[Ensayo] «Cinco lobitos»: La maternidad como una turbulencia vital

El profundo y emotivo filme de la realizadora española Alauda Ruíz de Azúa acaba de estrenarse en Europa, y se encuentra protagonizado por las actrices Laia Costa y Susi Sánchez. Además, la obra audiovisual obtuvo cinco importantes premios, incluido el de mejor largometraje de ficción, en el prestigioso Festival de Cine de Málaga.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 7.6.2022

Cinco lobitos
tiene la loba

Cinco parió
cinco crió
Y a los cinco
tetita les dio.
Canción popular infantil

Una canción que conecta a dos madres de épocas muy distintas, la cantaba Begoña a su única hija Amaia y la canta esta instintivamente como madre primeriza a su bebita. En esa canción la herencia materna, las raíces familiares femeninas enraizadas en la tierra de los tiempos.

Ruiz de Azúa debuta como directora con este excelente y sensible retrato del sentir materno en la España actual que bien podría servir como testimonio de lo que supone ser madre hoy en día para la mayoría de las mujeres en nuestro mundo globalizado.

La película ha obtenido cinco premios —entre ellos mejor película y mejor guion— en el último Festival de Málaga.

Sus mejores bazas están en el guion de la propia realizadora vasca y en los brillantes trabajos actorales de la veterana Susi Sánchez quien es Begoña y de Laia Costa como Amaia.

 

Energía femenina

«La transmutación de los desiertos es una energía femenina atemporal».
Héctor Ethos

Tres grandes mujeres pues en el corazón de una obra con mirada y sensibilidad femenina sobre la turbulencia vital del sentirse madre.

Mujeres que hablan de la película, en sus exposiciones esbozan los temas fundamentales que en ella se abordan:

Ruiz de Azúa confiesa que decidió escribir el guion tras dar a luz y al no encontrar relatos en los que se identificara y pudiera hallar ayuda para entender esa desconcertante nueva etapa de su vida. Y reflexiona sobre el ser madre hoy en día y asimismo del supuesto paso a la adultez que conlleva:

«Somos una generación que hemos alargado bastante el tener hijos y para mí siempre había una pregunta que sobrevolaba el guion: ¿cuándo dejas de ser hijo, si alguna vez dejas de serlo?», y asegura que llegó a la conclusión de que: «somos hijos de ida y vuelta, porque en cualquier momento puedes volver a ser ese chaval o esa chavala que fuiste. Es bonita esa dualidad y paradoja».

Y Laia Costa nos habla de su experiencia como madre que entiende fundamental en su interpretación: «las primeras semanas ocurren muchas cosas que como actriz no puedes racionalizar, no hay lógica para agarrarte, es hormona y pura química. Y yo aproveché toda esa energía real experimentada para volcarla en el personaje», explica la intérprete.

Por último, Susi Sánchez confiesa que nunca ha sido madre pero que ha interpretado muchas veces ese papel (inolvidable Anabel en la Enfermedad del domingo) añadiendo que a su entender: «Nuestra sociedad define ser madre como la misión última de la mujer, como si fuera una maravilla y Cinco lobitos enseña unas madres a las que les gusta ciertas partes de este rol y otras no tanto», describe la actriz.

 

Responsabilidad

«No existe un día sin miedo desde que eres madre».
Nuria Labari

Estas contundentes palabras de la autora de la novela La mejor madre del mundo expresan un sentir común en muchas madres quienes vivencian con intensidad su responsabilidad como tales.

No obstante este sentir no es exclusivo de la mujer, sabemos que se da el caso de hombres —hablamos de parejas heterosexuales— que también lo viven así e incluso con mayor intensidad que las madres.

Pero lo habitual es que sea la mujer quien asume la responsabilidad de los hijos y su pareja quede en mayor o menor medida en un segundo plano.

La obra audiovisual refleja esta situación, es Amaia quien está más pendiente de todo en el día a día y especialmente en el noche a noche. Es imposible que ella se quede dormida —como hace su pareja Javi— y no atienda el llanto de la bebita.

