El misterio, la magia oscura, el enfrentamiento político y religioso, además de las reivindicaciones indígenas, son algunos de los elementos que se encuentran presentes en esta novela de Rodrigo Rey Rosa, cuyo valor reside en mantener viva una demanda histórica sobre los abusos e injusticias que ha cometido y sigue cometiendo la Iglesia Católica en contra de los pueblos originarios del continente.
Por Martín Parra Olave
Publicado el 14.1.2021
Rodrigo Rey Rosa (Guatemala, 1958), es un destacado escritor centroamericano, cuya amplia obra ha obtenido el reconocimiento de la critica y los lectores de toda Hispanoamérica. Además, es conocido por sus traducciones al español de Paul Bowles, Norman Lewis, Paul Léautaud y François Augiéras.
Su amplia obra de cuentos y de novelas ha sido traducida a múltiples idiomas, además en el año 2015, fue galardonado con el premio Iberoamericano de las letras José Donoso. En su último trabajo, Carta de un ateo guatemalteco al Santo Padre (Alfaguara, 2020), el escritor pone en tensión la siempre polémica e injusta relación que existe entre los conquistados y los conquistadores.
En este caso puntual, la batalla se da entre católicos y la comunidad indígena Kaqchikel, quienes intentan recuperar unas tierras que han sido arrebatas por sacerdotes de la religión cristiana.
Sin embargo, el tema que se resalta no es exclusivamente material, sino que además se deja entrever el aplastamiento cultural que realizaron los españoles con la cultura indígena. Construir iglesias sobre los templos mayas o sobre los lugares sagrados fue una práctica permanente del negocio de la conquista. Opacar sus costumbres y satanizar sus cultos fue otra de las medidas que se implementaron de forma violenta sobre los pueblos originarios de toda América:
“Las llamadas cofradías en Latinoamérica son, como Usted sabe, instituciones impuestas por la corona española para controlar la conducta de las poblaciones indígenas conquistadas y velar por el orden monárquico.”
El arrebato de la tierra, que para los conquistadores es un acto económico, para los indígenas es mucho más que eso, pues la tierra, en la gran mayoría de las culturas aborígenes tiene un sentido sagrado y vitalista:
“Tienen estas gentes todavía sus lenguas (ergativas), sus cuerpos (acostumbrados al frío) y sus paisajes (bellísimos): las tres casas del ser, como dice Agamben. Sus paisajes, pero, como se verá, no siempre así sus tierras, que hasta hace no mucho tiempo fueron comunales».
La visión comunitaria del entorno, de la vida y de las costumbres, chocó de manera frontal con las políticas impuestas por la corona, medidas que en la gran mayoría de los casos eran aplicadas bajo el pretexto de ser un beneficio para la comunidad católica.
El protagonista de la historia es el “comparador de religiones” llamado Román Rodolfo Rovirosa, un investigador que se ha propuesto ayudar a la comunidad kaqchiquel, y quien en definitiva se encuentra en medio de los dos bandos. Su periplo está teñido con el manto del misterio y algunos acontecimientos que parecen no tener explicación.
De forma permanente se realiza la reflexión acerca de la filosofía que acompaña a las distintas religiones, su mirada sobre la vida y la muerte, sobre el destino y el actuar de los hombres sobre la tierra. Todas las iglesias han torcido su camino en algún momento pues los intereses personales de los hombres, sumados a los abusos de poder y sexuales han terminado por derrumbarlas.
Rodrigo Rey Rosa confirma con esta novela que sigue siendo uno de los narradores fundamentales de Hispanoamérica, pues en su obra convergen estrategias narrativas desde diferentes géneros literarios.
El misterio, la magia oscura, el enfrentamiento político y religioso, además de las reivindicaciones indígenas, son algunos de los elementos que se encuentran presentes en Carta de un ateo guatemalteco al Santo Padre, cuyo valor reside en mantener viva una demanda histórica sobre los abusos e injusticias que ha cometido y sigue cometiendo la iglesia católica con los pueblos originarios.
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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Imagen destacada: Rodrigo Rey Rosa.