El título que analizamos se trata de una obra cuyo despliegue escénico conforma un verdadero espectáculo, en donde el uso innovador del escenario a través de una escalinata que abarca casi su totalidad, dota al montaje de una versatilidad y percepción de profundidad que impregna de dinamismo cada uno de los episodios históricos retratados desde la óptica de la protagonista (Alessandra), quien lleva a cabo un proceso rememorativo que se convierte en el hilo conductor de los acontecimientos. Al debe, sin embargo, las actuaciones un tanto desequilibradas en cuanto a su logro -e incluso personajes que resultan anecdóticos y que no aportan a la composición dramática-, en una comicidad que a ratos, lamentablemente, parece burda.
Por Jessenia Chamorro Salas
Publicado el 20.5.2018
El TNCH (Teatro Nacional Chileno) se complace en estrenar una nueva obra creada por uno de los dramaturgos más relevantes de la escena nacional de los últimos cincuenta años, Ramón Griffero, quien ha desarrollado una propuesta teatral que renovó las convenciones tradicionales del teatro que se venía haciendo hasta la década de los ochenta, apostando hacia una “dramaturgia del espacio”[1],en que los contextos re-presentados resultan fundamentales en cuanto a la problematización de distintos conflictos políticos, sociales, culturales e incluso sexuales. Desde sus primeras obras (Historias de un galpón abandonado y Cinema utoppia), Griffero destacó por una propuesta escénica subversiva, contingente y crítica, pero a la vez, lúdica e innovadora, y en este sentido inclusive liminal, en donde el componente poético es fundamental en la composición dramatúrgica. Obras como Río abajo y Éxtasis lo consolidaron como un dramaturgo y director de renombre, con un estilo propio, y sumamente conectado con las problemáticas sociopolíticas chilenas.
Esta vez, Griffero retorna a través de un género en el cual hasta ahora no había incursionado: la comedia. Por medio de un tono humorístico y distendido, La iguana de Alessandra recorre episodios dramáticos de la historia mundial, con el fin de reencontrarse su protagonista con su pasado y valorar las mil y una aventuras que ha vivido.
Se trata de una obra cuyo despliegue escénico conforma un verdadero espectáculo, en donde el uso innovador del escenario a través de una escalinata que abarca casi su totalidad, dota al montaje de una versatilidad y percepción de profundidad que impregna de dinamismo cada uno de los episodios históricos retratados desde la óptica de Alessandra, quien lleva a cabo un proceso rememorativo que se convierte en el hilo conductor de los acontecimientos. La memoria de Alessandra es la que va tejiendo un recorrido a través de variados capítulos de la Historia en donde ella estuvo involucrada.
Un recorrido imaginativo y especulativo en el cual, como si fuera el cuento borgiano “El jardín de senderos que se bifurcan”, Alessandra recuerda las vidas que pudo haber vivido y el abanico de experiencias que se abrieron ante sus ojos, en un viaje que realiza a través de sus recuerdos de infancia en la Italia fascista, su llegada al sur de Chile en Capital Pastene; su primera juventud llena de sueños, en la España de Franco; su aventura como universitaria revolucionaria en la China comunista; y su peligroso peregrinar como “Enfermera Sin Frontera” durante la guerra en Siria. Todos momentos de gran intensidad dramática, no solo por los conflictos histórico-sociales aludidos, sino por la estructura misma del relato, que tienen como contrapunto cómico la incorporación de momentos que distienden (en exceso y a veces gratuitamente) el dramatismo por medio de cantos y bailes – desde tonadas a pasos dobles – que retrotraen hacia los musicales de Broadway y que alguna relación guardan con célebres montajes musicales chilenos como La pérgola de la flores (Isidora Aguirre), en donde el aporte de las canciones y de los bailes contribuye a dar vivacidad a la realización escénica.
