – 1983), y que contó con la dirección del realizador Ignacio Dimattia (2010). Es miembra, además, de la International Association of Genocide Scholars. El año 2012, en tanto, lanzó en Chile su novela Mar negro, por el sello Ceibo Ediciones.
El artículo que aquí presentamos fue redactado especialmente por su autora para ser publicado por el Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: La poeta peruana Teresa Orbegoso.