Esta reedición de la penúltima novela del autor francés Michel Houellebecq, describe las rutinas de Florent-Claude Labrouste, un funcionario del Ministerio de Agricultura del gobierno galo, y quien vive una relación en decadencia con una japonesa, bastante más joven que él.
Por Alfonso Matus Santa Cruz
Publicado el 8.11.2022
Cuando nos enfrentamos con una novela de Michel Houellebecq (1958) es de esperar que entremos en un territorio narrativo corrosivo, erosionado por el cinismo lucido y desengañado de un autor que suele componer radiografías brutales de temáticas controversiales, usualmente con un hombre de mediana edad y con muchas frustraciones sobre la espalda como protagonista. Ese es el caso Serotonina, su penúltima novela que reedita Anagrama.
En esta quien narra en primera persona es el protagonista, Florent-Claude Labrouste, funcionario del Ministerio de Agricultura de 46 años, que vive una relación en decadencia con una japonesa, bastante más joven que él, con la cual comparte piso en un rascacielos de las afueras de París.
Como suele suceder con los personajes que retrata Houellebecq la depresión es un fantasma que acecha constantemente a Florent-Claude, que, en un síntoma revelador a comienzos del libro, dice odiar su propio nombre.
Ante este escenario su táctica no es otra que tomar dosis cada vez más altas de Captorix, un antidepresivo con el que pretende aliviar los escollos de su tediosa vida.
Sin ir más lejos, algunos de los componentes de esta situación son la nostalgia por un amor perdido que le gustaría volver a encontrar, la crisis de la industria agrícola francesa que no resiste la globalización y la incómoda deriva de la clase media. Una vitalidad renovada cada vez gracias a Captorix, que sin embargo exige un sacrificio, quizá el peor precio que puede pagar un hombre aun activo sexualmente.
Entre Hemingway y Kafka
Florent parece ser una mezcla entre un Hemingway en negativo, impotente y temeroso macho en decadencia, y un personaje de Kafka pasado por el cedazo de las convulsiones contemporáneas y el aislamiento cada vez más acentuado de la vida actual. Uno de los síntomas de la debacle afectiva es, según sus pensamientos, que la inteligencia no ayuda en el proceso de enamoramiento.
En una vuelta de tuerca que conduce al romanticismo, un poco a la manera del músico Neil Young, cree que la única manera de amar es encontrar a una mujer pura de corazón, como dice en algún lugar. Así es como se revela el fracaso del macho occidental que, de sus comentarios misóginos, desemboca en la cursilería.
Algunos comentarios sobre la obra apuntan a que esta novela está escrita con el pene, lo que no es del todo desacertado ni novedoso tratándose de Houellebecq.
Lo más interesante es como continúa pesquisando y retratando los sinsabores que enfrenta el macho blanco y heterosexual que llega al ecuador de su vida como un funcionario desencantado y atosigado por una serie de fracasos amorosos que se expanden hasta generar un cáncer afectivo difícil de remediar.
Así, la gracia de esta obra —para nada una de las más rutilantes en la producción del autor—, pero sí una muy acuciante, es que Houellebecq logra retratar a su protagonista con un criterio a la vez desengañado y vulnerable, lo que provoca en el lector una suerte de reflexión comprensiva de por qué llegó a donde llegó.
La irreverencia y falta de corrección política que tanto han caracterizado al autor vuelven a demostrarse en una obra ácida e inteligente, incómoda y con algunos instantes capaces de despertar una compasión cada vez más negada a este tipo de personajes masculinos que parecen ir a contracorriente, derechamente en el recodo negacionista, frente al avance del feminismo y a la decadencia del patriarcado, cuyas prendas sucias se exponen hace rato a la luz del día.
Y ese movimiento, quizás ayuda a reflexionar desde otro ángulo la situación de este tipo de hombre en nuestra cultura.
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Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, el de barista y el de brigadista forestal.
Actualmente reside en la ciudad Puerto Varas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Michel Houellebecq.