[Crítica] «Canto yo y la montaña baila»: Una mágica e inolvidable narración

Al utilizar como base argumental de su obra los cuentos y los mitos de la zona del Pirineo, la artista española Irene Solà (Editorial Anagrama, 2021) ha construido una historia bastante poco común, algo deslumbrante y muy profunda a la vez.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 2.9.2021

Irene Solà  (Malla, 1990) es una artista, poeta y narradora española, que en su breve pero exitosa carrera, ha recibido un sin número de reconocimientos y premios a nivel europeo.

Su última novela es un trabajo literario que le hace guiños a la leyenda, donde los personajes son hombres y mujeres, pero también hablan algunos de los elementos que componen la naturaleza, como nubes, ramas y corsos.

“No sé, me lo pasé exageradamente bien escribiéndola, me la tomé como un juego, una experimentación y quizá eso es lo que transpira y lo que capta el lector”, ha señalado en una reciente entrevista. Canto yo sola y la montaña baila (Anagrama, 2021) recibió el premio del Literatura de la Unión Europea en el año 2020.

Canto yo y la montaña baila esta ambientada en una zona de los Pirineos, un espacio rural donde la naturaleza tiene protagonismo y su propia voz. El entorno natural es el contrapunto a una ciudad agresiva y vertiginosa.

Las vidas de los seres humanos que transitan por estas páginas es como cualquier otra, que tiene sufrimientos, dolores, amores inacabados, decepciones, y por supuesto, errores y aciertos, que van construyendo el recorrido de sus propias existencias. La singularidad está dada por la reflexión en torno a la relación que mantienen los personajes en todo este mundo.

Así, la montaña es una especie de memoria colectiva, un receptáculo de los acontecimientos históricos y bélicos que han azotado a la sociedad.

 

La fragilidad de lo efímero

Quizás uno de los puntos fuertes de esta novela sea la invitación a pensar sobre el verdadero protagonismo, siempre oculto, de la naturaleza en la vida de los seres humanos. Entender que somos parte de un todo es la mayor de las dificultades que tenemos como especie.

¿No es acaso esta falta de entendimiento la que nos tiene al borde de una catástrofe climática?

Los ciclos de la vida se van repitiendo una y otra vez. Ya no es solamente las estaciones del año las que se suceden hasta el infinito, sino que los acontecimientos mismos de la vida parecen tener una permanente tendencia a repetirse.

A través de todos los seres vivos que adquieren voz en esta historia, el lector consigue ir disminuyendo su importancia en detrimento de la naturaleza. Es como si una voz oculta nos fuera señalando y recordando de manera permanente lo frágil y efímera que es nuestra vida.

La relación equilibrada con el entorno, tanto humano como natural, es un claro mensaje que se desprende de esta lectura. Sin embargo, esto no se agota acá, pues las profundidades del trabajo que ha realizado Irene Solà van mucho más allá que esto y pretende abrir caminos que cada lector pueda ir encontrando

En definitiva, y utilizando como base los cuentos y los mitos de la zona del Pirineo, Irene Solà ha construido una historia bastante poco común, algo deslumbrante y muy profunda a la vez.

Una novela que se sitúa como punto de partida para una nueva forma de hacer narrativa, muy enraizada en el folclor de aquellos parajes, pero que no se queda sumergida en ese mundo, sino que da un salto hacia cualquier lugar del planeta, permitiendo al lector transnacional, disfrutar y sufrir con esta mágica e inolvidable narración.

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura de la última Casa de Estudios.

 

«Canto yo y la montaña baila», de Irene Solà (Editorial Anagrama, 2021)

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Crédito de la imagen destacada: Adrià Costa.