La ópera prima del director argentino Martín Emiliano Díaz es uno de los filmes con mayores posibilidades de adjudicarse la Competencia Nacional del Santiago Festival Internacional de Cine versión 2021, debido a su elaborada propuesta plástica y audiovisual.
Por Felipe Stark Bittencourt
Publicado el 19.8.2021
Lo habitado marca el debut en la dirección de Martín Emiliano Díaz (Buenos Aires, 1987) creador de diversos proyectos de videoarte en los que se muestra un interés por el plano detalle del espacio doméstico y urbano.
La presente película —una coproducción chilena y argentina—, de alguna forma, parecería ser una extensión de esas inquietudes llevadas a un relato donde no se sugiere la fragmentación y la herrumbre social, sino que se declaran abiertamente. En este, los personajes se comportan más bien como vehículos discursivos que como densidades humanas, aunque su ambigüedad les conceda cierta humanidad.
El argumento sigue así a cuatro adolescentes, cada uno con visiones de mundo muy marcadas, que reflexionan sobre política, sus vidas y aspiraciones en un escenario en el que sin ser villanos, la sociedad los trata como tal, incluyendo a sus vecinos y la policía.
No cabe duda de que la materia prima de Lo habitado es buena y puntudamente actual. Aunque el universo de la película es Buenos Aires, el lugar podría ser cualquiera.
Los adolescentes —Santi y Facundo sobre todo— también están abiertos a esa universalidad. Sus reflexiones corresponden a las que tendría un chico con sus edades. La película los presenta como polos opuestos no tanto por las convicciones, sino por la manera en que enfrentan la vida.
Es especialmente notable el caso del primero: Santi es anticapitalista, desempleado por decisión y con un deseo irreprimible de transformar la sociedad. Está lleno de contradicciones y es atacado constantemente por sus demonios interiores. Sabe lo que quiere, pero no cómo alcanzarlo. Prefiere pasar el día leyendo y asegurando que “hay que hacer algo grande”, pero nunca pasa de un grafiti que ni siquiera pinta él.
Es un personaje fragmentado, compuesto por retazos, y probablemente por esa razón Emiliano Díaz monta la película así: a partir de distintos retazos que fragmentan la película hasta el borde de la disolución.
El montaje la divide en pequeñas escenas donde se muestra este divagar de los personajes. Juega con la repetición, con el jump cut y el fuera de campo. Los adolescentes están solos en un mundo inhóspito que conocemos a través del plano detalle y eso incluye la casa que ocupan, también compuesta de fragmentos y de herrumbre.
Lo habitado quizá podría entenderse como una obra ambigua, pero tiene claro su norte, aunque narrativamente caiga en sus propias trampas. No es una película fácil ni tampoco pretende serlo. Es derechamente deprimente. Encarna bien el descontento, pero de modo abrupto y sin sutilezas. Esto, que en otras obras podría ser beneficioso, aquí puede ser perjudicial.
Santi no es un personaje ni agradable ni sensato. Denuncia la verdad, pero casi por omisión, a través de las quimeras que plantea sin llegar a nada concreto. De alguna forma puede recordar a cierta etapa política del cine de Godard y eso con sus aciertos y errores. Por ejemplo: la lucidez para manipular el medio a la par que el peligro de caer en lo pretencioso y aburrido.
Por esto mismo, Lo habitado es una película en la cual se encuentran ideas jugosas, pero que al esbozarse de modo tan disuelto e intenso no llegan a cuajar del todo.
La juventud perdida con sus esperanzas fatuas, aplastada por un sistema que es incapaz de derrotarse —señalar el fin del capitalismo es una utopía bastante difícil de alcanzar— terminan por hacer de Lo habitado un relato que, quizá sin buscarlo, cae en lo moralizante: no hay quien se preocupe de los huérfanos del capitalismo.
La pregunta estriba, sin embargo, en si la película es consciente de su doble juego o de la posibilidad de alcanzar esa meta.
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Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance.
Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción. También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Lo habitado (2021).