La editorial de este libro —Delirio y Desorden de Valparaíso— plantea que el lector corriente puede formarse su propia opinión sobre la disciplina científica encargada del conocimiento de la realidad, y nos dice que como no se puede definir de antemano, es necesario mostrar todas las acepciones del concepto.

Por Camila Arancibia Hurtado

Publicado el 14.1.2024

El libro que más me impactó en mi infancia no fue un libro sino un género que ya no se hace formalmente. Ese era el género que cultivaba la colección «Elige tu propia aventura». Se trataba de libros donde el lector debía elegir por donde continuaba la trama. Algo así como un Rayuela para niños o una primigenia realidad virtual ochentera.

Recuerdo que con un amigo intercambiábamos esos libros y marcábamos los que nos faltaban. Había algo en el mecanismo de elegir que nos absorbía y, a la vez, nos liberaba. De ahí en más para mí la lectura siempre significó juego, posibilidades, una apertura.

El Pequeño Larousse también ofrecía ese juego. Me acuerdo de, terminada la «Z», buscar atrás a los dioses griegos y confundirlos con los romanos. Apertura y confusión.

Otros libros: los almanaques de mi casa. Sus vivos colores y datos rutinarios. Las banderas, sus capitales, habitantes, la «densidad poblacional» más bien. Países que cambiaron luego de la caída del Muro. En una palabra: libros y procedimientos de la Ilustración. Todo el saber disponible en un objeto. El compendio de la vida a disposición.

Abro el Diccionario de lugares comunes (1987) de Juan Andrés Piña y leo: «BANDERA: La bandera chilena es una de las más hermosas del mundo» o, «CHILENOS: De una u otra forma, los chilenos siempre destacan en el extranjero».

Luego, abro otro Diccionario de lugares comunes, esta vez el de Gustave Flaubert y doy con la palabra que buscaba, «Filosofía», sobre la cual el francés escribe: «Filosofía: Burlarse siempre de ella». Qué parriano el comentario, pienso.

Y entonces encaro el propósito de esta reseña: celebrar la aparición de otro de esos libros, de esos documentos que abren posibilidades, que nos dan señales de ruta martinianas, que permiten la lectura rápida y profunda, densidad y brevedad: ¿Qué es la filosofía? Cien citas (2024) de la Editorial Delirio y Desorden de Valparaíso, comandada por Eduardo Schele y Paulina Valle.

Una conversación, una forma de libertad y un inicio

La F-I-L-O-S-O-F-Í-A, así dicha letra a letra, ahuyenta, intimida. Los F-I-L-Ó-S O-F-O-S, otra de esas palabras. ¿Cómo aventurarnos en la F-I-L-O-S-O-F-Í-A? Y de repente aparece en el mundo este pequeño libro (36 hojas) que trae consigo un mundo y la siguiente buena nueva:

«Estas 100 citas tienen como objetivo permitir que cada lector forje su propia comprensión de esta disciplina, sin ser impuesta dogmáticamente de antemano…» (p. 3).

La editorial de este libro plantea que el lector corriente puede formarse su propia opinión sobre la filosofía. Nos dice que como no se puede definir de antemano, es necesario mostrar todas las definiciones. Y entonces, como la chica tracia, ojeamos sin temor este libro, ansioso por lo que nos puede decir.

Cita 21: «No se puede aprender filosofía, tan sólo se puede aprender a filosofar. Immanuel Kant. Filósofo alemán». Fin. Se terminó la lectura. Un game over un tanto precoz.

En los libros de «Elige tu propia aventura» ocurría muchas veces que uno moría a poco de empezar la lectura. Me acuerdo de un libro en particular de la colección: Eres un agente secreto contra los nazis. Era el número 15 de la saga y en él una decisión mal ejecutada te llevaba a la muerte más atroz. Nos convertíamos en un fiasco de miembro de la Resistencia Francesa. No nos liberábamos de los nazis.

Intento otras posibles respuestas: Para Cortina es: «una necesidad» (p. 12), para Dewey es: «la crítica de los valores» (p. 15), para Fichte es: «la ciencia de las ciencias» (p. 18), para Boecio es: «alimento espiritual» (p. 20), para Zafra es: «un plural» (p. 23).

Por acá empiezo a sentirme como en casa. «Un plural», dice Zafra: «la palabra en la que más cómoda incómodamente habita el pensar». Pienso: ¿pensar sólo?, ¿pensar en común? Y Monserrat, que está al lado mío, me pregunta: «¿qué lees?».

Le digo que estoy haciendo esta reseña y me dice que busque otras definiciones, pero que ella se va a dormir. Se da media vuelta y me dice buenas noches. Es tarde. Pero yo sigo y leo que la filosofía es: «el saber totalmente unificado» (p.30), «es necesaria» (p. 33) o que su tema fundamental es «la razón» (p. 36). No voy a mentir: no encuentro lo que ando buscando.

Así, la vez que morí siendo parte de la Resistencia Francesa pude tener otra vida haciendo trampa: retrocedí hasta dar con una alternativa de acción donde no terminara muerto. Una especie de segundo nacimiento arendtiano. Así que hojeo hacia atrás y doy con la cita 24: «Da pie, creo, a una conversación siempre por empezar, es decir, a una forma de libertad. Jorge Polanco. Filósofo y poeta chileno».

Una conversación siempre por empezar, unos preliminares, un prólogo, un umbral donde situarse. Esto es. Esto es la filosofía y esto es este libro: una conversación, una forma de libertad, un inicio. Bonito camino. Pero la gracia de este libro es que se plantea como un universo infinito de rutas por las cuales el lector puede empezar.

Pienso: en tiempos como los actuales, no está demás contar con diferentes vías para resistir a los nazis.

*Si desea adquirir un versión impresa de este libro, por favor siga este enlace.

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Camilo Arancibia Hurtado es abogado, profesor de derecho civil en la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, máster en literatura de la Universidad Autónoma de Barcelona y doctorando en filosofía.

«¿Qué es la filosofía? Cien citas» (Editorial Delirio y Desorden, 2024)

Camilo Arancibia Hurtado

Imagen destacada: Paulina Valle y Eduardo Schele.