Los duelos que presentan estos relatos del escritor alemán Bernhard Schlink se prolongan de la vida misma, aunque sean ficciones, y nos interpelan con la franqueza de las palabras que atisban algo que podemos llamar piedad o perdón o comprensión, sin saber si acertamos o no, pero con la intuición de que es en la danza compleja de los afectos y de las confidencias que nos hacemos unos a otros, donde nos jugamos la existencia y algo más.
Por Alfonso Matus Santa Cruz
Publicado el 2.6.2022
Desde que los grandes escritores rusos como Turgueniev y Dostoyevski se internaran en los entresijos del alma humana, desvelando las oscilaciones anímicas más profundas e hincando el dedo en los dilemas morales fundamentales, se ha consolidado una estirpe dispersa de narradores, más o menos suspicaces, cuyos poderes se enfocan en los matices psicológicos de sus personajes y las maneras que tienen de enfrentar las situaciones en que se ven inmersos.
Es un continente vasto e irregular el que acoge esta narrativa. Muchos fracasan cuando tratan de recorrerlo, son pocos los que salen, no indemnes, pero con cierta entereza de esta lucha.
Bernhard Schlink (Bielefeld, 1944) pertenece, sin duda, a los de la última estirpe. El escritor alemán, que alcanzó notoriedad gracias a su saga de novelas policiales y a la publicación de El lector, novela que sería llevada al cine con los actores Kate Winslet y Ralph Fiennes en roles protagónicos, se ha fogueado como juez y la perspicacia con que aborda el oficio narrativo toma mucho de la mirada cristalina y desengañada que debe de haber ocupado en su oficio.
La música de las despedidas
En su última obra, Los colores del adiós, editada por Anagrama, Schlink despliega la plenitud de sus poderes en el formato del relato breve, que trabaja con maestría, repartiendo música de cámara intercalada con mazazos de pocas palabras. Estas revelaciones, que esperan al lector, no solo sorprenden hacia el final de los relatos, sino que concentran el cuesco del asunto con una explosión muda.
Especie de catarsis en off a las que bastan pocas palabras para presentarnos al humano que enfrenta, usualmente, su pasado de luces y de sombras frente a nosotros, con una dimensión cabal, que casi sobresale de la página.
En estos nueve relatos asistimos a muchas historias anudadas por secretos que pujan por ver la luz. Hay casos de amigos que llegan a derivar en la próxima generación, como en «Inteligencia artificial», donde un hombre es entrevistado por la hija de su mejor amigo, sobre sus labores como informáticos en la RDA.
Un vecino que ve el asesinato de la niña a la que hacía clases, desde su ventana, con una parálisis paradójica que le impide llamar a emergencias. Hay hombres y mujeres que se reencuentran para enfrentar la enfermedad, la muerte o vejez de sus exparejas, solo para hallar que nada es lo que esperaban. Que a veces hay un amuleto o una compañía simple y llana que queda en la memoria y expurga al dolor.
También hay secretos entre madres e hijos, el descubrimiento de la sensualidad y la apertura a una zona de incertidumbres, que todos atravesamos, donde el sentimiento y el criterio moral se debaten tratando de llegar a una lengua común, a una suerte de traducción de latidos y neuronas que suele fracasar, dejando un resplandor misterioso tras su paso. Son relatos vestidos con los colores del otoño, con sabor a despedidas y asomos de redención.
Las relaciones humanas no son ciencias exactas, los adioses abren huecos difíciles de cerrar. Los duelos que presentan estos relatos se prolongan de la vida misma, aunque sean ficciones, y nos interpelan con la franqueza de las palabras que atisban algo que podemos llamar piedad o perdón o comprensión, sin saber si acertamos o no, pero con la intuición de que es en la danza compleja de los afectos y de las confidencias que nos hacemos unos a otros donde nos jugamos la vida y algo más.
Gracias a la pluma templada de Schlink la complejidad de estas historias nos revela algo que quizá no anticipábamos, pero que definitivamente necesitamos.
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Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, el de barista y el de brigadista forestal.
Actualmente reside en la ciudad Puerto Varas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Bernhard Schlink.