En esta obra en prosa el poeta alemán despliega su creatividad para explorar temas como la soledad, la muerte, el exilio, la enfermedad, el amor y el arte. Se trata de una búsqueda que surge desde su propia experiencia, una indagación autoficcional en forma de diario, formato que le permite un alto nivel de inspiración, especulación y honestidad.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 14.5.2018
Rainer Maria Rilke (1875-1926), uno de los poetas más admirados, escribió Los apuntes de Malte Laurids Brigge (1910) después de una estadía en París. En esta obra en prosa Rilke despliega su creatividad para explorar temas como la soledad, la muerte, el exilio, la enfermedad, el amor y el arte. Se trata de una búsqueda que surge desde su propia experiencia, una indagación autoficcional en forma de diario, formato que le permite un alto nivel de inspiración, especulación y honestidad.
Los apuntes de Malte Laurids Brigge contienen iluminaciones sobre una serie de temas: la familia, las palabras, la existencia, las figuras de la madre y el padre, los disfraces, la muerte (la muerte de su perro es uno de los segmentos más emotivos del volumen), la conexión con los animales y las percepciones de distintas ciudades europeas (como París, Nápoles o Venecia).
A continuación, algunas citas de la traducción, hecha para editorial Alianza, por Francisco Ayala:
“Hay los ruidos. Pero hay algo aún más terrible: el silencio”.
“Aprendo a ver. No sé por qué, todo penetra en mí más profundamente, y no permanece donde, hasta ahora, todo terminaba siempre. Tengo un interior que ignoraba. Así es desde ahora. No sé lo que pasa”.
“Si no fuese tan grande mi angustia, me consolaría persuadiéndome de que no es imposible ver todo de un modo diferente y, no obstante, vivir”.
“Pero llegará un día en que mi mano estará distante, y cuando le ordene escribir, trazará palabras que ya no piense. Va a llegar el tiempo de la otra explicación, en el que las palabras se desatarán, en el que cada significado se deshará como una nube y caerá como agua”.
“En ese momento tengo un poco de pena porque todo es demasiado nuevo. Soy un debutante en mis propias condiciones de vida”.
“Y no vayas a creer que sufro aquí decepciones; muy al contrario. Me asombro a veces de la facilidad con que abandono todo lo esperado a cambio de lo real, incluso cuando es malo”.
“La existencia de lo terrible en cada partícula de aire”.
“Los disfraces no eran, por lo demás, llevados tan lejos como para que me sintiese convertirme en extraño a mí mismo; al contrario, cuanto más diversamente me transformaba, más estaba penetrando en mí mismo”.
“Pero antes de eso había tenido ya miedo. Por ejemplo, cuando murió mi perro. Este que me acusó de una vez para siempre. Estaba muy enfermo. Todo el día me lo pasé arrodillado cerca de él, y de repente me enderezó un ladrido breve y cortado tal como los que lanzaba cuando entraba en la habitación un extraño. Esta especie de ladrido había sido convenido en algún modo entre nosotros dos para tal caso, y maquinalmente me volví hacia la puerta. Pero la cosa estaba ya con él. Inquieto, busqué su mirada, y él buscó la mía. No para despedirse de mí, sin embargo. Me miraba con dureza y distancia. Me reprochaba haberla dejado entrar. Esta convencido de que hubiera podido impedirlo. Ahora se demostraba que había sobreestimado mi poder. Y ya no era tiempo de explicarle. Me miró con distancia y soledad, hasta que todo hubo terminado”.
Crédito de la imagen destacada: El poeta Rainer María Rilke por el Instituto Cubano de Ciencias Culturales de la Diáspora (http://cienciasculturales.com)