«Rise, Roar, Revolt» es un filme indio del año 2022 —que llega vía Netflix—, y dirigido por el realizador S.S. Rajamouli, y el cual corresponde a una producción que mezcla diversos géneros, formas, colores, texturas, en un formato que resulta entretenido, diverso y finalmente memorable.
Por Cristián Uribe Moreno
Publicado el 29.8.2022
Al hablar de películas de la India lo primero que se viene a la cabeza es el concepto de Bollywood, denominación de la factoría donde nacen la mayor parte de las realizaciones audiovisuales de ese territorio. Hay una idea de que en estas obras se encontrarán un buen número de canciones, danzas, trajes típicos y romances. Algo de eso hay en esta producción. Algo de eso y mucho más.
RRR (Rise, Roar, Revolt) es una película india del año 2022, que llega vía Netflix, dirigida por S.S. Rajamouli. Una producción que mezcla diversos géneros, formas, colores, texturas, en resumen, muchas ideas, en una coctelera que resulta entretenida, diversa y entrañable.
La trama gira alrededor de dos personajes, Alluri Sitamara Raju (Ram Charan Teja) y Komaram Bheem (N.T. Rama Jao Jr). Ambos unirán fuerzas para tratar de rescatar a una niña, Malli, que ha sido arrancada de su familia y pueblo por la despótica esposa del gobernador británico en India y llevada al palacio. Sin embargo, para llegar a ese punto, la narración se toma su tiempo. Su buen tiempo.
El filme está ambientado en los años 20 en India que aún pertenece a la corona británica, y ambos personajes encarnan a dos héroes nacionales que lucharon efectivamente contra el imperialismo inglés. Pero el relato no se ajusta al rigor histórico. Y tampoco a los cánones realistas.
Lo primero que recibe al espectador es una imagen colorida e impecable. La certeza que se está ante un espectáculo de enorme calidad. Las tomas son superlativas. El ritmo sube y baja de intensidad cuando se estime conveniente, retardando escenas más de lo habitual para el ojo occidental y acelerando las imágenes de manera adrenalínica. Las imágenes se acercan más a la fantasía de los personajes de la factoría Marvel que a lo real.
No obstante, la obra no se detiene en la fantasía de peleas super producidas. Hay momentos para el drama, melodrama, comedia, romance heterosexual y homosexual, insinuado en esa amistad que surge entre ambos personajes, al igual que en el género de cintas conocidas como budy movies.
Una obra colectiva y «política»
La realización RRR exhibe todo lo que uno espera de una película hecha en la India. Hay momentos donde se espera que los personajes canten y bailen, ejecutando vistosas coreografías. Y de hecho las hay, pero no a la manera occidental.
La música es un elemento más, como si fuera un personaje. Y las canciones que se escuchan de fondo van comentando, ensalzando o adelantando lo que se muestra en pantalla. A modo de un coro trágico de la antigua Grecia. Y en algunos momentos dramáticos, se canta como si fuera una ópera.
Otro elemento no acostumbrado en las tramas de este tipo de producciones, es la simpleza con que se ponen en juego los elementos dramáticos. Hay una moralidad muy elemental, los antagonistas son intrínsecamente malvados, una maldad que se presentan en todo momento.
Y los protagonistas, son buenos siempre, en todo momento actúan haciendo el bien. Aunque hay situaciones en que muestran cierta ambigüedad siempre terminan poniéndose del lado del bien. Aún a riesgo de su propia vida. Como buenos héroes, el colectivo está por sobre ellos. Y el sacrificio es parte de sus cualidades.
Además, en este mundo de buenos y malos, al identificar como antagonistas a los británicos y los protagonistas a héroes indios, el comentario político es evidente. El recuerdo del despótico actuar imperialista sobre los indígenas, viene como anillo al dedo a la narración.
A esto se añade la unión misma de ambos personajes, bastante improbable en la realidad histórica como comentan algunos historiadores. Esta unión basada en pueblos indios que luego se separarían por la religión también es un comentario de la propia desunión del país asiático. Y un poco el reflejo de las voluntades unidas por la producción.
Al final, lo que queda en la retina son las increíbles secuencias de acciones donde los personajes terminan convirtiéndose en héroes épicos cuya unión solo puede ser con el aliento infundido por sus propias leyendas. De ahí que la imagen con que terminan el filme, sea la de semidioses luchando contra los ejércitos de ocupación. Épica ancestral al servicio de las nuevas máquinas de crear épicas.
La película refleja el espíritu con que se crean las producciones en la India, una obra colectiva que contenga los elementos necesarios para atraer a todo tipo de espectadores. Esa segregación a la cual los occidentales estamos acostumbrados —la de un tipo del filme para públicos determinados— en la India no ocurre siempre, pues el entretenimiento siempre está pensado para alcanzar la mayor parte del público, muchas veces en lugares remotos y analfabetos.
Por esto, es tan popular el llamado formato «masala», realizaciones que mezclan distintos formatos cinematográficos en una sola obra.
Encantadora y fascinante
El director S. S. Rajamouli es un equilibrista que nunca pierde el norte. Logra combinar los elementos sin decaer en ningún momento. En su país, es el director que ha hecho las películas más taquilleras y caras de la historia. Sabe crear entretención a gran escala. Sus películas son «panindias», eso quiere decir que se doblan a la mayor cantidad de lenguas que se hablan en India.
La realización se hizo en lengua telugu, la segunda lengua más hablada en India después del hindi. Pero se dobló a varias lenguas indias para su estreno simultáneo. Que redundó en un éxito comercial en su país y en el extranjero.
El cine telugo o llamado también Tollywood, por la lengua mayoritaria que se habla en el territorio de esa parte de la India donde son producidas, tiene una mirada más integradora con otras regiones del país y una estrategia de internacionalización más agresiva que el otro referente indio, Bollywood.
La clave de esta realización está en la versatilidad de la historia. Versatilidad que no sería posible sin grandes actores que en un momento estén sumidos en el drama, luego desarrollen sus dotes de comedia, sin perder ni un ápice sus dones físicos para la acción y el baile.
Esto hace que un artefacto tan lejano como esta película, entretenga tanto y sea tan deslumbrante para ojos occidentales, no habituados a estas superproducciones asiáticas. El referente más cercano que tenemos son las superproducciones de superhéroes, sin embargo, no funcionan en tantos niveles como esta obra.
El resultado final de RRR es realmente encantador y fascinante.
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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.
También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.
Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.
Tráiler:
Imagen destacada: RRR (2022).