En los relatos cortos del genial escritor checo en lengua alemana subyace una reflexión amarga sobre la condición humana, el sinsentido de una vida que tiende a lo vulgar y la incomprensión ante un mundo por lo demás irracional y esperpéntico en sus fundamentos existenciales.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 4.4.2022
Jorge Luis Borges recomendaba ampliamente la lectura de los cuentos de Franz Kafka (1883 – 1924), pues creía que ellos estaba expresado lo mejor de su autor, por ello he aquí una breve reseña de ese texto que acabo de terminar y que con certeza muchos de ustedes conocen mejor que yo.
Debo apresurarme a decir que existen diversas ediciones de los cuentos y yo sigo la de Mestas Ediciones, cuarta edición, impresa en mayo de 2021, Madrid, España, la cual lleva por título Los mejores cuentos de Franz Kafka: este volumen contiene veinticuatro relatos en 187 páginas y desafortunadamente carece del nombre de su traductor.
Por lo general se trata de relatos breves, aunque los primeros son los más largos, en especial el tercero que se titula «En la colonia penitenciaria», pero varios apenas tienen una página y carecen de desarrollo, y pareciera que la historia no se aleja del punto de arranque como es el caso del último cuento titulado «Los árboles».
En la edición que estoy usando estos relatos tan breves llevan el subtítulo de «microrrelatos», que por cierto es un tipo de género que ha cobrado mucha fuerza en los Estados Unidos.
Los textos están escritos en primera persona y predominan, como el lector puede presuponer, un tono intimista que, por lo demás, conviene a este tipo de narrador. Además, en los cuentos hay un ambiente de soledad, y hasta cierto punto la incomunicación buscada.
El sinsentido de la vida
En el primer cuento de esta edición se trata de un mono, pero a la inversa de La metamorfosis donde el hombre se vuelve un escarabajo, en este cuento «Informe para una academia» es al revés pues, el chimpancé, que ha sido capturado por un expedición que comercia con animales salvajes, se vuelve hombre.
Asimismo, el punto que para mí es más interesante de este cuento, más allá de la anécdota es la afirmación del narrador protagonista: «los hombres se engañan unos a otros con eso de la libertad con bastante frecuencia».
Esta afirmación da ya para ponerse a pensar y no estoy diciendo que eso es lo que buscara Kafka, es solo que la frase es en sí misma muy poderosa y cuestiona muchas de nuestras certezas actuales, como el valor de la libertad.
De esta forma, el segundo cuento se titula «Un artista del hambre» donde de nuevo asistimos a la idea de la soledad, aun cuando el faquir esté rodeado de curiosos, en realidad está solo y no solo eso, es que este hombre, o todos los de su especie y profesión, están insatisfechos consigo mismos.
A este hombre, en particular, lo caracterizaba un humor cada vez más melancólico y no eran infrecuentes sus ataques de cólera seguidos de llanto.
Nótese que el empresario que lucra con el espectáculo del faquir solo permite que estos ayunen por 40 días, tiempo que logra (según la experiencia del empresario) mantener el interés de los visitantes. Ahora bien, no olvidemos que en la tradición judía 40 significa un tiempo largo, de modo que no podemos fiarnos del número mismo.
Hasta que un día el espectáculo del hambre dejo de serlo y la gente dejó de asistir a ver aquel hombre que ayunaba en su jaula, y el hombre terminó haciéndose contratar por un circo y allí lo arrumbaron cerca de las cuadras de los animales, de modo que la gente pudiera verlo de pasada cuando iban a observar a las bestias. Así, hasta que los trabajadores se olvidaron de él y un día murió y en su jaula fue puesta una pantera joven que se convirtió pronto en la atracción de todos.
El cuento «En la colonia penitenciaria» es el más largo de esta colección, el tema es el de un aparato del que se sirve un fanático para hacer cumplir una sentencia. En el relato asistimos, a través de un explorador extranjero poco entusiasta, a la explicación de cómo funciona ese artefacto que va a provocarle la muerte, en este caso a un soldado: «condenado por desobedecer e insultar a sus superiores».