El personaje de Alessandra es un guante para la ex ministra de Cultura, actriz y directora del Teatro Camilo Henríquez, Paulina Urrutia, cuya extendida carrera actoral ha atravesado distintos géneros, como el drama, el suspenso, y en este caso, la comedia, en la cual Griffero le ha otorgado la posibilidad de explorar una faceta graciosa que destaca tanto su versatilidad como el trabajo con su corporalidad, en las danzas y gráciles movimientos que realiza, como si fuese una diosa griega, la diosa de la filosofía -como ella misma se autoproclama-,en la primera escena junto a su pareja, Pablo Shwartz, destacado actor nacional que ha participado en célebres obras como Historia de la sangre, Cinema utoppía, Sueño con revolver, La casa de Dios, Norte, entre muchas más, y la reciente Noche mapuche (2017) junto a Nona Fernández y Daniel Alcaíno. En La iguana de Alessandra encarna a un científico obsesionado con el cosmos y las estrellas, quien descubre una estrella nueva y lejana en donde desea habitar con su amada Alessandra, a quien acompaña en el proceso de divagación y rememoración espacio-temporal que ésta realiza.
La dramaturgia del espacio propuesta por Griffero en este montaje enfatiza los recursos escenográficos (escenografía, música e iluminación), los cuales generan una atmósfera que no solo envuelve los diálogos, sino que se convierte en su eje articulador, marcado a su vez, por una estructura poética donde la acción ya no es lineal, sino que multidimensional, manifestando así, la fragmentación del espacio escénico a través de distintos planos superpuestos, los cuales en este caso corresponden a los episodios del viaje histórico que Alessandra rememora.
El punto de partida para el viaje de Alessandra es su huída desde la Italia fascista de sus padres en plena Segunda Guerra Mundial, situación en la que rescata a Jazmín, su especial iguana que le permitirá descubrir su mundo interior y se convertirá en el símbolo de las revelaciones que vivirá, al aparecer en cada episodio de sus experiencias.
Física cuántica, astronomía, arte e historia, convergen en esta obra que realiza un viaje poético a través de algunas de las revoluciones que han transformado el destino de la humanidad. Con un tono cómico y que a veces cae en la representación estereotipada de tales acontecimientos y sus protagonistas, La iguana de Alessandra rescata con ánimo alegre e incluso esperanzador, la fuerza de las revoluciones, así como también, el carácter renovador y revelador de los sueños y de las utopías.
Las actuaciones un tanto desequilibradas en cuanto a su logro -e incluso personajes que resultan anecdóticos y no aportan a la composición dramática-, una comicidad que a ratos parece burda, y un sesgo estereotípico en cuanto al retrato de los episodios históricos, opacan el brillo de La iguana de Alessandra, obra a todas luces innovadora e interesante, que aborda desde una perspectiva surrealista el tema del viaje y que lo conecta con uno de los tópicos de la dramaturgia chilena contemporánea: la memoria. Porque para Alessandra viajar es retornar, viajar es volver al origen, recordar lo sido para volver a ser. Porque viajar por las huellas es encontrar el camino hacia ese mañana incierto cuyo vínculo con el pasado parece irrefutable.
[1] “Podría definirse como una forma de dramaturgia visual donde la configuración escénica funciona como un agente esencial en el desarrollo y la comunicación de la acción dramática. La dramaturgia del espacio concibe la escena como un dispositivo de narrativa visual, donde los encuadres y los planos son elementos significativos de un lenguaje en el cual convergen la escenografía, la iluminación y la música”. (Fuente: Memoria Chilena)
Ficha técnica:
Funciones: Desde el 12 de mayo hasta el día 30 de junio de 2018, jueves, viernes y sábado a las 20:00 horas
Valor de las entradas: General $7.000, estudiantes y tercera edad $4.000 y jueves popular $3.500 (precio único)
Elenco: Paulina Urrutia, Pablo Schwarz, Omar Morán, April Gregory, Taira Court, Felipe Zepeda, Alejandra Oviedo, Juan Pablo Peragallo, Italo Spotorno y Gonzalo Bertrán
Asistente de dirección: Ricardo Balic
Música: Alejandro Miranda
Coreografías: Gonzalo Bertrán
Escenografía y vestuario: Daniela Vargas
Iluminación: Guillermo Ganga
Sala: Antonio Varas del Banco Estado, perteneciente al Teatro Nacional Chileno de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile
Dirección: Calle Morandé Nº 25, Santiago Centro, Santiago
Para obtener una mayor información de este espectáculo, revisar aquí.
Crédito de las fotografías: Maglio Pérez