Esta generación de poetas nortinos de la década de 1960 y conformada por Alicia Galaz, Ariel Santibáñez, Guillermo Deisler, Oscar Hahn, Guillermo Ross–Murray, Oliver Welden y Luis Moreno Pozo, entre otros —y quienes confluyeron en la mítica publicación— fueron brutalmente diezmados por la acción criminal de la dictadura pinochetista.
Por Arturo Volantines Reinoso
Publicado el 3.8.2020
Dos veces el Norte ha estado a cabeza del Parnaso chileno. Primero con la generación de Guillermo Matta y, luego, con la de Gabriela Mistral. Los poetas de 1842 eran republicanos y liberales, y la generación de 1912 llegó al Premio Nobel.
Hay una tercera generación del Norte, compuesta esencialmente por Alicia Galaz, Ariel Santibáñez, Guillermo Deisler, Oscar Hahn, Guillermo Ross–Murray, Oliver Welden, Luis Moreno Pozo y otra media docena.
Fueron los poetas del 60 en el Norte; los Tebaida; poetas de la Retaguardia, vanguardia en el Pukará, en la fortaleza en el desierto de Atacama; poetas que construyeron un castillo con alas; una revista que se hizo un lugar en Hispanoamérica, con mucha ayuda de sus símiles de más al Norte: del Perú (Winston Orrillo, José Luis Ayala, Alberto Varcarcel, Omar Aramayo, Rosa del Carpio, Arturo Corcuera, Alejandro Romualdo, etcétera); una generación nortina que militó y dialogó con América: desde la Revolución Cubana hasta el Golpe de Estado; entre el hippismo de Kerouac y la marcha barbuda del Che.
Esta generación fue diezmada por la Dictadura. Sin embargo, hizo Retaguardia: que es la otra forma de vanguardia.
Deisler y Alicia Galaz murieron en el exilio. Oscar Hahn volvió, y se le otorgó el Premio Nacional de Literatura. Oliver Welden, después de irse exiliado a Estados Unidos, aún permanece entre España y Suecia. Ariel Santibáñez fue detenido; se le vio en Villa Grimaldi, y su cuerpo aún no ha sido encontrado. Y Guillermo Ross–Murray, sobreviviente, escribe sostenidamente en Iquique; su última patria lárica, con esa parsimonia de descendiente chino.
Esta Retaguardia quedó registrada fundamentalmente en la revista Tebaida y en los diarios de Arica y Antofagasta; Retaguardia, porque se hizo al final del país y en una fortaleza (Tebaida), en la frontera con Perú y porque estuvo en la hiperguardia visiva (Guillermo Deisler) y en la hipoguardia de la tradición clásica (Oscar Hahn y Alicia Galaz) y en la isoguardia de la continuidad y quiebre de la tradición literaria chilena y relacionada con los formados de las revistas epocales sureñas de Arúspice y Trilce (Santibáñez, Welden y Ross–Murray).
Aclaro: concuerdo con Gonzalo Millán cuando dice que Deisler es el poeta visual más importante del país. Y con el reconocimiento internacional de Hahn y Galaz, los cuales hicieron potentísima poesía desde los clásicos. Sobre todo, por la dignidad terruña de esta generación de no pedirle permiso al centralismo canónico, para construir y (des)hacer la literatura de nuestro idioma.
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Arturo Volantines Reinoso nace en el barrio Borgoño (Copiapó, 1955). Reside en La Serena, (Chile), investigador del patrimonio cultural de Atacama y Coquimbo, editor y gestor cultural. Creador del Premio Lagar. Creador y presidente de la Sociedad de Creación y Acciones Literarias (SALC). Dirige la Librería Macondo, importante centro de intelectualidad en La Recova. Obtuvo Premio «Medalla Ciudad de La Serena», entregado por la Ilustre Municipalidad (2004). Estudió en la Escuela Anexa a la Normal y Liceo de Copiapó, y en la Universidad Técnica del Estado, sede de Antofagasta.
Trabaja un proyecto literario de largo aliento llamado «La Nación Atacameña». Ha publicado libros de poesía y como editor una treintena; e incluido en diversas antologías nacionales de poesía. Ha realizado lecturas en América y Europa. Ha sido traducido a varios idiomas. Entre ellos: inglés, francés, árabe, etcétera.
Imagen destacada: Grabado de Luis Moreno Pozo, revista Tebaida N°1.