La subjetividad objetivada como ambiente de motor y aspiración de cambios, cayó en propuestas desarticuladas que están lejos de representar un proyecto ideológico armonioso: no logran coherencia constitucional y menos aún legitimidad para inspirar futuras leyes y decisiones trascendentales.
Por Patricio Hales Dib
Publicado el 26.4.2022
Dibujo en mi viaje a Shanghái, los rascacielos de inversionistas privados sobre terrenos del Estado chino.
Preciosas construcciones de un modelo complejísimo de sociedad, controlado por el partido único en todos los aspectos de la vida social y personal, tan dominante como la China imperial, y tan distante y distinto de nuestra historia y nuestro presente en el debate constitucional.
Pero las sociedades para su bienestar deben armonizarse como un sistema complejo.
Estoy lejos de las pesadillas de esa derecha chilena que demoniza las confusas propuestas de la izquierda maximalistas en la Convención Constitucional, imaginando que quiere destruir Chile. Yo no.
Pero veo a cierta izquierda con confusión sistémica, con entusiasmos temáticos que, bien intencionada, descuida los efectos sobre la diversa red de áreas de sus propios sueños de desarrollo.
A estos, los alientan sin medida aquellos que siguen creyendo en la varita mágica de «agudizar las contradicciones».
La celebración constitucional
Mi croquis obedece al gusto de mis interpretaciones, porque su destino es una imagen en un papel y no una sociedad de personas con ganas de vivir mejor.
La subjetividad originaria, del enojo con el pasado, basada en diagnósticos objetivos, consolidó un «clima» social que ilusiona y desarticuló la complejidad de las bases fundantes para una Nueva Constitución. No hace proyecto de país.
El particularismo temático, que se maximaliza en las propuestas constitucionales, traba una concepción ideológica armónica. Los diagnósticos, aunque se publiciten repetidamente, no constituyen remedios.
Solo un sistema de ideas interactuantes permitiría una estrategia de desarrollo y programas políticos. Para eso es la ideología.
La subjetividad objetivada como ambiente de anhelo de cambios, cayó en propuestas desarticuladas que no constituyen un proyecto ideológico armonioso; no logran coherencia constitucional y menos aún legitimidad para sustentar a las futuras leyes y a las decisiones que satisfagan los justos anhelos.
Lo grave es que las expectativas exacerbadas podrían terminar en una celebración constitucional de sus creadores y en la frustración de la sociedad, sobre todos de los que menos tienen.
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Patricio Hales Dib (1946) es un arquitecto titulado en la Universidad de Chile y un político nacional militante del Partido por la Democracia (PPD), colectividad en la cual se ha desempeñado en los cargos de secretario general, miembro de la comisión política, de la directiva nacional y también de su consejo general.
Desde 1998 hasta 2014 ejerció como diputado de la República por las comunas de Recoleta e Independencia en la Región Metropolitana, y también fue embajador de Chile en Francia durante el segundo gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet Jeria (2014 – 2016).
Imagen destacada: Croquis de Patricio Hales.