El escritor asturiano —ingeniero de minas de profesión— se ha transformado en una de las figuras consulares de la nueva literatura española, a causa de los volúmenes de cuentos y de novelas que ha publicado sin interrupción desde su debut con «3 relatos», en 2006. Ahora, acaba de lanzar las historias cortas de «Araña».
Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda
Publicado el 23.2.2023
La editorial Impedimenta, viene publicando la obra de uno de los autores más interesantes de los últimos años: Jon Bilbao (Ribadesella, 1972).
Araña es el título de su último libro, un conjunto de relatos que, a medida que avanzamos en la lectura, nos damos cuenta de que, en realidad, estamos ante una novela; un juego con la estructura narrativa que ya había experimentado en Basilisco, donde el escritor asturiano: «transita la frontera entre los géneros, mezclando lo clásico con la cultura popular. Con la máscara de un western crepuscular, que pone en jaque nuestra realidad».
Con su obra anterior, Los extraños, Jon Bilbao alcanzó un gran reconocimiento por parte de la crítica especializada.
En esta novela de cámara, como la define su autor, dos acontecimientos vienen a perturbar la tranquilidad —o el aburrimiento— de la pareja protagonista de esta novela: Katharina y Jon; personajes recurrentes en la obra de Jon Bilbao: sobre el cielo nocturno de Ribadesella surgen unos insólitos destellos. A la mañana siguiente, dos extraños aparecen a las puertas de la casona familiar de Jon.
De la desconfianza inicial, pasan a un sentimiento de curiosidad. Poco a poco, los desconocidos se van adueñando de una parte de su hogar; hay un peligro casi imperceptible que acecha las vidas de Katharina y Jon que, fascinados, se mantienen expectantes.
El único personaje que parece vislumbrar los peligros es Lorena, la criada, que parece surgida de una obra de Alejandro Casona. Pero pronto es obligada a abandonar la casa. Sólo regresa una vez que esta aventura llega a su fin. En esta novela, el peligro flota en un ambiente cotidiano, lo que aumenta el efecto de extrañeza.
Reencauzar la vida
En su última obra, Araña (2023), regresan los protagonistas de Basilisco y de Los extraños: «El huraño pistolero John Dunbar, conocido como Basilisco, guía a un grupo de peregrinos a través de Estados Unidos en busca del Paraíso de los Hombres. Durante el viaje, Dunbar entabla relación con Lucrecia, hermana del iluminado líder de los peregrinos, única integrante femenina de la expedición».
Por otro lado están Jon y Katharina. Desde que empezó a escribir, Jon Bilbao se tomó a sí mismo como personaje, cogiendo determinados rasgos personales para dárselos a su alter ego. Sin embargo, no escribe obras autobiográficas.
Como él mismo reconoce: «Mi intención es tomar esos aspectos para construir ficciones». El Jon personaje, en esta ocasión: «intenta reencauzar su vida después de su divorcio. Rememora su infancia en Asturias y emprende con sus hijos un accidentado viaje de documentación por el desierto de Nevada. A su vez, Katharina, su expareja, visita París durante una tormenta de barro de apariencia bíblica y se encuentra con alguien a quien no esperaba volver a ver».
En Impedimenta, Jon Bilbao ha publicado, además, su volumen de relatos Estrómboli (2016), su tríptico El silencio y los crujidos (2018), además de Basilisco (2020) y Los extraños (2021), de los que antes hablábamos. Su trayectoria literaria se completa con su faceta de traductor.
‘»Los extraños» trata de la necesidad de las emociones dentro de la pareja»
—Después de su paso por la desaparecida editorial Salto de página, ha encontrado en Impedimenta un espacio para su obra. ¿Cree que sigue siendo más difícil publicar un libro de cuentos que una novela?
—Sí, es un hecho constatado, sobre todo cuando estás empezando a escribir. Es habitual que cuando se envía un libro de cuentos a la editorial, aunque les guste, prefieran textos de largo recorrido. Cuando ya eres un escritor de cierto éxito, ya eres conocido, esa dificultad se reduce.
—En Los extraños, su última novela, podemos leer: «Si quisiera decirle algo cara a cara, tendría que cruzar el amplio cuarto, recorrer ocho metros de pasillo, bajar quince escalones, girar a la izquierda en el recibidor de la planta baja y llamar a la puerta. (…) Usa el chat para comunicarse con Jon». Comparten la casa, pero hay un distanciamiento físico, casi laberíntico. Pero también en su relación. Quizás influido por la soledad que supone el trabajo de traductor. ¿Es la incomunicación el tema central de este libro?
—No realmente. No es que sea una pareja en crisis. Simplemente están aburridos.
Sí es cierto que esa situación en la que se encuentran es un terreno abonado para la crisis. Pasan su primer invierno solos, están viviendo en un lugar donde no les gusta estar, no tienen vida social. Están encerrados por su trabajo.
Los acontecimientos sucedidos a su alrededor les une más. La novela trata de la necesidad de las emociones dentro de la pareja, de su búsqueda.
