[Ensayo] La faceta periodística de Efraín Huerta, el poeta mexicano venerado por Roberto Bolaño

La prosa del autor azteca en estos textos es exquisita y derrocha erudición, además de un hondo conocimiento de las generaciones previas y un cosmopolitismo que le permite como lector de su campo cultural, trazar líneas con otras estéticas del continente americano y atisbar el decurso en esos años de las voces europeas, de Breton, de Tzara, de Eluard y de Alberti, entre otros.

Por Daniel Rojas Pachas

Publicado el 11.8.2021

En esta oportunidad, quiero enfocarme en cinco textos en prosa, crónicas y textos periodísticos de Efraín Huerta, que presentan como eje transversal la dicotomía poesía revolucionaría frente a una vanguardia anquilosada y cursi.

La prosa de Huerta en los textos es exquisita y derrocha erudición, un hondo conocimiento de las generaciones previas y un cosmopolitismo que le permite como lector de su campo cultural, trazar líneas con otras poéticas del continente americano y atisbar el decurso en esos años de las voces europeas, Breton, Tzara, Eluard, Alberti, entre otros.

La profundidad de los temas y la preocupación que le merecen no le impide a Huerta realizar giros a un registro vernacular y hacer gala de un estilo inteligente y minucioso que se aparta de lo sublime y afectado como las voces que critica, endiosadas y olímpicas, enclaustradas en su torre de marfil.

Huerta se desmarca de estos poetas y se define por oposición como ruin y malvado, haciendo uso de los mismos adjetivos con que los otrora vanguardistas castigan a la nueva poesía y a generaciones de autores a quienes acusan de manchar las páginas con sangre y odio.

Es más, reserva para estos poetas epítetos socarrones, llama a sus textos obritas de pie de la cama y los califica de elites en corro, jugadores de rugby planificando su estrategia, al mostrarse atentos a sus movimientos en la escena literaria sin preocuparse de esgrimir versos infumables.

Lo interesante es el equilibro de la prosa, un estilo que sabe usar el humor sin resultar frívolo y a la vez derrocha un saber enciclopédico que le permite rastrear las filiaciones y así argumentar con detalle en contra de autores como Novo o Villaurrutia dando cuenta de las formas que emulan lo cual delata el bastardaje cultural.

Respecto a la poesía de Novo dice con desparpajo: «huele a poesía norteamericana» y al hablar de las vanguardias mexicanas ataca su sentimentalismo libresco y los acusa de copistas. En «Poesía siniestra y mala», señala. Allí están, cómodos «enfangados en la poesía que importaron».

 

Una quimera de mierda

En síntesis acusa a los dinamitadores de la realidad de haberse vuelto olímpicos, arremolinados y de espaldas a la realidad y desde sus palacetes regocijarse en el elogio de los jeunesse dorée, una generación naif de burguesitos que Huerta signa como el primer filtro para acceder a lo que está ocurriendo en el mundo.

Estos jóvenes que fungen el rol de aduladores de una poesía estéril y liquidada contribuyen con sus alabanzas al statu quo del arte, por eso vuelven a ser tema en el texto «Poesía de la juventud».

Esta crónica parte de una pregunta que el periodista Núñez Alonso arroja al ruedo para convocar la opinión de los llamados contemporáneos y saber si es real la crisis en su generación.

Las respuestas evasivas de los implicados y el hecho que muchos de estos hayan desertado de su antigua militancia generacional, como el caso de Efrén Hernández, el cual Huerta destaca, le sirve al cronista para ingresar a una de las imágenes que será caldo de cultivo para numerosas obras que hasta nuestros días pasan revista a proyectos poéticos excluyentes, verdaderas mafias conspirando para su beneficio con el arte como instrumento para medrar.

Huerta los llama en su crónica cofradías apolíneas y las hemos visto por ejemplo retratadas en la literatura de Picabia a través del híbrido novelesco Caravanserail donde ajusta cuentas con Breton y los surrealistas y sin ir más lejos en Bolaño y Los detectives salvajes, hago esta mención porque Bolaño y Huerta fueron amigos, además el chileno consideraba a Huerta el mejor poeta mexicano y Bolaño en Amuleto en voz de Auxilio Lacouture y en el poema «Un paseo por la literatura», esgrime un cantar hacia jóvenes como Dalton y Heraud que hipotecaron sus vidas por una quimera de mierda.

