Con breves reminiscencias al estilo de Juan Luis Martínez o de Rodrigo Lira, en este poemario inaugural, su autor, el profesor Juan José Yunis Muñoz va discutiendo consigo mismo en las definiciones y claridades de la existencia, y por lo tanto, son las preguntas las que inundan el texto en fracasados intentos de descubrir lo interno, los cuales, muchas veces, terminan más en berrinches que en respuestas claras.
Por Luis Herrera Vásquez
Publicado el 14.1.2021
Flor de mi desierto (Litoraltura, 2020) es el primer libro de Juan José Yunis (residente en Santiago, pero nacido en Tocopilla) y se presenta como una propuesta nada ambiciosa, pero sí atractiva: un poemario que recurre a la simpleza del lenguaje, pero también a la complejidad de las relaciones entre palabras, al juego verbal, a la exploración de aquello que sabemos, sentimos, pero no logramos expresar.
Además, sabe crear diálogo también a través de difusas y profundas ilustraciones de Francisco Salas.
El texto consta de dos partes. La primera, es la que da nombre al libro y contempla diecisiete poemas titulados por cada letra de la frase “Flor de mi desierto”, además del poema final llamado de igual manera; y una segunda parte, a modo de anexo, “Otras yerbas”, con una selección de siete textos que, si bien escapan a la integración con la primera parte, sí mantienen elementos estilísticos que van en la misma línea: flechas, slash, puntos suspensivos, subrayados, alternancia mayúscula-minúscula, etcétera:
(por su puesto)
¿Qué?
¿no entiendo?
¡Repito!
No busques lo hallado
por, más, menos
¡dividido!
Ahí está, sentado, y…
eso fue interferencia
a pesar de que pasamos
los 9|no\0|venta\
cero ganancia.
(Je suis, fgmto.)
Más allá de lo críptico, esta propuesta que fortalece las relaciones entre significantes cargados de imágenes, más que el efluvio de significados, también explora por carriles más íntimos, de confesiones interiores, de bipolaridades nerviosas:
Te traje un regalo
míralo, está hecho de nervios
crudos, sensibilizados, desgarrados,
cubiertos de una gruesa capa de dolor,
de pestañas, arañas, trabas.(…)
¿Lo mereces? NO, devuélvemelo
porque obscureció de luces
de mañanas, de lunas
QUI TOLLIS PECCATA MUNDI
AGNUS DEI.
(E, fgmto.)
Con breves reminiscencias al estilo de Juan Luis Martínez o Rodrigo Lira, Yunis va discutiendo consigo mismo en las definiciones y claridades de la existencia, por lo tanto, las preguntas inundan el texto en fracasados intentos de descubrir lo interno y terminando, muchas veces, más en berrinches que en respuestas:
desencuentros
retornos,
a la puerta opaca,
sintética,
estética,
herética,
esdrújula,
¡SILENCIO!
(D, fgmto.)
Con seguridad, Flor de mi desierto es el primer paso de un trabajo que puede traernos otras luces y cuestionamientos sobre el siempre cambiante fenómeno poético y, lo más apropiado, sin bombos ni platillos.
***
Luis Herrera Vásquez (1981) es licenciado en educación, magíster en docencia universitaria y diplomado en lingüística aplicada.
Actualmente es estudiante de doctorado en la Universitat Oberta de Catalunya, profesor de español en «Dímelo Hablando en Español» y editor en Litoraltura Ediciones.
Ha publicado los libros La lámpara de Kafka & otros cuentos, Cultura, educación, lenguaje, además del Diccionario de neologismos, disfemismos y locuciones usuales.
Tiene publicaciones científicas en el ámbito de la educación, la literatura y la lingüística. También ha sido evaluador de proyectos Fondecyt y de artículos en revistas especializadas.
Imagen destacada: Juan José Yunis (al centro) con sus alumnos del Liceo de Aplicación de Santiago.