[Crítica] «La mujer de octubre»: Por un compromiso histórico e inclaudicable

El texto del escritor chileno Jorge Scherman Filer es una narración que posiciona a un personaje excepcional: una mujer judía, inteligente y visionaria, audaz y corajuda, quien recuerda a sus lectores que nadie elige dónde nace, pero que, a pesar de circunstancias determinadas y adversas, sí es posible intervenir activa y conscientemente en los espacios opresivos en lo cuales nos corresponde vivir.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 22.9.2022

La mujer de octubre (Palabra, 2021), de Grisha (Jorge) Scherman Filer (Santiago, 1955), es una historia de película. O de novela, como aquí ocurre, gracias a su protagonista, Octavia, nacida durante el mes de octubre. La etimología de su nombre es clave: fue un gesto de su madre para homenajear al mes del triunfo de la revolución de 1917, «Octabrina en ruso».

El trayecto de Octavia sigue el formato del currículo, con la secuencia de sus años, en una progresión sincrónica, que viene a acentuar la sensación de anacronismo que se experimenta al intentar digerir los movimientos históricos.

Comenzando cuando la protagonista tiene doce años, cuando toma conciencia de ser mujer, con su primera menstruación, para culminar con su vejez, documentada por un último capítulo dedicado a sus 85, La mujer de octubre se enviste como una biografía única que documenta una serie de décadas marcadas por eventos históricos internacionales y locales, notablemente los macabros años antes, durante y posteriores a la dictadura de Pinochet.

La ignorancia y el antisemitismo son vividos nítidamente por la judía Octavia, quien jamás se victimiza. Al contrario, sirve de ejemplo para el tosco ambiente que impera en el Liceo Nº3 de Niñas. El año es 1944, vale decir, los hornos crematorios siguen funcionando activamente en los campos de concentración repartidos por Europa.

Cuando tiene catorce años, la profesora jefa anuncia la visita del Obispo de Santiago al liceo. Una compañera desprecia a Octavia: «¡ustedes los judíos mataron a nuestro señor Jesucristo!». La reacción de Octavia es triunfante: «te guste o no, te arrodillas todos los domingos ante un judío».

A los quince sufre acoso laboral. Octavia trabaja como vendedora en una tienda. En una transacción con una clienta: «pasa tras de ella el dueño y frota su pene por el trasero de Octavia». Ella lo reduce con una bofetada. Estas escenas dan cuenta del carácter especial, luchador y justiciero de Octavia quien, cuando asume Allende, cuenta con 37 años y una conciencia social clarísima.

Aquí la narración nos comparte la atmósfera represiva del momento del desastre, donde la delación es costumbre. Así, deben enfrentar interrogatorios, después de que unos vecinos la acusan de ser comunista.

 

Las apariencias engañan

Pero Octavia le saca el jugo al juego de las siempre engañosas apariencias: «parecía una cuica, pero no lo era, su origen era proletario, heredado de sus padres judíos inmigrantes pobres». Es precisamente su apariencia la que condona el escrutinio policial: «Cruzó Policía Internacional como si fuese una reina. Quién iba a pensar que esa mujer buenamoza, tan elegante, zorro azul, llevaba el informe sobre la visión y lineamientos de lucha del principal movimiento clandestino contra la dictadura».

La historia llega al principio del clímax en una tensa escena en la que se cruzan Octavia y Lucía Pinochet Hiriart, año 1986, cuando el Frente Patriótico Manuel Rodríguez está a punto de intentar el tiranicidio: «Dos días antes, Lucía Pinochet Hiriart ingresa a la tienda de pieles de Octavia», en busca de un vestido para su madre, quien tiene un matrimonio.

Y el punto álgido acontece en 1990, con la gran fuga de presos de la Cárcel Pública, donde Octavia cumple un rol fundamental en lo que será conocido como «la fuga del siglo».

La mujer de octubre es una narración que posiciona a un personaje excepcional: una mujer judía, inteligente y visionaria, audaz y corajuda, que nos recuerda que nadie elige dónde nace, pero que, a pesar de circunstancias determinadas y adversas, sí es posible intervenir activa y conscientemente en los espacios opresivos que nos toca vivir.

En su presentación, Marisol Vera dice: «Octavia se nos presenta aquí como una mujer íntegra a toda prueba, llevada por un compromiso inclaudicable con la lucha por una sociedad más justa. Comunista de nacimiento y de vocación».

Y concluye: «Este homenaje a una mujer tan real como cada uno de los episodios relatados, detalles y lugares más o menos ficcionales, nos regala un ejemplo de vida frente al cual es imposible permanecer indiferente».

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«La mujer de octubre», de Grisha Scherman Filer (Editorial Palabra, 2021)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Jorge Scherman Filer.