Dirigido por la realizadora uruguaya Amparo González Aguilar, este excelente y seductor largometraje de no ficción que cuestiona los paradigmas afectivos de la maternidad, se encuentra disponible en Chile a través de la plataforma de streaming de Centroartealameda.tv
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 12.5.2021
De haber sido seleccionado en los Oscar 2021 (por fecha no era posible), este documental argentino hubiese competido de igual a igual con Mi maestro el pulpo en el apartado estético y con Collective en cuanto a la contundencia y claridad de su tesis.
Las cinco candidatas a mejor documental, eso sí, desplegaban un trabajo de campo a través de meses y años de observación, con presupuestos abultados, pero en cuanto a honestidad Malamadre les lleva un cuerpo de ventaja.
El exiguo presupuesto de US$88 mil no es impedimento para concebir un producto de una gran calidad artística y audiovisual.
La directora entrevista a una decena de mujeres y les pregunta cómo fue para ellas el parto y la maternidad, en el fondo les consulta si sienten que ellas fueron buenas o malas madres.
Para lograr intimidad en las respuestas, se utilizó una habitación que no ofreciera distracciones y se fotografió a las mujeres con la ropa esencial. La idea era entrevistarlas sin ropajes sociales, de modo de lograr testimonios muy francos.
Ellas hablan del prejuicio de la sociedad, de lo que se les exige tácitamente a las mujeres, ninguna pudo expresar libremente sus sentimientos durante los distintos procesos que les tocó vivir. De alguna forma, las emociones que tuvieron que callar, son expresadas con naturalidad en este documental.
Un desafío al feminismo
Todas estuvieron de acuerdo en algo: la maternidad no tenía nada que ver con lo que les habían contado.
Sus experiencias fueron de dulce y agraz. Muchas relataron la inmediata conexión de amor con los recién nacidos, pero alguna, desde el momento del parto, experimentó una verdadera película de terror.
Se entrevistó a madres solteras, lesbianas, de partos naturales y cesáreas, de vientres de alquiler y con hijos adoptados, dentro de todo el espectro social. Unas se mostraban emotivas, otras contaban abiertamente el pánico que les producía estar frente a una criatura recién nacida.
Muchas tenían una guardia pretoriana que las acompañó en el embarazo, pero luego del parto, prácticamente todas enfrentaron la soledad.
Ser una buena madre es cuidar que no les falte comida y abrigo, educarlas no siempre con el debido cariño, muchas veces estaban cansadas y enojadas.
Para todas es y sigue siendo una tarea muy difícil, para las más feministas una postergación de sus derechos, para las más abnegadas una renuncia a su propia persona.
Ser una mujer feliz
La fotografía de contrastado blanco y negro es bellísima, de muy alta definición, pero no con el fin de desnudar a estas mujeres, sino brindarles humanidad, ese es el gran mérito del documental.
Hay una cercanía de la directora con el tema, ella misma (en color) entrevista a sus hijos para que expresen si ha sido una buena o mala madre.
La respuesta de los chicos nos deja con la boca abierta. Logra incorporarlos a la altura de la conversación, sus intervenciones son tan honestas como las de las mujeres, en definitiva, supo encantarlos con preguntas acordes a su edad.
La propia experiencia del embarazo, parto y maternidad, la directora la despliega hábilmente mediante animaciones muy dúctiles y bien cohesionadas, que cuentan lo vertiginoso del proceso materno y las emociones que siempre amenazaron con romper la precaria armonía.
Coincide con los testimonios de las mujeres y entretanto se dibuja como una mujer con alas y cuernos que lleva una capa, tal como la imaginan sus hijos.
No es una heroína, es un ser humano sometido a fuerzas nunca imaginadas.
La dosificación de imágenes en blanco y negro, las de color y las animaciones son las perfectas tres patas de una mesa que equilibran el material. Permite alivianar las culpas y los miedos, tanto a las entrevistadas como a las madres que ven este documental.
El filme es una especie de mapa para las mujeres que aún no han vivido la experiencia y pueden estar aterradas ante lo desconocido. Sus testimonios dejan espacio para el perdón.
Es un documento potente, no busca lo valórico, incluso posibilita que alguien que desee abortar, lo haga de manera informada con todos los elementos sobre la mesa.
Al final las entrevistadas le hacen la misma pregunta a la directora y ella, a pesar de sus dos hijos, no se atreve a decir en qué consiste ser una buena madre.
***
Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es un ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con estudios formales de estética del cine cursados en la misma casa de estudios (bajo la tutela del profesor Luis Cecereu Lagos), y también es magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.
Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013), El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles de Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014) y El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015).
Además, ha lanzado los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).
Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020) y Miedo (Zuramérica Ediciones, 2021).
Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Malamadre (2019).