La novela del autor alemán dialoga con la cultura europea y también con algunos vértices de los imaginarios pop: allí se cruzan nombres tan diversos como los de Jennifer Aniston, Sarah Jessica Parker, los Talking Heads y Nirvana, en esta hilarante fábula literaria enmascarada bajo el precio de un seductor beso.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 12.8.2020
QualityLand, de Marc-Uwe Kling (Tusquets, 2020), es una gran parodia, consistentemente creativa e ingeniosa; finalmente terrorífica. Las primeras páginas nos presentan a Peter Sinempleo (el apellido designa su estatus) y su entorno, el de una realidad que parece virtual; una sociedad traspasada por la hipertecnologización y tecnocracias más extremas imaginables. De hecho, los “terroristas” de esta sociedad son aquellos que están en contra del avance de la tecnología, tal como (la novela nos recuerda) hubo movimientos contra las maquinarias durante la revolución industrial.
La introducción es una muestra de parodia que provoca tanto risa como terror: “Nadie es el asistente digital personal de Peter. Fue el propio Peter quien le puso ese nombre, pues a menudo tiene la sensación de que Nadie piensa en él. Nadie lo ayuda. Nadie lo escucha. Nadie habla con él. Nadie lo mira. Nadie toma decisiones por él. A veces, Peter imagina incluso que Nadie lo quiere”.
En esta realidad las evaluaciones son ley, bajo el nombre del test “RateMe”. Este: “permite que el sistema acceda a sus datos mediante un beso, e inmediatamente se le asigna un nivel. Por cierto, según los rumores, el nivel más bajo que existe es el 2: el sistema no le asigna nivel 1 a nadie, de modo que incluso los usuarios de nivel 2 creen tener a alguien por debajo”. Esto es capitalismo 101: la promesa de éxito y progreso social con un manto de cuerpos humanos al que poder pisotear. La burla que carga la concepción del proyecto QualityLand es evidente. Se explica que a los creativos se les ocurre el nombre de “EqualityLand”, sin embargo, el ministro de Economía del momento decide eliminar la primera letra, consiguiendo el nombre actual.
¿Chiste al extremo? Sin duda. Una sección especialmente cómica es la que comenta Melissa, trabajadora sexual, quien, al preguntársele por su postura política, dice que lo que más la convoca es: “dejar comentarios para campañas de clientes de extrema derecha”. Explica: “A mí me pagan por comentario, y los comentarios de derechas se escriben más rápido porque no hay que fijarse en la ortografía, la gramática, los hechos ni el respeto por la lógica. Y eso me facilita también la programación de mi ejército de bots”.
Otra ingeniosidad de QualityLand, irreverente a más no poder, la vemos en la sección “¡Libros creados especialmente para ti!”, donde se reescriben clásicos de la literatura. Entre ellos, encontramos recomendaciones en la sección “Fantasía”, donde se incluye la Biblia (“¡Onanismo, incestos, asesinatos y homicidios!”, es la descripción) y en “Clásicos”, donde se incluye una procaz reinterpretación de “El diario de Anna Frank”, quien, después de la guerra, recibe: “el poni que durante todo ese tiempo ha estado deseando”. Este es el tipo de humor negro que llena las páginas de la novela.
Indudablemente, el palo al gato es dado en el imaginario, de una creatividad notable. Por ejemplo, en la idea de un chicle que: “si lo masticas un rato, altera tu rastro de ADN y deja ADN ajeno”. Otra entrada con el personaje de “El viejo”, revela más terror enmascarado de chiste: “Y si es posible crear un virus que ataque tan solo a un grupo de población, o incluso a todos los seres humanos, también se puede generar un virus que ataque un único ADN. El mío, por ejemplo”. Estas observaciones nos muestran el transparente espectáculo del desecho; un teatro donde se exhibe un feroz mercantilismo e individualismo.
QualityLand dialoga con la cultura (principalmente europea) y también con algunos vértices de la cultura pop. Allí, se cruzan nombres tan diversos como los de Jennifer Aniston, Sarah Jessica Parker, los Talking Heads y Nirvana. Pero todo es parte de esta gran trampa enmascarada en un seductor beso. Una característica de la movilidad y supuesta versatilidad del capitalismo es su habilidad para procurar siempre más posibilidades de consumo, detrás de atractivos disfraces en los que siempre se es susceptible de caer, cegados como estamos por espurias novedades y promesas de satisfacción. Es lo que propone la novela, ya al finalizar, cuando hallamos el aviso: “¿Cansado de tu vida? ¡Suscríbete a otra!”, donde se ofrece el servicio “Reborn”, donde se puede encontrar “un abanico de vidas alternativas, ¡entre ellas, las de numerosos famosos!”.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro; y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island. Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Marc-Uwe Kling (1982).