En este sentido se nos muestra a una Amaia desbordada. Desbordada y con las emociones a flor de piel, Amaia: «es hormona y pura química», tal y como explicaba Laia Costa en la entrevista.

Y esta turbulencia vital que experimenta requeriría la máxima empatía de Javi quien a pesar de mostrar inicialmente esa voluntad acaba distanciándose con la excusa de tener que atender una prometedora oferta de trabajo que le obliga a ausentarse temporalmente.

Atiende la oferta laboral a pesar del sentido: «sólo quiero que te quedes», de ella.

Así, Amaia se queda sola y además sin poder conciliar el trabajo, y es que a ella también le surge una prometedora oferta que podría realizar en casa sino fuera porque su responsabilidad exclusiva sobre la hija se lo impide.

Esa es la diferencia radical entre ambos, entre ambas vidas. Y en esa diferencia que tanto duele a Amaia se abre una grieta que amenaza la continuidad de su relación.

La actitud de Javi, es la del distante: «¿te ayudo?», que supone asumir que la responsabilidad de todo es de Amaia.

La misma actitud del abuelo Koldo quien históricamente ha dejado que Begoña cargara con la responsabilidad del cuidado de Amaia y de la casa. Eran otros tiempos, tiempos en que bastantes parejas podían permitirse el que sólo uno trabajara, y ese uno casi siempre era el hombre por la desigualdad de género dominante de la época. Un mundo patriarcal que —a pesar de las evidentes mejoras— aún perdura.

Y es que sabemos que hoy en día en demasiadas ocasiones la responsabilidad del hogar y los hijos sigue recayendo en mayor medida en las mujeres quienes en esa asunción están en inferioridad de condiciones para lidiar en el competitivo mercado laboral.

 

Abrazo de madres

«Ama, no eras cariñosa y te enfadabas conmigo a menudo pero me cuidabas muchísimo».
Amaia a Begoña

Palabras que pronuncia la hija y madre a la madre y abuela poco antes de fundirse en un abrazo largamente anhelado.

Abrazo que se produce en el regreso de Amaia a la casa de los padres por su no poder sola con tanto. Y es que como apuntaba Ruiz de Azúa: «somos hijos de ida y vuelta».

Y en ese retorno temporal al hogar en el que creció Amaia es donde la obra audiovisual adquiere mayor profundidad gracias a la confrontación con su madre.

Porque su relación ha sido y es difícil, Begoña es una mujer potente de espíritu muy crítico y actitud poco cariñosa. Así, de entrada Amaia recoge reproches maternos que le duelen pero en ese nuevo convivir irá descubriendo muchas cosas de su madre que le habían sido ocultadas.

Y como madre que ahora es ella también se acercará a Begoña con mayor comprensión y empatía que la hija que tiempo atrás abandonó su hogar sintiéndose liberada. Así, entenderá la dureza y la rabia de su madre.

E incluso se encarará con su padre —con el que parece haberse sentido siempre más unida— por desaparecer durante horas tras una de sus habituales discusiones de pareja. El abuelo se va pero no la abuela quien se queda con su hija en ese sentir maternal, en esa responsabilidad natural de madre que ahora Amaia entiende muy bien.

Todo ello junto con otros acontecimientos importantes —que prefiero no desvelar— harán que Amaia se replantee todo. Y en consecuencia le dé un voto de confianza a un Javi que parece obrar con voluntad de cerrar la grieta que abriera al desatender a su familia.

De ahí se deriva el: «Ya nos vamos a casa, mi amor», que le susurra cariñosamente Amaia a su bebita la mañana de su partida.

Así, ese periodo de regreso al hogar repleto de turbulencias emocionales ha resultado ser muy fructífero para todos. Especialmente fructífero para Amaia y para Begoña, era necesario que su enfrentamiento transmutara en el abrazo sincero del reconocimiento mutuo.

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Cinco lobitos (2022).