El presente montaje dramático -la obra más vista durante 2017 en el Centro Cultural Matucana 100- representa lo crudo y lo violento, en donde la discriminación, la homofobia y la transfobia son el eje central dentro de la historia. El protagonista principal es un personaje que nace, vive y muere dentro de la marginalidad, por ello recuerda al Hans Pozo representado en la obra de Luis Barrales, HP (2007), un joven periférico cuya existencia colinda con el desamparo.
Por Jessenia Chamorro Salas
Publicado el 15.5.2018
El día Nacional del Teatro no es solo una celebración de las artes escénicas, sino que también, conmemora el natalicio de uno de los actores y directores más importantes del teatro chileno del siglo XX, Andrés Pérez, quien murió justamente el 11 de mayo del año 2002, y por el cual esta fecha se ha investido de teatralidad. Es en este contexto que la presente crítica se inscribe, lo cual no resulta azaroso, pues Andrés Pérez fue un director que retrató la marginalidad y que la hizo parte de su propio quehacer dramático, lo cual queda de manifiesto no solo en su emblemática obra La negra Ester (1988), sino también en su concepción del teatro como expresión marginal del arte que debe llegar a las calles, a través de su “Gran Circo Teatro”.
El Dylan es una obra dirigida por la directora del momento según la revista Wikén, Aliocha de la Sotta (Hilda Peña, 2015), y escrita por el reconocido dramaturgo Bosco Cayo (Plan Vivienda, 2018) y la Compañía La Mala Clase, corresponde a la segunda colaboración entre ambos, después de Leftraru (2015), y se convirtió en la obra más vista durante 2017 en M100, en donde vuelve a montarse esta temporada, a través de una puesta en escena dinámica, y un relato que problematiza temáticas contingentes y universales por medio de la representación de pasión y vía crucis del Dylan, personaje en que se corporaliza la marginalidad y cuya historia está basada en hechos reales: el asesinato del joven enfermero de 26 años, Dylan Vera, en la comuna de La Pintana, el año 2015, a causa de su homosexualidad.
El Dylan representa lo crudo y lo violento, en donde la discriminación, homofobia y transfobia son el eje central dentro de la historia. Personaje que nace, vive y muere dentro de la marginalidad, por ello recuerda al Hans Pozo representado en la obra de Luis Barrales, HP (2007), joven marginal cuya existencia colinda con el desamparo. Dylan es un hijo golpeado, abandonado y rechazado por su padre. Aunque su madre lo quiere, ella se avergüenza por su “condición”, situación que la hace despreocuparse absolutamente de él. Esta marginalidad se acrecienta por el hecho de que vive en La Ligua, localidad periférica, y, además, por las amistades que entabla en el circo en el cual trabaja y vive su amiga transgénero.
Tal como en HP se evidencia un vínculo entre marginalidad de sus protagonistas y los medios de comunicación de masas que los exponen. La mamá va a un noticiero en donde la entrevistadora manipula la información y plantea una serie de situaciones complejas, como por ejemplo, una supuesta “coima” que recibe del dirigente del MOVILH. Además de problematizar el enfoque sensacionalista de los hechos, el cuestionamiento a la madre, su educación y si “realmente lo quería”; en la entrevista se relativizan los hechos, se pone en duda lo sucedido. Se produce, por tanto, una revictimización de la madre que clama por justicia.
En entrevista con la televisión, el colegio también es cuestionado respecto a las acciones que llevaron a cabo en torno a la situación de Dylan. La institución no se hizo responsable, por un lado, aíslan a las personas homosexuales e intervienen los cursos. Por otro, se evita hablar de la palabra “homosexual”, la que resulta un tabú para el colegio. Por último, el programa de educación sexual no ha terminado con el abuso y continúa la violencia hacia los alumnos que admiten su homosexualidad.
Con relación a la puesta en escena, el inicio de la obra resulta interesante. Los actores (cuatro, dos hombres y dos mujeres) están sentados en el escenario con música. Eso causa desconcierto y se desconoce si es parte del montaje o de alguna descoordinación previa al montaje. Este despliegue escénico invita al espectador a regular su comportamiento antes de la obra y genera que ésta comience abruptamente para el público.
La escenografía está compuesta por cuatro sillas, reflectores y telón verde. Destaca el claroscuro producido por el juego de luces y de sombras que acrecientan el dramatismo de los personajes. En otro sentido, la obra presenta una puesta en escena dinámica que gana mucho debido a la multifacética actuación de los actores, quienes realizan diferentes roles que se alternan conforme se cuentan distintos episodios en la vida del Dylan y las personas de su entorno más cercano.
La puesta en escena promueve que el relato se cuente a través de múltiples perspectivas: del Dylan, sus amigos, su madre, los Mass Media, los vecinos, lo cual pretende entregar una visión acabada respecto a los sucesos que acontecieron en torno a la vida (y muerte) del protagonista. El desenlace resulta, sin embargo, un tanto abrupto -muy coherente con lo intempestivo del inicio- en el que se deja entrever que Dylan y su vecino, un carabinero en retiro, mantienen algún tipo de relación.
Ficha técnica:
Dramaturgia: Bosco Cayo.
Dirección: Aliocha de la Sotta.
Compañía: Teatro La Mala Clase.
Elenco: Juan Pablo Fuentes, Paulina Giglio, Guilherme Sepúlveda, Jaime Leiva y Mónica Rios.
Diseño de iluminación y escenografía: Rodrigo Leal.
Diseño vestuario: Felipe Olivares.
Realización escenográfica: Macarena Ahumada y Equipo Checoslovaquia.
Realización vestuario: Susana Arce.
Música: Fernando Milagros.
Producción: Francesca Ceccotti.
Gráfica: Javier Pañella.
Sala: Teatro Principal de Matucana 100
Funciones: Desde el jueves 10 hasta el día 27 de mayo de 2018.
Horario: Jueves a sábado a las 20:30 horas, domingo a las 19:30 horas.
Valores de las entradas: $5.000 general, $3.000 estudiantes y tercera edad, $3.000 jueves popular.
Duración: 70 minutos.
Dirección: Avenida Matucana N° 100, comuna de Estación Central, Santiago.
Para obtener una mayor información de este montaje, revisar aquí.
Crédito de las fotografías utilizadas: Centro Cultural Matucana 100