«La ciencia ficción crea un clima de extrañeza»
—En su obra, lo inquietante, lo amenazador surge de lo cotidiano. En la novela, dos sucesos rompen la tranquilidad, o la calma de Jon y Katharina. La aparición de unas extrañas luces en el cielo nocturno de Ribadesella y, al día siguiente, la llegada de unos desconocidos —en su primera novela, El hermano de las moscas, también hay una visita inesperada que actúa como detonante de la novela—. ¿Su intención ha sido inducir al lector a pensar que esos dos acontecimientos están relacionados? ¿Qué papel juegan los elementos de ciencia ficción en esta novela?
—Ambos acontecimientos guardan una relación a nivel simbólico, más que real. Al introducir el elemento de ciencia ficción, se crea ese clima de extrañeza. La ciencia ficción sirve, en la novela, para jugar con las expectativas, como elemento de referencia, y con la aparición de los ovnis, puede pensarse en la película Encuentros en la tercera fase.
Lo extraño, en este caso, nace de lo cotidiano, de unas visitas inoportunas. Es el elemento de comparación. No hacen falta elementos fantásticos para la extrañeza. En nuestras propias vidas, en nuestras casas pueden surgir elementos extraordinarios.
«No se trata de una obra autobiográfica»
—Jon y Katharina son personajes recurrentes en su obra. Aparecen también en su libro anterior, Basilisco. El escritor Vincent Colonna hablaba de autoficción en el sentido de «ficcionalización de la experiencia vivida». ¿Podemos hablar de autoficción en Los extraños? ¿Los elementos autobiográficos tienen la entidad suficiente para que así sea?
—No, no me ha pasado nada de lo que le ha pasado al Jon de Los extraños, ni al de los libros anteriores. Desde que empecé a escribir tomé a Jon como personaje y le he ido prestando rasgos personales, puede ser un alter ego, pero mis vivencias personales no coinciden con las del personaje.
No se trata de una obra autobiográfica. En mi caso queda clara ese distanciamiento. Mi intención es tomar esos aspectos para construir ficciones.
«En mi obra hay una influencia de todo lo que leo»
—La prestigiosa editorial Astiberri ha publicado su cómic La auditora, en colaboración con el ilustrador Javier Peinado. Hay reminiscencias de las películas Blade Runner o en 2001: Una odisea del espacio. Al escribir ciencia ficción, ¿le ha influido más el cine o la literatura en este género? Háblenos un poco de cómo surgió esta colaboración y cuál es el proceso de elaboración del guion del cómic, en su caso.
—No hay una influencia más clara del cine que de la literatura. En mi obra hay una influencia de todo lo que leo, del cine.
En cuanto al cómic La auditora, en un principio fue un proyecto cinematográfico que no llegó a término. Me sentí contrariado porque era un proyecto en el que había puesto una gran ilusión. Consideré que el trabajo realizado podría aprovecharse para hacer algo.
En un principio pensé en escribir una novela, pero rechacé esta idea por ser un guion muy audiovisual. Entonces me decidí por el cómic. Siempre he sido muy aficionado a su lectura. Me puse en contacto con la editorial Astiberri y les gustó la idea.
Contacté con el dibujante Javier Peinado y estuvo de acuerdo en participar en el proyecto. Y finalmente se publicó.
—Como una historia de terror, Bajo el influjo del cometa, Física familiar, son libros de cuentos que formaron parte de Salto de Página, de la que hablábamos antes. En el supuesto de que se reeditaran, ¿es la revisión de estas obras, para usted, un paso necesario antes de que vuelvan a ser publicadas?
—Nunca me he visto en esa situación. No he vuelto a publicar libros que escribí hace años. Probablemente los revisaría, pero no a fondo.
Sí haría una corrección orto tipográfica, por ejemplo, si fuera necesaria, pero no realizaría una reescritura. Después de tantos años yo no soy el mismo. Creo que no procedería una reescritura.
«Procuro mantener separados mis trabajos como traductor y como escritor»
—Claudio Magris, en su libro de relatos Tiempo curvo en Krems, dice que traducir es otra escritura: «una búsqueda de la verdad que descubre una un poco diferente, necesariamente falseada». ¿Cómo influye en sus traducciones el hecho de que usted sea escritor? O al contrario, ¿su literatura sería otra si no tuviera el bagaje como traductor?
—Quizás el hecho de tener una relación más íntima con el lenguaje pueda ayudar. Tengo más recursos para reconocer la pátina literaria. Esto puede hacerlo también un traductor con experiencia, aunque no sea escritor.
La traducción te ayuda a conocer mejor la obra, igual te puede influir un libro leído y en el que puedes pormenorizar sus detalles y analizarlo. Profundizas con su trato. De todas formas, procuro mantener lo más separado posible mi trabajo como traductor y como escritor.
—Tras la escritura de Los extraños, esta pieza de cámara, como la ha llamado, ¿va a regresar al cuento? ¿Cuál es su próximo proyecto?
—Ahora mismo estoy trabajando en un libro en la línea de Basilisco. Son unos relatos o capítulos auto conclusos pero interrelacionados. Va a comenzar como una colección de relatos y terminará siendo una novela.
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Eduardo Suárez Fernández-Miranda es licenciado en Derecho de la Universidad de Sevilla (España).
Imagen destacada: Jon Bilbao.