[Crítica] «Hiroshima Mon Amour»: Cuando la pasión desborda al tiempo

Durante todo el próximo mes de mayo se presentará, en el Teatro San Ginés de Providencia, este montaje que dirigido por Ramón Mazuela exhibe una versión libre acerca de la hermosa novela de Marguerite Duras. El aplaudible dueto actoral que conforman Rocío Terroba y Julio Huerta, asimismo, protagonizan a su inolvidable argumento dramático.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 27.4.2022

La Compañía La Matrera presenta esta madura y lograda puesta en escena, una versión libre en torno a la novela de la autora francesa Marguerite Duras, y que también trasladara hacia un lenguaje cinematográfico, a fines de la década de 1950, el realizador galo Alain Resnais.

El director Ramón Mazuela concibe una temporalidad diegética que simboliza los encuentros de esa furtiva e inédita pareja de amantes (un japonés y una enfermera europea), interpretada en esta ocasión, por los actores Rocío Terroba y Julio Huerta. Ambos, especialmente la primera, con su voz pastosa y emotivamente modulada, acometen su papel en un registro dramático que roza la fragilidad de ese preciso instante a punto de romperse.

Así, y al exhibir los bemoles de una relación destinada a lo efímero, la propuesta de La Matrera persigue instalar una reflexión acerca del fenómeno amoroso, en un contexto hostil y donde el holocausto nuclear acontecido en la ciudad japonesa, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, persuade aún más sobre el absurdo de esos esfuerzos sentimentales.

En esa reflexión artística, entonces, la iluminación y el manejo de lo audiovisual, en este montaje a cargo de Gabriel Pozo, adquieren una importancia preponderante con el objetivo de instalar esa sensación lúdica de un sueño frustrado de intimidad, por lo menos en su persistencia cronológica.

De esa forma, y con sutileza y encomiable sentido de las temporalidades dramáticas, Pozo sumerge e integra al espectador de esta obra en la cartografía sensorial de una estética escénica, en la cual lo onírico y lo lúdico se despliega a través del transcurso argumental (el encuentro entre los amantes) y su complejo desarrollo secuencial.

En un crédito de extensión más o menos breve, sorprenden la infinidad de mínimos detalles y de matices representativos en el diseño escénico (una ventana, una cama, la delicada música que acompaña los cuadros del libreto), con los cuales el equipo de realización, y sus actores, conjugan sus talentos y posibilidades dramáticas con el propósito de delinear una poética y una retórica teatral de la pasión amorosa entre dos desconocidos, que se difumina aquí, en un agradable abrir y cerrar de ojos, al modo de un espejismo.

Un vínculo, asimismo, donde la premura de los deseos se enfrentan con la ilusión afectiva de perdurar en un contexto espacial y temporal, que simplemente les niega y les cierra con todas sus fuerzas trágicas, alguna ínfima oportunidad para ello.

La Compañía La Matrera entrega un nuevo capítulo de sus preocupaciones escénicas (recordemos a su reciente estreno Daniel: Voy a ser el gay más famoso de Chile), y otra vez compone un artefacto que trasciende la obviedad de lo escénico, a fin de transformarse en una metáfora de pulsiones vívidas, y capturadas desde las contradicciones de la existencia humana.

Hiroshima Mon Amour se presenta en sus funciones regulares este viernes 29 y el próximo sábado 30 de abril, en la sala 2 del Teatro San Ginés, ubicado en calle Mallinkrodt 112, comuna de Providencia, a las 8 de la noche. Asimismo, por éxito de ventas, continuará exhibiéndose durante todo el venidero mes de mayo.

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Los actores Julio Huerta y Rocío Terroba en «Hiroshima Mon Amour»

 

 

 

 

Imagen destacada: Compañía La Matrera.