[Crítica] «El callejón de las almas perdidas»: Esos abismos que son las personas

El nuevo filme del prestigioso realizador mexicano Guillermo Del Toro es una historia pesimista, un descenso al lado oscuro de los seres humanos, no muy del gusto de la Academia estadounidense, pese a competir por el galardón destinado a la Mejor Película de la temporada 2021.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 23.3.2022

Cuando vemos que en un proyecto cinematográfico, asoma el nombre del galardonado cineasta Guillermo del Toro, inmediatamente se nos vienen a la cabeza historias de una realidad habitada de monstruos imposibles. En el caso de su último filme, El callejón de las almas pérdidas (Nightmare Alley, 2021), donde hay una incursión en el género negro, un giro en sus fantasiosos relatos, pero sin dejar de lado sus singulares criaturas y sus obsesiones.

El vagabundo Stanton «Stan» Carlisle (Bradley Cooper) llega a una feria itinerante de manera un tanto azarosa. Ahí encuentra a Clem Hoately (William Dafoe), quien presenta un monstruo que come gallinas vivas (una imagen lo presenta como geek).

Clem, quien dirige la feria de atracciones, contrata a Stan para ayudar en diversas tareas. Ya dentro, este entablará amistad con Zeena (Toni Colette) y Pete (David Strathairn), una pareja que hace un número de mentalismo; conocerá a Bruno (Ron Perelman), un hombre que hace un acto de fuerza; y también se relacionará con Molly (Rooney Mara), protegida de Bruno, una chica que ejecuta una escena con electricidad y que desde la primera vez que la ve, se siente atraído por ella.

 

El hombre devenido en monstruosidad

Todo este ambiente de comunidad cerrada y familiar, atrae a Stan quien empieza a colaborar con Zeena y Pete, a conocer sus trucos de mentalismo, mientras se va compenetrando con los secretos de la feria en general. Después que ha pasado el aprendizaje, vemos a Stan en los grandes salones citadinos, haciendo sus trucos mentales y codeándose con la alta sociedad.

Aquí hace su entrada Lilith Ritter (Cate Blanchett), una misteriosa psicóloga que atrae irremediablemente a Stan. Y Ezra Grindle (Andrew Shever), un millonario con un oscuro pasado. La narración cambia de tono y el noir se toma la pantalla.

La película en lo conceptual se divide en dos partes. Por un lado la feria, en el otro la ciudad.

En un lado, las almas pérdidas se esconden y encuentran algo de consuelo en la camaradería del espectáculo itinerante; en el otro, las almas atormentadas no logran llenar ese vacío que tienen en su interior. Como lo predice Pete: «Si las personas realmente fueron lastimadas, esa grieta se transforma en un hueco que no hay como llenarlo».

El personaje de Pete introduce a Stan en el mentalismo enseñándole todo tipo de trucos. Stan se convierte en un «lector» de señales tratando de desentrañar los secretos que ocultan las personas. Muy parecido al trabajo que ejecuta Lilith en su despacho, a través del psicoanálisis. Pero ninguno de ellos puede sondear las almas en toda su profundidad. Logran vislumbrar algo en esos abismos que son las personas. Pero siempre se quedan cortos, como si no pasaran de la superficie.

Esto encuentra su paralelo en lo que hace el director con sus películas. Del Toro busca dilucidar lo que hay en las almas de sus personajes. Y para esto, recurre a elementos narrativos que ha diseminado durante el relato: fuego, gallinas, cartas de tarot, conejos, alcohol, dibujos, esoterismo, trucos, etcétera.

Y los mezcla con los defectos de los personajes: ambición, lujuria, culpa, traición, y, sobretodo, fatalidad. Pues ante todo, la película es un intrincado mecanismo narrativo que no devela sus estrategias para entretener y emocionar. Pero ahí están, para quien las quiera leer.

Aunque, en algunos momentos, esta perfección narrativa se siente como una propuesta un tanto artificiosa y un tanto rebuscada.

La película no esconde su admiración por Freaks (1931), la canónica película de Tod Browing sobre monstruos y personas, con la cual se mide. Realización que también transcurre en una feria de exhibiciones y que plantea esta dicotomía sobre la monstruosidad externa y la interna.

Ahora, Del Toro postula a un Oscar en la categoría de mejor película por El callejón de las almas perdidas. Aun cuando ya lo ganó en el 2017, con La forma del agua, otra película sobre seres extraordinarios. Sin embargo, esta vez lo más probable que no lo obtenga pues el relato anterior, tiene una historia de amor, amor verdadero, que deja un sabor más optimista al espectador.

En cambio, El callejón… es una historia más pesimista. Un descenso al lado oscuro de los seres humanos. No muy del gusto de la Academia. Existe una versión anterior, hecha en 1947, a cargo de Edmund Goulding y estelarizada por el gran Tyron Power.

Está en Youtube y se puede visionar para hacer la comparación entre una obra y otra. Así, se pueden apreciar cuáles son las líneas que importan a un autor y a otro.

Nada mejor que cinematografía comparada para el fin de semana.

 

***

Cristian Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional «General José Miguel Carrera», y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile, y también es un profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y el cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: El callejón de las almas perdidas (2021).