La obra audiovisual del realizador francés Alexis Michalik será exhibida de forma gratuita este viernes 15 de mayo a las 19:00 horas por el Teatro Oriente —una institución cultural dependiente de la municipalidad conducida por la alcaldesa Evelyn Matthei— en un evento vía streaming.
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 14.5.2020
Edmond Rostand es un joven dramaturgo que todavía no ha escrito su gran obra. Gracias a su amistad con la primerísima actriz Sarah Bernhardt conoce al mejor de los actores del momento, Constant Coquelin, quien lo impulsará a escribir y estrenar Cyrano de Bergerac en tres semanas. Nos situamos en París, en 1897, en plena Belle Époque, período comprendido entre 1890 y 1914, caracterizado por la prosperidad económica y cultural inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial.
El aspecto biográfico del escritor no profundiza en casi ningún ámbito de su vida más allá de lo que ocurre en esas tres semanas. La ambientación de época es quizás el logro mayor de la cinta, pero la historia es liviana (en el mal sentido) e intenta hacernos sentir que el montaje de esta obra teatral sería una tarea titánica. Un desarrollo convencional de las escenas y personajes planos (muy adscrito al tono de comedia ligera) tienen el efecto inverso y hacen parecer los esfuerzos de Edmond como absolutamente triviales.
El espectador actual espera más inteligencia del guion, algún punto de vista a destacar, no una obra coral plagada de secundarios irrelevantes. La película apenas despliega emociones y esboza un par de temas que debió haber abordado de mejor manera para cautivarnos de algún modo.
Es un homenaje al dramaturgo detrás del personaje y establece un paralelo entre los versos y lo que le ocurre a Edmond en la vida real. La pasión por su musa no se nota y sólo las palabras dan cuenta de ese paralelismo artificial. El artista y su inspiración debería ser un tema profundo, pero no hay ninguna anécdota que insufle vida al poeta. El espectador conoce la historia al dedillo y las escenas deberían sorprendernos, pero al contrario, hay mucha obra gruesa que nos hace recordar un bodrio como Shakespeare enamorado (1998), de John Madden.
La idea del amor platónico está casi ausente y, tratándose de Cyrano de Bergerac, resulta imperdonable. Edmond ama a su esposa, pero necesita a una musa para crear su obra maestra. Es una idea tan hipócrita como poco glamorosa, resulta bastante chocante esa dosis de moralina, como si el arte necesitara rescatar a los creadores de sus propios demonios.
La narración es demasiado literal (carente de poesía). El espectador termina convencido de que Edmond no ama a su esposa ni a su musa (disculpe el lector lo reiterativo). La cinta propone un juego de espejos, pero definitivamente al director se le olvidó el azogue.
La obra audiovisual del realizador francés Alexis Michalik será exhibida de forma gratuita este viernes 15 de mayo a las 19:00 horas por el Teatro Oriente —institución cultural dependiente de la Ilustre Municipalidad de Providencia— en un evento vía streaming.
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—Cyrano, Mon Amour: Cartas del pasado al futuro.
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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) ha publicado las novelas Fear, El rincón más lejano, Tan lejos. Tan cerca, El pasado nunca termina de ocurrir, y las nouvelles Siempre me roban el reloj, El martirio de los días y las noches, además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca, Meditaciones de los jueves (relatos y ensayos) y Reflexiones de la imagen (cine).
Tráiler:
Imagen destacada: El actor Olivier Gourmet en Edmond (2018).