Como espectadores sólo nos queda disfrutar de las actuaciones de Michael Cain y su troupe y regodearnos en la avaricia que los pierde. Lo demás, un entretenimiento más, quizás menos, puesto que la película les queda chica a tamaños actores: se estrena en Chile el próximo jueves 1 de agosto.
Por Alejandra Boero Serra
Publicado el 30.7.2019
«Quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón».
Refrán español
James Marsh, director, tuvo la historia servida para hacer un muy buen drama: hechos reales, actores de primera línea. Como quien dice un golpe de suerte. Pero sabemos que a esos golpes hay que ponerle inspiración y trabajo duro. Guionar un robo de dimensiones millonarias no fue para Joe Penhall y Mark Seal una apuesta interesante: una crónica criminal con gags que no alientan una sonrisa, pasos de comedia que cojean y un ferviente deseo -rareza total en el género- de que la policía dé pronto con estos veteranos ladrones.
La historia: un joven experto en informática (Charlie Cox) le da al líder (Michael Caine) de una banda de delincuentes, ya retirados, la pista de un botín multimillonario en una bóveda/depósito de Hatton Garden, en Londres, en donde comerciantes y joyeros guardaban joyas y dinero. Aprovechando la Semana Santa de 2015, agujerean una pared -utilizando todos sus conocimientos prácticos- y a pesar de los contratiempos se llevan la friolera de US$ 20 millones de dólares de los cuales se recuperan no más de 5.
Un Michel Caine de 85 años, interpreta al líder de la banda que en el velatorio de su esposa reúne a «sus amigos» -el más joven de 60 años- (Jim Broadbendt, Tom Courtenay, Ray Winstone, Paul Whitehouse) y los tienta para protagonizar «el último y más rentable de los atracos». La codicia hace lo demás. La banda se re/arma y (se) dan el gran golpe. La traición es lo que mejor resulta en esta trama. Y las actuaciones de cada integrante de esta «heist movie» falta de emoción y empatía para con los protagonistas.
Hay ladrones que se enfrentan al sistema, otros que seducen con su sex-appeal. Estos, abriendo cajas de seguridad, cargando el botín en un camión de pescado cuyo dueño es otro peso pesado de la actuación -Michael Gambon- solo generan la urgencia de ser desenmascarados tanto por sus supuestos amigos de fechorías como por los detectives que siguen sus rastros.
Como espectadores sólo nos queda disfrutar de las actuaciones de Cain y su troupe y regodearnos en la avaricia que los pierde. Lo demás, un entertainment más, quizás menos, mucho menos puesto que la película les queda chica a tamaños actores.
Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).
Tráiler:
Imagen destacada: Michael Caine, Jim Broadbent, Tom Courtenay, Paul Whitehouse y Ray Winstone en El rey de los ladrones (King of Thieves, 2018).