La ópera prima del director israelí Itay Tal es uno de los grandes estrenos presenciales de esta temporada en el país. Con un aire en su estética cinematográfica que invoca a los mayores thriller psicológicos del maestro Alfred Hitchcock, por estos días la cinta se exhibe en la sala El Biógrafo de Santiago.
Por Enrique Morales Lastra
Publicado el 29.11.2021
«Cuando un ser humano permanece ciego a sus heridas y es gobernado por traumas pasados esto puede conducir a actos muy oscuros».
Itay Tal
Dios del piano (God of the Piano, 2019) es una obra audiovisual que debida al talento del realizador israelí Itay Tal (1984) responde a las claves dramáticas y cinematográficas de un perturbador thriller psicológico.
Protagonizada por la actriz hebrea Naama Preis, la cinta aborda las frustraciones profesionales y familiares de la treinteañera intérprete de piano Anat, especialmente frente a las exigencias artísticas y aspiracionales de su padre en relación al ejercicio musical en el contexto de un nivel ejecutorio de excelencia.
Casada y disconforme con su cotidianeidad vital, todo cambia para la artista cuando nace su hijo, un bebé sordo: sus sueños se desploman y sus decisiones se precipitan hasta el extremo y el desgarro. Cuando llaga a ese punto, la mujer simplemente vomita. En efecto, durante las dos oportunidades que eso ocurre en el metraje (los vómitos), se evidencian secuencias de un clímax tanto explosivo como liberador.
Hasta el sexo conyugal para Anat es un objetivo en esa conducción por alcanzar la plenitud musical: el uso del preservativo, por ejemplo, matizará los vínculos con su esposo, en el temor de embarazarse nuevamente y producir otro error genético, producto del trauma de su gestación anterior.
En este filme destacan la pulcritud de ese guión construido por el mismo director y el manejo de los tiempos narrativos de sus secuencias.
Así, en esa propuesta intimista, que se despliega en espacios reducidos y escasos exteriores (de hecho el crédito podría ser perfectamente una obra de teatro), y con una cámara que privilegia los primeros y primerísimos planos, los objetivos de Itay Tal encuentran su reflejo creativo en la gran actuación de la ya citada Naama Preis. Aquí, al modo de una elegante y frágil mujer de rasgos psicopáticos.
De esta forma, el director busca seguir el compás y el ritmo de los cambios emocionales y psicológicos de su protagonista, no sólo a través de las secuencias de su sojuzgada femeneidad, el comienzo de la cinta, de hecho, retrata a Anat rompiendo las aguas de su avanzado embarazo, mientras se presenta en un concierto como solista.
Asimismo, Tal muestra a la pianista inmersa en la retórica de un personaje femenino atrapado por la figura exitosa de un padre omnipresente, versus una madre ausente en el argumento, y la constante búsqueda de la perfección interpretativa y de un talento musical de élite, que al parecer, a la protagonista le están simplemente negados.
El desenlace, además de entregarle la posibilidad a Anat de poder desdecirse de sus caminos radicales, le permitirá afrontar las consecuencias de sus actos y asumir finalmente el precio de su libertad en el reconocimiento de sus errores y de sus obsesiones.
De esta manera, Dios del piano es una ópera prima excepcional, la cual es musicalizada en su soundtrack por una banda sonora que reúne a un exquisito canon de las partituras para teclado, y que por estos días se proyecta inicialmente hasta el próximo miércoles 1° de diciembre, en la sala El Biógrafo de Santiago.
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Tráiler:
Imagen destacada: Dios del piano (2019).