[Entrevista] Escritora Lilian Flores: «La poesía es una forma de procesar la realidad»

La periodista y autora nacional dialogó con el Diario «Cine y Literatura» acerca de los puntos álgidos que desarrolla en esta deslumbrante colección de versos, y la cual viene a solidificar un proyecto artístico y narrativo de llamativa profundidad lírica, en el contexto de su trayectoria bibliográfica.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 7.11.2022

Habitación de espejos (Ediciones del Gato) es el segundo volumen de poesía de Lilian Flores Guerra (1974), después de En la penumbra del ocaso. Lilian también publicó los cuentos de Sueño lejano (2020), el relato infantil El botón de bronce, la novela histórica Capello (2018) y la saga infanto-juvenil Las aventuras de Amanda y El gato del pirata I y II (2013 – 2016).

La periodista es además editora e integrante de Auch+ y en Habitación de espejos ofrece 46 poemas, todos señalados con números romanos, partiendo con el XXVIII.

El blurb del volumen (que contó con el financiamiento del Fondo del Libro y la Lectura) nos indica que se trata de un «viaje temerario hacia el interior», y nos alerta sobre las preocupaciones que circulan por estos poemas, que se organizan como una multiplicidad de espejos.

Aquí proliferan: «las voces y la incertidumbre de un entorno asolado por la gran pandemia del siglo XXI», voces que a veces adoptan el tono de la infancia y el instinto de conservación en un instintivo afán de sobrevivencia.

Poemas como XXX destacan imágenes de una colegiala en el transporte público admirando el milagro del sol y agradeciendo su suerte, y, a medida que avanzamos en la lectura, la realidad de la pandemia se torna inmarcesible.

Acá confluyen no solo los predicamentos humanos, sino que todos los elementos, flora, fauna, atmósferas y astros, que habitan un espacio ya traspasado por un sino prácticamente trágico:

«Escapa la nube errante / con ella mis / delirios / de rozar con pétalos / otras alas / en la danza / traslúcida / sin cuerpos, solo almas / eso no existe / o desaparece / ante la urgencia de la carne; / lo siento / le tengo cariño / a mi pellejo» (XXXVI).

De LIII: «Muda / quiero decir algo / y no quiero / el vacío llenó mi carga / no hay luz / más que la luz / lejana / del satélite derramado / sobre los dedos de / mis pies / frío / en el alma / en los huesos / sabor amargo / en el color de los / recuerdos».

Opresión, vergüenza, impotencia, ceguera, certeza, esperanza, incertidumbre, porfía, quietud, desconsuelo y destrucción: estos son algunos de los puntos álgidos que Lilian desarrolla a través de sus poemas en esta deslumbrante colección que viene a solidificar un proyecto poético de notable profundidad.

 

Una creación existencialista

—¿Cuál fue la idea de enumerar los poemas con la designación romana?

—Me gustó de niña la idea de descifrar la numeración romana, el ejercicio de recordar a qué correspondía cada letra, y me imponía el desafío de leer rápidamente la cifra correspondiente cada vez que veía una aparecer al final de las películas o en algún documento.

Cuando escribo poesía solo anoto la fecha, y al momento de seleccionar los veintisiete poemas que se incluirían en mi primer libro los reordené y decidí enumerarlos de esa manera.

En Habitación de espejos mantuve la correlación, por lo que comienza en el XXVIII, ya que la poesía para mí es un continuo, una forma de vivir y procesar la realidad.

Así como algunos románticos del lenguaje se aferran al uso de la tilde en solo, yo pretendo mantener el uso de designación romana en mis trabajos (los capítulos de mis novelas también se enumeran de esa forma).

 

La pandemia y su sensación de irrealidad

—El libro está dedicado genéricamente, a «quienes sobrevivimos a la soledad de una pandemia». ¿Qué hay dentro de esta soledad? ¿Hacia dónde se mueven los límites de esta designación?

—Creo que vivir las cuarentenas y la mayor parte de la pandemia acompañada solo por mi perra y mi gato, lejos de familiares y amistades, ha sido una de las mayores pruebas que he debido afrontar. La sensación de irrealidad, de comunicarte con señales eléctricas sin distinguir expresiones, puso a prueba mi cordura y fortaleza de espíritu.

Personalmente viví más bien el temor de que mis seres queridos se vieran afectados por la enfermedad y no poder hacer nada; volcar esa emocionalidad en el papel me mantenía entera, y si bien solidarizo con todos quienes perdieron a alguien a causa de la pandemia, mi corazón se estremece al pensar en las personas mayores que estuvieron solas, en las mujeres que debieron soportar el encierro bajo el mismo techo que sus agresores, y en cualquiera que, al igual que yo, contaba los días que faltaban para poder ver una cara amiga.

 

«El ministro más siniestro de Pinochet»

—Hay una asociación entre las cuarentenas y los fantasmas de la dictadura.

—La pandemia nos encontró en plena revuelta social, en la cual ya se había desatado el mismo horror que me tocó vivir como niña durante la dictadura (la escasez en los barrios humildes, las protestas y la represión, el miedo a las fuerzas policiales y las violaciones a los derechos humanos).

En el poema XXIX cuento que el inicio de la pandemia me encontró en la casa familiar pero vacía, ya sin padres ni hermanos, y ver pasar frente a mi ventana los camiones militares después de tener la represión a la protesta en la esquina de la casa era despertar nuevamente en la población donde crecí.

No me pareció casual que en este escenario muriera Jarpa, el ministro más siniestro de Pinochet después de Jaime Guzmán. Era un llamado a gritos a las sombras que se cernían sobre mi infancia.

 

Las respuestas de los astros

—¿Cómo acuñas aquel espíritu femenino que vemos sugerido en la figura de los árboles?

—Esa capacidad casi infinita de los árboles de sobrevivir hasta a incendios y reinventarse en cada temporada es lo más parecido a un espejo frente a nuestra propia femineidad. La raíz que conecta con lo oculto, con lo subterráneo, que se comunica con sus pares a través del agua, que en los saberes esotéricos representa las emociones.

Y al mismo tiempo, sus ramas y brazos que se elevan hacia el cosmos, así como nosotras desde tiempos ancestrales buscamos respuestas en los astros, y que se mantienen cerca pero sin enredar sus copas con las de sus pares, en esa encantadora timidez de los árboles que nunca pierden su independencia.

A la sombra de los árboles crece la vida, así como los conocimientos de las matriarcas se van traspasando a su descendencia. Es algo que va más allá del acto de parir.

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Habitación de espejos», de Lilian Flores Guerra (2022)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Lilian Flores Guerra.