Esta obra de la escritora británica de origen turco, Elif Shafak corresponde a una novela sublime, la cual es para mí todo un referente literario y humanista, cuyo título evoca a Bertrand Russell y quien postuló que los sentimientos que mueven los destinos de las personas son el deseo de amor, la búsqueda de conocimiento y la compasión por el dolor ajeno.
Por Jordi Mat Amorós i Navarro
Publicado el 9.9.2023
«Todos sufrimos en manos de los dioses que nosotros mismos hemos creado».
Elif Shafak
Nacida en Estrasburgo (1971) de padres turcos, Elif Shafak —una de las escritoras más leídas en Turquía y reconocida internacionalmente— vive actualmente con su familia alternando dos ciudades que le son muy queridas: Londres y Estambul. Dos microcosmos radicalmente distintos que suelen protagonizar tanto sus ensayos como sus exitosas novelas que a menudo están basadas en hechos reales.
En sus obras —bellamente escritas tanto en inglés como en turco— se traslucen temas profundos en torno a la condición humana que ella conoce bien (se evidencia en sus palabras ese conocimiento de quien sabe más que nada por lo aprendido vivenciando), de ahí que sus novelas sean un excelente entretenimiento y asimismo una gratificante pedagogía vital.
Por un lado, en ese retrato de culturas tan distintas, Shafak se adentra —a través de sus personajes y las situaciones vitales en las que se ven envueltos— en las luces y las sombras de dos visiones del mundo —la oriental y la occidental— que necesitan superar miedos y reticencias históricas para alcanzar un muy necesario abrazo que se espera devenga regenerador.
Otros temas recurrentes en su obra son la libertad de expresión y el feminismo poniendo el foco principalmente al marcado machismo de la sociedad turca. Y asimismo se muestra comprometida reivindicando a las minorías (de todo tipo y condición) en un mundo —el nuestro— que tiende a marginar al distinto.
En este sentido, Shafak fue acusada —junto a su editor y traductor— por las autoridades angorenses de «insultar al pueblo turco» debido a sus referencias en su novela La bastarda de Estambul (2006) al terrible Genocidio Armenio, aunque finalmente el caso fue desestimado.
Por último a Shafak le interesa —y mucho— la búsqueda humana de trascendencia, de hecho se confiesa en resonancia con el profundo misticismo sufí; prueba de ello es que su primera novela Pinhan (1997) ganó el premio Rumi en su edición de 1998.
Y en esa senda interior de amor y empatía, se manifiesta muy crítica respecto a las radicalidades religiosas del no amor que adoctrinan a las gentes en base al temor tal y como ocurre con la religión musulmana en «su» Turquía.
Personalmente he tenido el placer de leer varias novelas de esta excelente escritora de pálpito anglo turco, de ellas dos me han conmovido especialmente:
Una es La isla del árbol perdido (2022) cuyo telón de fondo es el conflicto étnico chipriota que desembocó en el cruento golpe de Estado de 1974. Un relato sensible en el que confluyen dos antiguas y transgresoras historias de amor, un espléndido retrato en tiempo presente de una joven adolescente en crisis; y también la original «voz» de una higuera que sobrevivió al horror de la guerra y que da un matiz fantástico al drama humano relatado.
La otra es Las tres pasiones (2016), una obra sublime que es para mí todo un referente literario y humanista.
Su título evoca a Bertrand Russell quien postuló que son tres las pasiones que mueven los destinos de las personas: el deseo de amor, la búsqueda de conocimiento y la compasión por el dolor ajeno.
Un día de rabia
En un inicio —que recuerda el de la película Falling Down (1993) protagonizada por un desesperado y enrabiado Michael Douglas quien deja su coche en un atasco para ahondar en sus propias sombras— brillante y vívido se nos relata la impulsiva reacción de Peri —el personaje central de la novela— tras el robo de su bolso por parte de unos niños en uno de los recurrentes atascos del área metropolitana de la sobrepoblada Estambul.
