«Escribir desde el trapecio»: Un adelanto exclusivo del próximo libro de Andrea Jeftanovic

A continuación damos a conocer un fragmento del volumen que dentro de poco tiempo más publicará la destacada narradora y académica chilena, bajo el sello de la Universidad Diego Portales, y que en sus propias palabras representa en el conjunto de su obra: «un registro de las distintas velocidades de ese vaivén como escritora, trabajando en la mezcla de géneros y formatos (ficción, columna, perfil, ensayo extenso, ensayo breve, crónica)».

Por Andrea Jeftanovic

Publicado el 5.2.2018

Todo autor es un artista del trapecio, no porque viva en las altas cúpulas, como en el cuento el “Artista del hambre” de Franz Kafka, sino porque se dedica a un ejercicio solitario suspendido en el vaivén de las ideas. En el trapecio se siente abismo, miedo, distancia, y también es un elemento que permite disponer de que obliga ensayar perspectiva, equilibrio y riesgo.

Este libro es un registro de las distintas velocidades de ese vaivén como escritora, trabajando en la mezcla de géneros y formatos (ficción, columna, perfil, ensayo extenso, ensayo breve, crónica). Primero aprendí a seguir la morosa oscilación del ensayo literario, ese que se hace en una red rizomática de lecturas e interpretaciones. Luego, me tuve que entrenar en bitácoras de viajes que tomaban un tiempo acotado en vida y entregas a amplias en entrelíneas. O al balanceo que experimento cuando escribo sobre otros libros y autores. Se sumaron, a continuación, la fluctuación de perfiles de escritores a mediana velocidad. Hace unos años me tuve que aventurar a escribir columnas de teatro súbitas, escritas en un par de días.

Escribir desde el trapecio, también, implica una postura corporal, escribir horas frente a la pantalla o consultando libros. Sosteniendo preguntas desde la muscultatura de la espalda para hacer una leve inclinación sobre el escritorio. Para escribir junto con creatividad y perseverancia, hay que tener una buena espalda, músculos fuertes, articulaciones flexibles. Hay que saber sentarse y descansar para evitar contracturas. Mi obsesión por la musculatura de la espalda viene porque soy hija de kinesióloga, y de pequeña acompañaba a mi madre en sus visitas a pacientes que sufrían alguna dolencia. Pacientes niños que se paraban con dificultad desde una silla de ruedas. Los semblantes de sus madres siempre estaban compungidos. O pacientes ancianos que caminaban curvados por los pasillos de sus casas lúgubres y azumagadas. Yo miraba con terror esos cuerpos inclinados, con dificultades de desplazamiento. Escuchaba el crujir de huesos, o el rumor de tendones anquilosados cuando mi madre giraba sus extremidades.

A veces, mientras esperaba a mi madre, ojeaba el manual de kinesiología, que dejaba junto a su cartera. Era un tomo verde ancho con láminas de huesos y músculos con el titulo “Manual de histología”. Me gustaba husmearlo porque el cuerpo humano era dibujado con una red de músculos y arterias intercomunicadas. Casi en la mitad de volumen había una lámina con un músculo con forma de cuadrilátero, el muscle trapeze decía, era una amplia zona triangular achurada con color rojo, como una capa colorada que cubría la parte superior de la espalda. El trapecio aparecía como el músculo que unía la escápula a la columna vertebral.

Cuando decidí ser escritora recordé esas columnas fallidas, pensé que junto con leer mucho, corregir palabras, también debía cuidar mi espalda. Un trabajo que requiere tantas horas sentada seguro motivaba malas posturas, por eso pensé que debía tonificar la musculatura de la columna para no terminar como esos pacientes afectados por lumbagos, discopatías o invalidez. Además, un músculo débil puede afectar la salud de los huesos, no puede recibir las señales adecuadas del cerebro. He sido consciente de cuidar mi músculo trapecio , en su doble acepción, para sostener las páginas en blanco, para inclinarme sobre libros o pantallas sin derrumbarme sino que sosteniendo mi cuello y mis ideas.

 

La escritora chilena Andrea Jeftanovic mientras visitaba la ciudad de Lima hace algunos años, en una fotografía capturada por Gianmarco Farfán Cerdán

 

La portada del volumen que lanzará durante 2018 el sello Ediciones Universidad Diego Portales

 

Andrea Jeftanovic Avdaloff (Santiago, 15 de octubre de 1970) escritora chilena, es una de las autoras más destacadas en la escena literaria del país.​ Narradora, ensayista y docente, ha publicado las novelas Escenario de guerra y Geografía de la lengua y los volúmenes de cuentos No aceptes caramelos de extraños y Destinos errantes. En el campo de la no ficción ha firmado el libro Conversaciones con Isidora Aguirre y el ensayo Hablan los hijos. Estudió sociología en la Pontificia Universidad Católica de Chile (se tituló en 1994) e hizo un doctorado (PhD) en literatura hispanoamericana en la Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos (2005). Actualmente ejerce como profesora e investigadora de la Universidad de Santiago de Chile, y escribe sobre teatro para el diario El Mercurio de Santiago.