«El día de la bestia», de Álex de la Iglesia: La maldad en un Madrid sobrenatural

El segundo filme de ficción del galardonado realizador español —protagonizado por Santiago Segura y Maria Grazia Cucinotta— es una recreación de los tópicos del Anticristo y del fin del mundo, ambientados en una paranormal capital hispana.

Por Ezequiel Urrutia Rodríguez

Publicado el 3.10.2020

La obra española del nacimiento del Anticristo es de esos relatos bizarros que incomodan por su realismo, al menos tratándose de sus convulsionados personajes en la densa década de los 90. Periodo que hizo popular el tropo del fin del mundo en el cine de terror.

Esta premisa resulta interesante de ver, especialmente después de películas como 2012 (Emmerich, 2009) donde el fin fue redirigido a ciclos naturales, sacando a la lucha bíblica de la ecuación. Un relato más darwinista, con ese toque de “poderío americano” que tanto arroga Donald Trump. Pero que en sustancia pierde su épica, pues, sobretodo tras el Covid–19, fue claramente evidenciada la incompetencia de tal “poderío”.

Es por eso que este apocalipsis con el “Enemigo del mundo” resulta más atractivo, partiendo por la neutralidad ante la crisis que se avecina. Donde ni el dinero ni Estados Unidos tendrán el control ante el caos que se avecina.

Hilando fino, este rodaje parte con simpleza. Tenemos a nuestro protagonista (interpretado por Álex Angulo) frente a la cruz de Cristo confesándose a un sacerdote. Le habla de presuntas investigaciones hasta cerrar con que “lo ha resuelto”. El sacerdote se preocupa y le dice que le “haga caso”, y que desista de lo que hará. Pero nuestro protagonista ignora sus advertencias y se aleja de ahí en completa convicción, seguido de aquella cruz cayendo, aplastando al presbítero en el proceso.

Es así como un viejo teólogo comienza su viaje por Madrid en busca de pactar con el Diablo, a cambio de la ubicación donde nacerá el Anticristo para destruirlo.

Esta introducción resulta interesante si la apreciamos en su metatexto. Cómo nos está queriendo decir, en primer lugar, que la lucha del Diablo por la Tierra ha comenzado, cobrando en el proceso la vida de un inocente. Del mismo modo que nos están diciendo que este “hombre de Dios” ha renegado de su Señor, y su fe, así como esa cruz, se ha desplomado.

A esto se sumaría el hecho de que tras su traición, se dedicaría durante todo el preludio a cometer malas acciones, desde robarle a un vagabundo, hasta empujar a un artista ambulante. Todo desarrollado en largas avenidas alteradas, con la gente gritándose entre sí, la delincuencia en alto, y la contaminación de punta a punta, desde la ambiental hasta la acústica. Panorama que nos expone a una sociedad ad portas de colapsar, así como a un protagonista con el performance de un niño imitando las burradas tóxicas de los adultos.

Dato a señalar, el que buscara invocar al Diablo por medio de discos de Heavy Metal es simplemente irrisorio. Refleja la desconexión de ciertos cristianos con su entorno, al grado de buscar al Enemigo hasta en un plebiscito. Y no es para menos, considerando que a muchos les da pereza leer las Escrituras y se quedan solo en lo dictado por los líderes.

Pero indagando más en la música, es interesante como aquel vendedor de discos se contrasta con la figura de su protagonista, un hombre macizo (interpretado por Santiago Segura), amante de la música fuerte, pero que obviamente contrasta con la figura de este teólogo, en el sentido de saber menos por temas de estudio.

Ambos personajes se complementan de modo integral, mostrando dos facetas naturales del ser humano. Ya sea un lado más pasivo, pero que sabe ocupar su espacio, así como otro más activo, y autónomo, de cierta forma.

Por otro lado, tenemos a la figura del profesor Cavan, interpretado por Armando de Razza, un equivalente contemporáneo de lo que son Paulo Coelho y el Dr. File, individuos que lucran con las temáticas supernaturales, aprovechando lo llamativas que resultan para las masas. Del mismo modo, que tientan la incertidumbre de individuos poco seguros a la espera de palabras mágicas que cambien la suerte.

Pero en el caso de Cavan, es para un premio su descaro. Partimos con un personaje completamente opuesto a lo que muestra en televisión, dejando en claro la diferencia entre lo que vende y su identidad. Pero luego de involucrarse en la búsqueda del Anticristo, demuestra que es más que un timo, que se maneja en las temáticas del ocultismo, e incluso, él mismo conoce las fuerzas que con el protagonista buscan.

Otro dato importante de esta película es la dosis precisa de humor en su contenido, así como su ritmo regular permite disfrutar el relato sin estar siempre al borde, a la vez que sus momentos saben tomarse en serio cuando deben.

Por este motivo es que puedo decir que este es un filme recomendable, pues sabe tocar lo paranormal sin tener que ser todo tan “oscuro”, y la candidez de sus personajes frente a lo que entienden como “maldad” no podría ser más conmovedora. Más cuando los mismos ciudadanos de Madrid nos dan lecciones de lo que realmente es la maldad.

 

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Ezequiel Urrutia Rodríguez (1996) es un joven escritor chileno nacido en la comuna de San Miguel, pero quien ha vivido toda su vida en los barrios de Lo Espejo. Es autor del volumen Kairos (Venático Editores, 2019) su primera obra literaria, y la cual publicó bajo el pseudónimo de Armin Valentine. También, es un socio activo de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech).

 

 

 

Tráiler:

 

 

Ezequiel Urrutia Rodríguez

 

 

Imagen destacada: Maria Grazia Cucinotta en El día de la bestia (1995).