El filme de la realizadora inglesa Ana Lily Amirpour —una figura angular de la cinematografía europea de corte independiente— se acaba de integrar a la cartelera que ofrece la plataforma de streaming de Centroartealameda.tv.
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 10.3.2021
Esta cineasta británica, probablemente de antepasados iraníes, es una mujer inquieta, su filmografía (al menos sus dos primeras películas) tiene una profunda raíz feminista, aunque cita en sus películas a realizadores del sexo opuesto: la extrañeza de Lynch (su amor por lo oscuro), el empleo de música al estilo de Tarantino (con planos muy cercanos al de Knoxville), y hay algo de Jarmusch en el uso del blanco y negro, aunque sus anécdotas son más simples, pero indudablemente más eróticas que los recién nombrados.
La escena en su habitación con el muchacho disfrazado de Drácula (Arash) pareciera detener el tiempo, ella es un arma feroz pero la candidez del muchacho la aniquila, hace recordar a Criatura de la noche del sueco Tomas Alfredson, otra cinta donde una niña terrorífica cautivaba el corazón del hombre.
En ambas, la mujer es lo que es, se oculta de los demás por supervivencia, pero se puede enamorar y perdonar la vida de su amado.
Puede ser la mujer más letal del universo, pero se contiene, es capaz de sentir empatía por el otro. A pesar del daño que le hace al padre (The Junkie), a mitad de la noche, con el gato de testigo, Arash decidirá enfrentar el destino de compartir un futuro aciago con The Girl, la mujer sin nombre.
Es ese mundo caótico de Bad City, situado supuestamente en Irán (hablada en farsi), donde se cuela el presente permanente de los 80, años rodeados de estilo, que la directora capta con la cámara (fotografía de Lyle Vincent) y brinda momentos suspendidos en el tiempo, vividos con intensidad, donde la música es un referente indudable.
Los personajes de esta Ciudad Mala son seres marginales: una prostituta atrapada en el tiempo, un proxeneta estiloso, un niño que pasa las horas en la calle, un padre drogadicto y una pareja de amantes improbable. Todo transcurre al borde del abismo, aunque la historia siempre mantiene la austeridad de sus escasos elementos.
Un cuento de amor entre un humano y una vampira, mostrando las debilidades de ambos, sus figuras acercándose, el cuello cerca de sus colmillos, la intensidad sexual que se torna en amor, ella desciende y se apoya en su pecho, un plano medio que sublima todo lo decadente en ese encuentro celestial, ese instante puro que le da un nuevo significado a la eternidad.
La música en ocasiones recuerda los acordes de Ennio Morricone, ¿estaremos en presencia de un western posmoderno?
La cinta se construye en base a duelos entre los protagonistas y los secundarios, por un lado, Arash, de origen humilde, trabaja reparando cosas para una mujer rica que no lo considera a la altura, en cambio, The Girl discrimina entre quien vive y a quien mata, esta vampira lucha contra la injusticia y elimina a la escoria de la sociedad.
The Girl siente fascinación por la vida de una prostituta (Atti), personaje que anhela un futuro, pero que está triste porque cada encuentro sexual la cosifica y hace revivir un instante que no puede perpetuar, los años pasan y The Girl (que no envejece) observa de lejos esa tristeza efímera, comparándola con la suya eterna, los días que se extinguen la harán más triste si sigue desconfiando.
Tanto en esta película como en Amores caníbales (2016), la protagonista va encontrando su camino, hay determinación en su actuar, una fuerza capaz de vencer cualquier adversidad.
Ese feminismo no está exento de sensualidad, está abierto a muchas posibilidades, aquí la mujer nunca es sumisa, pero incluso siendo un vampiro, no es esa mujer vacía que va enfrentando a todos los hombres, hay humanidad detrás, el amor siempre será más importante que la posesión de otras almas.
Por eso Arash la conmueve, no tiene nada que perder y lo poco suyo (un auto de colección) quiere compartirlo con ella, que no juzga, que le muestra el botín de sus asesinatos, ese secreto que al fin puede compartir con alguien, su alma inmortal se ha enamorado.
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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.
Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013), El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014), El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015), además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).
Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020) y Miedo (Zuramerica Ediciones, 2021).
Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Una chica vuelve a casa sola de noche (2014).