[Estreno] «Harmonium»: No desearás a la mujer de tu amigo

El séptimo largometraje de ficción del realizador japonés Köji Fukada, se llevó el Premio del Jurado (Un Certain Regard) en el prestigioso Festival de Cannes correspondiente a la temporada 2016, y se encuentra disponible para su visionado en Chile, gracias a la plataforma de streaming de Centroartealameda.tv.

Por Ezequiel Urrutia Rodríguez

Publicado el 19.2.2021

Entre amigos existen códigos, y el más sagrado de todos, es justo el que esta obra se propone a presentar, así como las consecuencias de dicha traición en la psique de los involucrados.

Harmonium, del director japonés, Koji Fukada (2016), nos presenta la vida de una familia nipona, cuya realidad enfrenta un giro radical con la llegada de un viejo amigo del padre, con quien compartiría un oscuro secreto de años pasados.

Hablando en general, esta película destacaría por la forma de combinar una variada gama de simbolismos, desde dualidades entre la luz y la sombra, hasta, incluso, pequeños elementos de la cultura de su director, que al mismo tiempo generan ciertas señales de anticipación para eventos venideros.

Eso sí, hay un detalle de la construcción de la misma que vuelve la experiencia un poco… pesada para la audiencia occidental, en especial para ojos más acostumbrados a ritmos frenéticos. Las conocidas tomas estáticas con silencio prolongado.

Dichos encuadres, son famosas dentro del campo asiático, ya que permiten a la audiencia centrar toda la atención a los posibles pensamientos de sus personajes. Sí, es ingenioso, pero en este caso se hace excesivamente largo, más considerando que la cinta dura dos horas.

El problema con esta prolongación de ciertos encuadres es que no cuentan con pequeños movimientos que adelgacen toda esa tensión acumulada (mínimo una pieza musical extradiegética que armonice con la escena), un pequeño distractor que permita a ese enfoque recordar a la audiencia que va a ocurrir algo, evitando que esta quede en una infinita espera por un movimiento que finalmente no acontece.

Por otro lado, ya mencionando un aspecto más positivo, algo que en Fukada destaca, así como muchos directores japoneses, es en la captura de cuadros de su tierra, tanto en la dinámica de sus espacios urbanos como en los planos generales hacia los ambientes naturales.

Con estos últimos, hasta generando gratitud por permitir a la audiencia disfrutar de tomas sin soundtracks, pues con el cantar de las aves, así como el estruendo de los ríos, resulta suficiente.

 

Ni Griffith se animó a tanto

La inserción del personaje de Tadanobu Asano (Yasaka) resultaría bastante armónica, al igual que su acercamiento a la familia de su amigo (Kanji Furutachi). Esto, a su vez, vuelve todavía más doloroso el hecho de que su confianza sobrepasara los límites, al poco a poco ir tomando el lugar del padre con la esposa y la hija.

Lo interesante de este personaje, es que marca la dualidad entre quien pudo, por así decirlo, alcanzar el éxito dentro de su vida personal, a diferencia de quien, producto, quizá, de una mala decisión, acabó estancado. Esto vuelve hasta noble que aquel padre se disponga a ayudar a su amigo, a darle empleo en su taller y cobijo en su casa.

Pero, al mismo tiempo, nos recuerda de lo peligroso que resulta involucrar tan cercanamente a individuos con los que sabes que existen conflictos. Y claro, es entendible que en Japón se valore la lealtad, y en el caso de individuos como Yasaka, quien además estuvo en prisión, se aplique realmente una reinserción en el mundo laboral. Pero como Fukada nos muestra en su obra, Yasaka no es esa clase de amigos que presentas a otros amigos, y menos a tu familia.

Y dicho y hecho, al primer momento de confianza, este comienza a seducir a la esposa, actuación que por su parte, Mariko Tsutsui (Akie, la mujer), lleva en crescendo de manera eficaz, demostrándose compasiva ante la situación de Yasaka, escuchando su historia, volviéndose cada vez más cómplice ante sus movimientos.

Este proceso culmina en aquel paseo familiar al río, en que ella y Yasaka se alejan para besarse, curiosamente, al lado de un membrillero. Esta flor es conocida en Japón por su simbolismo, representando la seducción, cuya toma, también, resaltaría al poner a Tsutsui a la sombra, insinuando la caída que se avecina debido a su tentación.

Pero este juego de sombras no sería el único. El más interesante de todos, cuando ya los secretos empiezan a desvelarse, nos presenta a esta mujer desesperada, corriendo frenética por la calle a la luz del atardecer, para luego, entrar otra vez a la sombra, señalando su hundimiento, así como el quiebre de su estabilidad mental.

De esa forma, Fukada refleja las consecuencias de recibir a personas nocivas en nuestras vidas. Personas que solo llegan para causar daño, que gradualmente carcomen nuestra armonía hasta finalmente dejar nada.

Asimismo, recuerda a los espectadores el peso de la palabra “amistad”, y cómo no todos son capaces de llevar este título. Porque si alguien que es parte de tu vida, es capaz de causarte tanto daño, quitándote todo lo que tienes, y todo lo que amas, entonces no es tu amigo.

Un gran trabajo de parte de su director, pese a lo «lento» de los acontecimientos y más por la duración de la obra misma.

 

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Ezequiel Urrutia Rodríguez nació en la comuna de San Miguel (1996), pero ha vivido toda su vida en los barrios de Lo Espejo.

Es egresado de administración empresarial del Centro Educacional Alberto Hurtado y de pedagogía general básica de la Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez, con la mención en lenguaje, comunicación y literatura.

También es el autor de la obra homónima Kairos, del sello independiente Venático Editores, y es el artífice del canal de YouTube Poesía con Armin, en el cual adapta su repertorio a material audiovisual.

Asimismo, es socio activo de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) y participa del grupo en Podcast, Momento Literario.

 

“Harmonium” (2016)

 

Tráiler:

 

 

Ezequiel Urrutia Rodríguez

 

 

Imagen destacada: Harmonium (2016).