La breve novela del autor peruano (considerada su obra mayor) es un texto que abre puertas estéticas para entrar y sentir las profundas emociones —como el desarraigo— que esconde la historia de ese millar de inmigrantes japoneses que desembarcaron en Lima durante los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial, a mediados del siglo pasado.
Por Juan Ignacio Colil Abricot
Publicado el 3.5.2020
La novela La iluminación de Katzuo Nakamatsu del autor Augusto Higa Oshiro (Lima, 1946) es una novela breve, su primera edición corresponde a 2008 y la segunda; que yo tengo en mis manos, es de 2015, y fue publicada por la Asociación Peruano Japonesa. Esta edición —además de la novela— contiene un prólogo de Fernando Iwasaki y otro de Miguel Ángel Vallejo Sameshima, y por si todo esto fuera poco, trae un dossier fotográfico donde aparecen fotos del autor y otros documentos que llaman la atención al lector que revisa los libros antes de leerlos, como si de ellos fueran a caer algo más que palabras.
El profesor Katzuo Nakamatsu, pasea por las calles de Lima, específicamente por el Parque de la Exposición, de pronto sin más su mundo, su tranquilidad se desvanece, “En la eternidad del instante, es un decir, el verdor de la tarde se apagó, el rumor del parque se extinguió, como si el mundo se fugara, desaparecieron los senderos de piedrecillas, no hubo jardines serenos, ni familias regocijándose, ni parejas de jóvenes murmurando, ni estanque de peces: solo quedaron en el aire las ramas del sakura y sus flores esplendentes” (p. 26) y Katzuo comienza a deambular por las calles de Lima, visita a los pocos amigos que le quedan, también sabemos de sus familiares muy alejados de la vida de éste, dedicados a los negocios.
Sufre los rigores en la universidad donde enseña, acudimos con Katzuo a sus paseos por la ciudad por los barrios marginales, y vemos como desde su interior comienzan a brotar otras voces y como Katzuo comienza a descender o ascender; según como se le mire; y esas voces le hablan desde el pasado, desde el sufrimiento, desde los inmigrantes japoneses que llegaron al Perú y vivieron una vida que no imaginamos. Katzuo camina y se pierde por los laberintos de la ciudad y eso también es lo que ocurre en su interior, no sabe hacia dónde se dirige, si es que se dirige hacia alguna parte.
En la iluminación de Katzuo logran salir a la superficie zonas oscuras de la historia del Perú, que es la relación de los inmigrantes japoneses y sus descendientes con la sociedad peruana y durante el período de la Segunda Guerra Mundial, pero junto con hablarnos de esto, la novela también nos habla de la identidad, del desarraigo que envuelve a Katzuo, porque Katzuo es un bicho raro en aquel paisaje y su “iluminación” lo conecta con lo que pudo ser y no fue.
Es difícil hablar de una novela sin contar su desarrollo y final. No caeré en aquel desaguisado. Esta ficción es una obra realizada con el cuidado y la tranquilidad oriental (si es que eso existe). Eso se desprende de la utilización del lenguaje, del rescate de una gran cantidad de palabras, de las imágenes que pueblan este texto, y de la forma en que está construida la trama. Una novela muy íntima, pero que se abre al padecimiento colectivo y encuentra las razones de ese abandono, y de esa iluminación tardía, en el padecimiento de generaciones de una comunidad discriminada, en la resistencia que se personifica en la imagen de Etsuko Untén, que se proyecta desde el pasado. Es una novela de la experiencia de ser un descendiente desarraigado, perdido en un mundo ajeno.
“Enfundado en su sacón verde, pertrechado de guantes, con los lentes resbalándose sobre la nariz, Nakamatsu volvía una y otra vez a las escenas de la infancia, sus padres y parientes, sus embriagos juveniles, el mundo derruido con la llegada de los bárbaros, y los escasos amigos que todavía le quedaban. Era la memoria de sus días y su propio abandono, y como siempre no encontraba ilusiones, ni tampoco tabla de salvación. El barco se le hundía entre los dedos, y en derredor solo había bruma, el olor de los mariscos en las rompientes, la humedad fantasmal, el perfil de los acantilados, y los autos de ceniza allá en la pista.” (p. 39 y 40).
La iluminación de Katzuo Nakamatsu es una obra que abre puertas para entrar y mirar lo que esconde esta historia, es una novela que nos ayuda a observarnos porque creo que en una buena parte de nosotros ese desarraigo tiene formas parecidas a Etsuko y es un texto que nos permite entrar a conocer lo que ha hecho este autor, al cual yo no conocía.
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Juan Ignacio Colil (1966) es un escritor chileno autor, entre otras, de las novelas Un abismo sin música ni luz (Lom Ediciones, 2019), y El reparto del olvido (Lom Ediciones, 2017). Asimismo, por el volumen inédito Espejismo cruel fue galardonado con el prestigioso Premio Pedro de Oña versión de 2018.
Crédito de la imagen destacada: El Montonero.pe