Lo insólito del cuento es que se nos revela que el soldado no sabe que ha sido condenado y por tanto no conoce su sentencia ni se le dio oportunidad de defenderse. Y esto porque el juez y ejecutor de la sentencia trabaja sobre la premisa de que «la culpa es indudable siempre» y cuando le explica al visitante el delito, es de lo más absurdo.
Sin embargo, después del diálogo entre el militar y el explorador y cuando este se niega a ayudarlo a continuar usando la máquina de tortura, el soldado libera al condenado y ocupa su lugar después de despojarse de sus ropas y de haber preparado la maquina antes de morir, entonces lo atan a la máquina y el explorador observa morir al mismo torturador.
Una reflexión amarga sobre la condición humana
El siguiente cuento se titula «La condena» y en este cuento vuelve a surgir la mala relación de Kafka con su padre. El cuento empieza con una pretendida carta de respuesta entre dos amigos, uno que vive en San Petersburgo y el otro, Georg, que vive en Praga con su padre viudo.
En esta carta, Georg le comenta a su amigo que se ha comprometido y lo invita a venir a la boda.
Después Georg va al cuarto de su padre para informarle que ha decidido contarle lo de su boda a su amigo, y el padre pone en duda que exista ese amigo.
Luego, Georg se fija en lo descuidado que está su padre quien a duras penas ha probado el desayuno, lo muda de cuarto y lo acuesta en su cama. Allí tienen un altercado y Georg huye del cuarto, atraviesa la calle y después se tira de un puente en un momento de gran tráfico.
El siguiente cuento se titula «Ser infeliz» y el elemento onírico es prevalente en este y en los siguientes relatos. Este es sobre el fantasma de una jovencita que visita al narrador, quien después se prepara para salir de la casa, pero en la escalera se encuentra a un vecino, platican un poco de los fantasmas y el narrador decide regresarse a dormir. ¿Quién es el fantasma? Bien puede ser la misma voz del hablante.
El siguiente cuento se llama «Chacales y árabes», el narrador es un europeo que viaja en una caravana árabe y en la noche habla con el jefe de los chacales que piensan que él es el elegido para liberarlos, después el líder de la caravana les da a los chacales un camello muerto y los animales se abalanzan sobre el cadáver y el árabe le comenta al viajero europeo que los chacales son animales prodigiosos.
A esta historia le sigue el cuento «El médico rural» y trata de un médico que tiene que visitar, en medio de una noche de ventisca, a un enfermo que está diez millas de distancia. La criada del doctor ha ido al pueblo a buscar un caballo y mientras, el doctor la espera bajo la nieve.
Casi de milagro en un cobertizo encuentran unos caballos y el caballerizo le prepara el carruaje al doctor, como un espejismo la casa del paciente está frente al médico, ha dejado de nevar y hay luna.
El paciente le pide al doctor que lo deje morir. El joven tiene una herida infectada, llena de gusanos. Mientras esto pasa el médico piensa que en su casa el caballerizo se aprovecha de su criada.
La siguiente historia se titula «Un artista del trapecio», el acróbata se pasa el día entero sobre el trapecio, y un grupo de trabajadores lo asisten, desde abajo en todas sus necesidades. Descubrimos que esto lo hace porque es un perfeccionista de su oficio.
Esto solo era alterado por los inconvenientes viajes del circo. Durante uno de esos viajes el trapecista le pide al dueño que le instalen dos trapecios y el hombre accede, pero descubre, por primera vez, una arruga en la juvenil frente del trapecista.
Los demás son cuentos breves como «Mi vecino», «Poseidón», «El examen», «El nuevo abogado», «Ante la ley», «Abogados», «11 de noviembre de 1912», y a estos le siguen nueve micro relatos.
Por último, me atrevo a afirmar, después de la lectura, que en el fondo de estos cuentos, subyace una reflexión amarga sobre la condición humana, el sinsentido de una vida que tiende a lo vulgar y la incomprensión ante un mundo por lo demás absurdo.
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Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente y miembro del comité editorial del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Franz Kafka.