La trasandina Editorial Fiordo pone a disposición de las audiencias sudamericanas dos textos críticos esenciales de la aclamada escritora estadounidense —»Los hombres me explican cosas» y «Una guía sobre el arte de perderse»—, y quien es toda una referente en el debate contracultural norteamericano de esta época.
Por Alejandra Boero Serra
Publicado el 29.8.2020
«¿Cómo emprenderás la búsqueda de aquello cuya naturaleza desconoces por completo?».
Menón
«…Los ‘derechos del hombre’ fue una de las grandes frases de la Revolución francesa, pero siempre ha sido cuestionable el que dicha expresión incluyese los derechos de las mujeres».
Rebeca Solnit
La ensayista, crítica cultural y activista Rebecca Solnit (California, 1961) llega a las librerías sudamericanas gracias a Fiordo Editorial con Los hombres me explican cosas (2019) y Una guía sobre el arte de perderse (2020).
Ambos libros además de servir como trampolín a la amplia bibliografía de la autora, nos muestran múltiples perspectivas de lo que acontece en la coyuntura de las luchas feministas y los derroteros de un mundo en plena pandemia. Textos que se adelantan, incluso, a movimientos como el Me too y Ni una menos, puesto que fueron escritos al inicio de este siglo.
«Los hombres me explican cosas»: Cambios que vienen a quedarse
En Los hombres me explican cosas Solnit describe y se hace eco del Mansplaining término seleccionado palabra del año por el New York Times en 2010 y que ingresó en el canónico Oxford Dictionaries (versión online en 2014) : «…Y aún así, los hombres me explican cosas. Ningún hombre se ha disculpado nunca por explicarme erróneamente cosas que yo sabía y ellos no. Todavía no, pero según las tablas actuariales, puede que aún me queden unos cuarenta y tantos años de vida, así que podría suceder…».
Nos recuerda el «Síndrome de Casandra» —todavía estamos en el punto de decir sin que se nos escuche y van… sí, siglos—: «…Es frecuente que cuando una mujer dice algo que pone en cuestión a un hombre, especialmente si es uno poderoso o un hombre convencional (aunque si es negro no suele ser así, a no ser que acabe de ser elegido para el Tribunal Supremo por un presidente republicano); o si sus palabras cuestionan una institución, especialmente si lo que dice tiene que ver con el sexo, la reacción pondrá en duda no solo los hechos aseverados por la mujer, sino también su capacidad de hablar y su derecho a hacerlo…».
Y en análisis sesudos de la cultura machista y patriarcal denuncia lo que de uno y otro lado del Atlántico y en todos los hemisferios estamos lejos de resolver: «….Su nombre era Asia. El de él, Europa. Su nombre era silencio, el de él era poder. Su nombre era pobreza. El nombre de él, riqueza. El nombre de ella era de Ella, pero ¿qué era suyo? El nombre de él era Suyo, y presuponía que todo era suyo, incluida ella, y él pensó que podría tomarla sin preguntar y sin consecuencias…».
El poder auscultado desde aspectos históricos, políticos y lingüísticos profundizando las cuestiones de género. Las páginas de este libro ayudan a dimensionar los retos y a dar sostén y cobijo a las luchas que se están dando, visibilizando y generando cambios que, lentos, vienen para quedarse.
Hay temas y cuestiones que se actualizan en sus textos. Porque si el patriarcado y la ecología son temas que urgen, el eurocentrismo y el colonialismo no le van en saga.
«Una guía sobre el arte de perderse»: Sin eludir la poesía
En Una guía sobre el arte de perderse hay un repliegue a la intimidad y a la posibilidad cierta y salutífera de: «…Dejar la puerta abierta a lo desconocido, la puerta que da a la oscuridad. Es de ahí de donde vienen las cosas más importantes, de donde venimos nosotros mismos y también a donde iremos…». Dejar que lo imprevisto, lo improductivo, lo Otro nos sorprenda y nos muestre el camino. Quemar las naves con las certezas, los miedos, soltar esa idea de control que nos pone en jaque cotidianamente.
Dejar «que el azul de la distancia» —título de cuatro capítulos claves además de poéticos— nos atraviese para que el yo creativo y creador que portamos aflore. Un dejar que la conexión acontezca. Conexión y pérdida unidas literal y metafóricamente para que el mundo se sienta y el cuerpo vibre en la dimensión del merecer y honrar la vida.
Toda experiencia es excusa para el extravío y la revelación: «la puerta abierta» de los exploradores del continente americano y los artistas del siglo XV dialogan con las pérdidas en la genealogía familiar, las ciudades abandonadas y en ruinas y el arte de los 60.
Puntos de unión y flechas disparadas en tiempos y espacios que van hacia un umbral en el cual: «… Hay cosas que sólo poseemos si están perdidas, hay cosas que no se pierden si de ellas nos separa la distancia». Y siempre «el azul de la distancia».
Nueve pequeños ensayos que conjugan intimidad, arte, política y el feminismo desde otro lado. Y viaje espiritual, iniciático, azul. A pura pérdida. Apertura a lo que nos excede y nos abisma.
Concientización, denuncia y puerta abierta al acto de pensar un mundo alternativo, posible, inclusivo y sostenible en relaciones humanas y en contacto con lo natural a partir de una prosa sencilla que no elude citas de autoridad ni momentos de poesía, sobre todo en Una guía en el arte de perderse.
Rebeca Solnit viene a complejizar los debates vigentes, a romper con el silenciamiento a que nos ha expuesto la cultura Mainsplaining y a invitarnos a leer la realidad como una gran casa donde: «…Podemos imaginarnos las historias metidas unas dentro de otras, como muñecas rusas, de modo que en aquella casa estaban ocurriendo cosas terribles pero iban ligadas al acto de salvación que estaba teniendo lugar a una escala mayor, en el condado, y que en parte era una reacción a la devastación que estaba teniendo lugar en todo el país y en todo el mundo…».
Libros que se escriben desde la razón y el corazón en una prosa incisiva, inteligente y sensible.
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Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).
Imagen destacada: Rebecca Solnit.