Jóvenes revolucionarios y mendicantes como los del sueño número 10 en el poema de Bolaño: «Soñé que estaba en un camino de África que de pronto se transformaba en un camino de México. Sentado en un farellón, Efraín Huerta jugaba a los dados con los poetas mendicantes del DF».

Esto genera un puente con lo que Huerta desarrolla en la crónica «Poesía y política», en la cual levanta la voz contra aquellos que perjuran y creen en la neutralidad del poeta y lo piensan como un ave rara de zoológico o habitante de la Patagonia por dar geografía a las antípodas.

El poeta para los necios burgueses resulta una figura social intrascendente y marginal, un soñador inocuo que debe limitarse a cantar.

Pero cantar a qué o a quién dice Huerta sino a los grandes acontecimientos en favor de los oprimidos y pone como ejemplo a los románticos españoles que fueron activistas contra el poder o en otra medida corrieron la suerte de Becquer, al que muchos pueden pensar como un cisne, un ángel impoluto por sus Rimas, pero al contrario, este murió sofocado por los poderosos que especularon y cerraron las puertas a su arte.

 

La sensibilidad del texto

En esa línea Huerta trabaja la imagen del joven, del poeta y el luchador entrelazados y por eso aparecen como centro de sus crónicas. Pues ellos reclaman una respuesta por parte de los poetastros.

Lo que se espera en todo caso no es compromiso y acciones concretas, Huerta satiriza con la imagen del intelectual firmando un manifiesto para dar cuenta de su preocupación por tal o cual causa, la respuesta que se desea es más concreta, se busca que estas antiguas generaciones devenidas en figuras de mármol se hagan conscientes de la juventud real, mujeres y hombres comprometidos, de vital humanismo y capaces de detentar una labor revolucionaria, no esos niños bien que van por allí dorando la píldora.

Esta preocupación de Huerta con el compromiso, carga un sentir de época, pues los textos tienen como fecha 1937. La Guerra Civil Española es un fantasma que acongoja a los intelectuales por las noticias que llegan a América.

Además de la ayuda que el continente presta a refugiados y entre estos a poetas y editores que salen al exilio, además de una magna tragedia que no podemos eludir, el asesinato de Federico García Lorca. Los textos de Huerta sin duda, están marcados por la sangre que corre. El mismo autor lo señala cuando discute la teoría de intelectuales naif que han llamado a la poesía revolucionaría ruin.

Frente a esto el autor toma posición y marca una línea que se refleja en «Lectura del poema» y «Donde la poesía se deshace» pues en estas dos crónicas se da cuenta que incluso el acto de leer un poema es lo más comprometido del mundo pues implica conectar con la sensibilidad del texto, su sistema nervioso y armazón.

El justo latido, la composición y el ritmo que la obra reclama pues al final el poema será el habitáculo de su creador, una casa hecha de los fracasos del poeta, testimonios de la fugaz juventud y su espíritu audaz, y quizá como dice Huerta al declararse neo romántico, sin agonía sino en continuo despertar pueda haber una ciudad letrada compuesta por casas sin jerarquía, sin categorías y grupos selectos.

 

Bibliografía consultada:

Huerta, Efraín. Efraín Huerta en el Gallo Ilustrado. Antología de libros y antilibros (1975-1982). Antología de Raquel Huerta Nava. México: Joaquín Mortiz, 2014.

_____. Canción del alba. Efraín Huerta en su centenario. Comp. Raquel Huerta Nava. Guanajuato: La Rana, 2014.

_____. Efraín Huerta. Palabra frente al cielo. Ensayos periodísticos (1936-1940). Ed., comp., sel., pról. y notas de Raquel Huerta Nava. México: UNAM.

 

***

Daniel Rojas Pachas (Lima, Perú, 1983). Escritor y editor chileno-peruano, dirige el sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma, Cristo barroco y Allá fuera está ese lugar que le dio forma a mi habla, y las novelas RandomVideo killed the radio star y Rancor.

Sus textos están incluidos en varias antologías —textuales y virtuales— de poesía, ensayo y narrativa chilena y latinoamericana. Más información en su weblog.

 

Daniel Rojas Pachas

 

 

Imagen destacada: Efraín Huerta.