Peri con un impulso instintivo primario abandona su coche y a su desconcertada hija adolescente para ir tras esos chavales adentrándose en peligrosos e inhóspitos parajes. Ella en rabia desbocada, ella dispuesta a pelear por un bolso, ella conocida por todos como: «una buena esposa, una buena madre, una buena ama de casa, una buena ciudadana, una buena musulmana moderna», mostrando de golpe un rostro opuesto.
Y tras ese obrar que casi le cuesta la vida y ya en la fiesta de alta sociedad a la que han sido invitadas madre e hija, Peri recordará su pasado marcado por unos padres de mentalidades dispares y especialmente evocará lo vivido durante su etapa universitaria en Oxford, experiencias estas que le hirieron profundamente y que sin embargo decidió enterrar en sí misma ocultándose a los demás —y a la auténtica Peri que ahora por fin resucita— adoptando máscaras de conveniencia social.
Máscaras que caen en esa fiesta de los pocos que tienen mucho, Khafak vuelca en ella su cambio personal y también una descarnada e inteligente crítica —a través de los personajes que comparten la velada con Peri— a una sociedad —la turca y en general la del mundo capitalista— cuya bandera es el egoísmo y la ambición en nula empatía, un obrar más que injusto que genera crecientes desigualdades sociales.
Y en el recuerdo del pasado juvenil en Oxford que aflora con fuerza tras décadas de olvido, Khafak nos ofrece un apasionante relato entorno a las ambivalencias humanas y asimismo sobre la búsqueda de propósito y trascendencia tanto individual como colectiva.
El maestro provocador
En este sentido es fundamental el personaje del profesor Azur, un hombre muy especial que busca despertar a sus alumnos del letargo en el que se encuentran, un maestro que por sus métodos y espíritu libre es mal visto por muchos otros compañeros de oficio quienes prefieren la transmisión de conocimientos sin más al generar diálogos pedagógicos entre sus alumnos que les ayuden a encontrar su propia mirada y voz.
Porque Azur promueve el verdadero debate que entiende como imprescindible en una sociedad evolucionada:
«Donde no hay posibilidad de cambio, no hay una base para un verdadero diálogo. Participar en un debate abierto es un poco como enamorarse», bellísimas y sabias palabras que Shafak pone en boca de su magnético personaje.
Un hombre que dirige un curso cuyo sugerente título es «Penetrar en la mente de Dios/Dios de la mente», a él asisten alumnos creyentes de distintas religiones o sin estar adscritos a ninguna religión y asimismo otros que se declaran ateos o agnósticos.
Se trata de un curso tan atípico como su profesor quien les sorprende clase a clase con escritos profundos de pensadores de todos los tiempos e ideologías y tareas que son mucho más de lo que aparentan. Con todo ello Azur busca provocar a sus alumnos como suelen hacer los buenos maestros quienes rehúyen dirigir rebaños uniformados; algunos estudiantes aprovechan ese impulso mientras que otros prefieren criticar su hacer.
Y es que él no deja a nadie indiferente: los hay que agradecen sus enseñanzas en libertad y los hay que lo ven como un incómodo obstáculo a su entender limitado y limitante, lo ven como un enemigo a aniquilar.
Un «enemigo» externo que suele ser proyección de la propia persona que ve en el otro aquello que no quiere o teme reconocer en sí mismo.
Ese es el caso de algunos alumnos —y profesores— que rechazan contundentemente a Azur y también —como iremos descubriendo— de la ambivalente Peri una mujer que creció en un hogar bipolar con una madre de radicalidad religiosa y un padre de radicalidad racional.
Peri como niña extremadamente sensible quiso encontrar un equilibrio entre las dos cosmovisiones, se convirtió en una hija «buena y modelo» y en ese obrar: «aprendió a reprimir sus peculiaridades… tenía que hacer lo posible para domeñar su singularidad». Así fue en su niñez y adolescencia.
Hasta que su encuentro con Azur —a quien quiso/quiere y por quien dolió/duele— la puso a prueba desmontando la máscara con la que pretendía mantenerse «a salvo» de las ambivalencias del mundo.
Por todo ello y más les invito a vivenciar: «una novela hermosa y necesaria que invita a mover esas aguas negras que a menudo nos impiden caminar», tal y como se nos indica acertadamente la editorial en su contraportada.
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Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Elif Shafak.