Christina Lindberg: La sueca de culto y Tarantino

Una crónica que describe con amenidad la relación entre la famosa actriz escandinava y el cineasta estadounidense: el filme «Thriller. A Cruel Picture» (1974), estelarizado por ella, y que trata sobre una niña abusada por un tío y después violada por varios hombres (que la dejan tuerta), terminó inspirando al director norteamericano para su saga de «Kill Bill».

Por Omar Pérez Santiago

Publicado el 12.9.2019

Todos aman a la sueca Christina Lindberg.

Fue una mujer de vanguardia y adelantada. Voluptuosa y sensual. Nació en 1950 en Gotemburgo, Suecia, en una familia de trabajadores. Su madre hacia aseo en la empresa de trenes y su padre murió alcohólico. En la secundaria posó, el año 1968, en traje de baño para Expressen y otra serie de revistas suecas. Luego se desnudó para Playboy, Penthouse, Lui y Mayfair.

En 1970 tiene un pequeño rol en el filme Rötmånad. Su participación era específica: desnudarse frente a la cámara. El 30 de noviembre fue la premiere del largometraje. Después fueron a una fiesta en el Alexandra, el nightclub de moda en Estocolmo. Allí estaba el príncipe sueco Carl Gustav, actual rey de Suecia, que la invitó con un trago. Carl Gustaf tenía 24 años y durante algunos meses sale con ella. Christina estuvo en fiestas en el castillo y viajó en el Volvo Sport del príncipe. Sin embargo, en esa época, fue catalogada despectivamente como “una de las calenturas del rey” (kungens flammorna).

Groseramente, burdamente, según la antigua mentalidad machista sueca y mundial, el rey podía acostarse con un harem de plebeyas pobres, pero debía casarse con una aristócrata virgen.

Aunque, según los rumores de las revistas, el príncipe Carl Gustav siempre fue considerado sexualmente un nerd, o un pánfilo. Un pálido chico sueco que no sabía cómo tratar a las mujeres, según rumores.

Christina Lindberg se hizo famosa el año 1974 con un duro filme, Thriller. A Cruel Picture. Trata sobre una niña violada por un tío y después violada por varios hombres, que la dejaron tuerta.

Ella en secreto se prepara en el karate, en el manejo de autos, para su inevitable y sangrienta venganza.

Con el tiempo, el filme sangriento se convirtió en eso que los periodistas de espectáculo llaman un “clásico de culto” y terminó inspirando a Quentín Tarantino y su Kill Bill.

Pero, no nos adelantemos.

La crítica sueca maltrató entonces a la señorita Christina Lindberg y a su película tan vengativa.

Era odiada en su país por el sistema patriarcal. Por el sistema. Por la monjas. La violación siempre era culpa de la mujer. Los hombre siempre salían libres.

Y, paradójicamente, también la criticaron unas ciertas feministas moralistas y luteranas, que la veían como el colmo.

Pero ahora, cuarenta años después, después de su viaje por el seco desierto, como un milagro de la naturaleza,  ahora, 40 años después Christina Lindberg es una figura de culto en el mundo del cine. La adoran esos fanáticos del cine, que veneran esas obras de inicios de los años 70, tan premonitores sobre la cultura pop libre y arrojada.

Christina Lindberg está de vuelta ahora después de 40 años de silencio en un documental sueco donde relata cómo fue forzada a terminar su carrera en el cine.

Ella ahora viaja por Europa y cuenta su historia una y otra vez, en salas repletas de aplausos que nunca terminan.

Se hacen entrevistas. Se hacen documentales.

La mujer ha triunfado finalmente.

Christina Lindberg, como Pippi Calcetaslargas, como Lisbeth Selander, son figuras del feminismo real europeo.

Ella misma se considera una anticipada Lisbeth Salander, la chica vengativa de la novelas de Stieg Larsson, de la saga Millenium.

La mujer que no se dejará humillar.

La hacker tatuada y violada que juega con la vida de los gánsters sueltos de Europa.

También Christina Lindberg se reconoce en la Pippi CalcetasLargas (Pippi Långstrump), la figura central de la literatura sueca feminista de los años 50. Una niña que vive sola, para la indignación de los hombres y las autoridades del pueblo, creada por, sin duda, una de las escritoras más populares de Suecia, la inolvidable Astrid Lindgren.

Tampoco los hombres suecos premiaron a Astrid Lindgren.

No le dieron nunca el Premio Nobel, aunque Astrid Lindgren ya no lo necesitaba.

Está en el ADN de muchas miles y miles de mujeres feministas suecas.

 

Omár Perez Santiago es un escritor y cronista chileno que egresó de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y que luego estudió historia económica en la Universidad de Lund (Suecia). Sus últimos libros publicados son: El pezón de Sei Shonagon (novela), Caricias, poemas de amor de Michael Strunge (traducción), Allende, el retorno (novela), Introducción para inquietos, de Tomas Tranströmer (Premio Nobel), traducción de 2011 (Los Perros Románticos, 2015-2016), Nefilim en Alhué y otros relatos sobre la muerte (cuentos, 2011), Breve historia del cómic en Chile (2007) y Escritores de la guerra. Vigencia de una generación de narradores chilenos (Ensayo, 2007).

 

La actriz sueca Christina Lindberg

 

 

Omar Pérez Santiago

 

 

Imagen destacada: La actriz sueca Christina Lindberg (1950).